George Harrison y Madonna, la historia del fracasado proyecto que los unió (con golpes a los paparazzi incluido)

George Harrison y Madonna, la historia del fracasado proyecto que los unió (con golpes a los papparazzis incluido)

En 1986 el ex Beatle tuvo la chance de trabajar con la emergente reina del pop, quien buscaba consolidar su presencia en el cine. Así se trabajó la película Shanghai Surprise, realizada por la productora de Harrison, con Madonna y Sean Penn de protagonistas. Pero las tensiones y la mala relación en el set acabaron por torpedearlo todo. Esta es la trastienda de un fracaso.


Parecía una alianza imposible, pero ahí estaban. En marzo de 1986, los noticieros mostraban una imagen que reunía a dos estrellas; George Harrison, el ex Beatle, y Madonna, la nueva reina del pop, que propalaba una desfachatada imagen de liberación sexual. Pero a contrapelo de lo que podría pensarse, no se trataba de un encuentro para una colaboración musical. Era una alianza hacia las salas de cine.

Si en nuestros días, las figuras femeninas son gente como Dua Lipa o Taylor Swift, en 1986, la nueva figura en ascenso era Madonna. Su álbum de 1984, Like a Virgin, le dio su primer número uno en el Billboard 200 y la canción homónima encabezó la lista Billboard Hot 100 durante seis semanas consecutivas. No pasó inadvertida, su letra alimentó la reacción de las asociaciones familiares conservadoras de EE.UU. Fiel a su estilo, la rubia respondió en los MTV Video Music Awards, donde realizó una jugada (e improvisada) performance vestida de novia, emergiendo desde un enorme pastel de bodas. Uno de esos momentos que entran directo a la cultura pop.

Pero como Madonna deseaba ser una estrella global, no le bastaba con imponerse en los rankings. Como Frank Sinatra, Elvis y los Beatles, la “chica material” quería extender su popularidad hacia la gran pantalla. En 1985 debutó en el cine con un pequeño papel en la película Vision Quest, pero fue su rol en Desesperadamente buscando a Susan, el que le dio el empuje en el mundo cinematográfico. No era la protagonista, pero toda la campaña publicitaria se concentró en torno a ella.

Esa misma temporada fue parte del show benéfico Live Aid y se casó con otra estrella en ascenso, el actor Sean Penn; con sus estilos desprejuiciados y desafiantes, eran algo así como la pareja del momento. Por ello, flotaba la idea de reunirlos en la pantalla. Y así ocurrió; Madonna comenzó a buscar una productora, y para sorpresa de todos en Hollywood, se decantó por la británica HandMade, propiedad de George Harrison y su socio, el controvertido Denis O’Brien.

Madonna y Sean Penn en Sorpresa en Shanghai.

HandMade había comenzado en 1978 como un proyecto para empujar la controvertida película de Monty Python, La vida de Brian. Un proyecto difícil de sacar adelante, porque el principal financista, EMI Films, se retiró a poco de empezar el rodaje. Así, George Harrison decidió hipotecar su mansión de Friar Park para tapar la brecha. Para 1986 ya habían estrenado algunas películas con buena crítica, como Time Bandits (1981) en que el ex Beatle aportó una canción para la banda sonora.

Y aunque eran una productora de cierto nombre, no habían trabajado aún con grandes estrellas. Por eso sorprendió la decisión de fichar el proyecto que tendría a Madonna y a Sean Penn juntos en pantalla. “El factor decisivo para que las dos estrellas participaran fue la magia Beatle de George, que se convirtió en el productor ejecutivo, además de comprometerse a componer y grabar cinco canciones para la banda sonora y hacer un cameo interpretando a un cantante de un club nocturno”, explica Philip Norman en su nueva biografía George Harrison, Beatle a su pesar (Libros Cúpula).

El fracaso de la película que reunió a George Harrison, Madonna y Sean Penn

Una vez listo el acuerdo, se pasó a los detalles. El filme se titulaba Shanghai Surprise (Sorpresa en Shangjai), una adaptación de la novela Faraday’s Flowers de Tony Kenrick publicada en 1978. La trama tenía a Penn como un estafador buscavidas y a Madonna como una enfermera misionera. El presupuesto era de 17 millones de dólares, el mayor de todos los proyectos de HandMade hasta ese momento. La idea original era rodar en Shanghai, pero el gobierno chino negó el permiso para rodar en la ciudad “debido al tono de los conciertos de Madonna”, explica Norman. Por ello el rodaje debió llevarse a Hong Kong.

Pero en Hong Kong las cosas se desmadraron. La presencia de Madonna y Sean Penn en el set atrajo a los papparazzis como moscas a la miel, lo que alteró los ánimos. “Sean Penn se enzarzaba a puñetazos con los fotógrafos, y en una ocasión llegó a ordenar a su guardaespaldas que los rociara con una manguera. El equipo de rodaje británico llegó a odiar tanto a la pareja que les apodaron ‘Posion Penns’”, apunta Norman.

Una alianza imposible: Sean Penn, Madonna y George Harrison

El director del filme, Jim Goddard, apenas podía controlar a sus estrellas, quienes simplemente lo pasaron por alto. Desesperado, Denis O’Brien llamó a George Harrison a Londres “para que volara a Hong Kong e hiciera valer su carisma de Beatle para que la paz volviera a reinar en el set”, detalla Norman. Algo logró aplacar los ánimos. Pero la tensión no se terminó en la ciudad.

De vuelta en Londres, para rodar las escenas de interiores en los estudios Shepperton, George Harrison, quiso hacer otra jugada. “Convocó a una rueda de prensa para tratar de sofocar la incesante mala prensa que llenaba los periódicos británicos. Por desgracia la situación solo empeoró: fiel a su personaje de Marilyn, Madonna llegó una hora tarde, y Penn ni siquiera se presentó”.

Esa rueda de prensa solo dejó en evidencia que las cosas no andaban bien y que entre Harrison y Madonna no había nada de química. “Su relación con la estrella era claramente tensa, y esta se quejó más tarde de que no le había permitido responder, mientras que él parecía no saber hacerlo (...) él que estaba intentando ayudar a la estrella, era quien más ayuda necesitaba”.

Como era de esperarse, Shanghai Surprise fue un fracaso comercial y de crítica. La tensión en el set, las peleas de Penn con los fotógrafos, la mala vibra entre Madonna y Harrison, acabaron por sumar. En su crítica publicada el 21 de septiembre de 1986, el New York Times fue contundente. “Una de las pocas cosas que deja en claro esta película apática y aburrida es que el Sr. Penn, desde su hilarante actuación como un surfista drogado en Fast Times at Ridgemont High, ha sido muy sobrevalorado”.

El célebre periódico no escatimó en repasar al filme. “Lo mejor de Shanghai Surprise, el fracaso ampliamente publicitado protagonizado por Madonna y Sean Penn, es que puedes verlo en casi total privacidad -apuntó-. En la primera función en Loew’s State, donde se estrenó la película el viernes, apenas había suficientes espectadores para formar un equipo de béisbol”.

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