Culto

Claudio Parra y Mario Mutis se confiesan: “No hay otros Jaivas ni los habrá”

Los únicos fundadores hoy a bordo de la banda hablan con el espacio Viernes de Culto de su trayectoria y del show que darán en diciembre en el Estadio Nacional. Aquí cuentan cómo la marihuana cambió sus vidas, el ambiente político que les tocó enfrentar en los 70, el momento más difícil del grupo que no logró doblegarlos e incluso lanzan una tesis a 62 años de su origen: "De los conjuntos que están naciendo ahora, ninguno va a llegar a esas alturas".

Claudio Parra y Mario Mutis se confiesan: “No hay otros Jaivas ni los habrá” FOTOS: Pedro Rodríguez

Claudio Parra (80) y Mario Mutis (78) no sólo son dos integrantes medulares de Los Jaivas. También son los únicos músicos que sobreviven desde el núcleo fundador del conjunto en 1963, cuando inauguraron una escalada que los consagraría como pieza esencial de la cultura popular chilena.

“Si no somos nosotros los guardianes de Los Jaivas, ¿quién? No hay otros Jaivas”, asegura Mutis sobre el final de esta entrevista en el segmento Viernes de Culto, del programa Desde la Redacción de La Tercera.

En ese rol, se alistan para uno de los mayores hitos de los viñamarinos en el último tiempo: el próximo domingo 7 de diciembre se presentarán en el Estadio Nacional, en la segunda vez de la agrupación en el coliseo ñuñoíno (Ticketmaster).

Eso sí, si la primera vez fue en mayo de 2003 bajo el rótulo de Gato Presente, cubiertos aún por el luto de la muerte del cantante Eduardo “Gato” Alquinta en el verano de esa temporada, esta vez la cita tiene el acento de la celebración y el festejo: Los Jaivas Siempre se llama el espectáculo donde repasarán gran parte de su historia y que materializa una historia irrepetible en el cancionero local.

Por lo demás, corona a una banda habituada a presentarse desde pueblos minúsculos en el mapa hasta grandes festivales televisados.

El historial Jaiva: más que fanáticos

-Ustedes tienen habitualmente un ritmo de conciertos muy intenso. Una de las cosas más lindas de los Jaivas, aparte de su música, es la relación que tienen con la gente, lo transversal que es, y también lo versátiles que son ustedes en términos de los lugares donde se presentan: conciertos abiertos, recintos cerrados. ¿Qué significan en ese sentido el escenario del Estadio Nacional?

Mario Mutis: Bueno, después de pasar por esos recitales que dices tú en lugares pequeños, de repente, hemos tenido la suerte de conocer el Chile profundo, lugares que tienen tradiciones, historias, que las familias se conocen hace muchas generaciones, que tienen su vida propia, que se relacionan poco con la Región Metropolitana o con el centralismo que nosotros conocemos. Entonces, son personas que aportan esa identidad que tiene nuestro país, que para nosotros los urbanos es bastante desconocida. No se conoce mucho la historia, las tradiciones, las cosas que han pasado, cómo ha ido transformándose el país, desde ser unos patipelados de hace 50 años, a ser un país casi en desarrollo después de 50 años.

“Eso ha provocado un cambio también en la sociedad, en la cultura, en las relaciones con lo digital. También hay una explosión de comunicaciones entre la gente, cambió la relación de las personas, el mundo cambió. Y bueno, nosotros hemos tenido la suerte de poder estar en los escenarios por más de 60 años, 62 años en realidad, que es una brutalidad de tiempo, porque un país en 62 años cambia del cielo a la tierra. Entonces lo que estamos haciendo en el Estadio Nacional es un encuentro o un reencuentro con las generaciones que nos han acompañado. Toda esta cantidad de tiempo, porque la gente que nació con nosotros, a los 14, a los 15 años, cuando estábamos en la locura, esa gente estaba en los recitales, se subía al escenario, eran bien desordenados, pero después esa gente siguió acompañándonos y empezó a tener hijos”.

“Y esos hijos se sumaron en el público, no se cambiaron, se sumaron y esos hijos tuvieron nietos. Y así sucesivamente. Y tenemos ya tres y algunas ocasiones cuatro generaciones que están presentes en nuestros conciertos. Entonces eso es una historia de Chile, porque todos tienen su historia, todos han nacido, todos han estudiado, todos se han recibido, se han casado, han tenido hijos, se han divorciado, han hecho mil cosas en esa cantidad de tiempo y nosotros hemos estado ahí”.

-Todos tienen su historia con Los Jaivas en Chile y todos se acuerdan dónde estaban o qué hacían cuando Los Jaivas alcanzaron algún hito o vivieron alguna pérdida.

MM: Nosotros caminamos por un pueblo, por una ciudad de Chile, por la plaza, y aparece la señora que tiene hijos y nietos y dice ‘¿por qué no se van a comer una empanadita a mi casa?’ Nos pasa siempre de gente que vive y que se siente muy cercana a nosotros. No es esa admiración del fan hacia el artista, sino que es compartir una vida. Eso yo creo que es la diferencia. No esa una idolatría hacia arriba.

callmemutis

-¿Se sorprenden ustedes mismos cuando ven que han cumplido más de 60 años?

MM: Me han dicho que los primeros 50 son los difíciles (se ríe). Yo creo que los grupos que están naciendo ahora, ninguno va a llegar a esas alturas.

-¿Por qué?

MM: Yo creo porque hoy día el mundo se ha transformado, o sea, ha acentuado mucho lo que es el individualismo. No hay esa comunidad que tenemos nosotros, que nos conocemos desde que íbamos al colegio, crecimos juntos como adolescentes, como adultos, nos casamos, tuvimos hijos y seguimos tocando en los Jaivas.

-Y llevaron aquello de comunidad a la vida misma, a la cotidianidad.

MM: Eso ya no existe, muy raro, yo creo que ya no existe, no conozco ningún grupo que haga una vida de ese tipo, que en los años 70 era bastante común, una época en que se dio esta cosa, pero el mundo es mucho más individualista. Y los egos son más grandes ahora. Hay una industria muy desarrollada y que todos se pelean a cuchillazos, los conciertos, los espacios, la difusión, etcétera, etcétera.

Los Jaivas la-tercera

La fraternidad de la hierba

-Claudio, ¿tú cómo recuerdas esos primeros años? Me imagino también las decisiones, las conversaciones que se notaron mucho en cómo ustedes le fueron dando vida a su estilo propio, ¿cierto?

Claudio Parra: Sí, justamente fue todo mucho más espontáneo, no es así tan como lo planteas tú, que nos reunimos para tomar decisiones. Todo se fue dando naturalmente. Nosotros empezamos con la música más bien como un juego, porque como decía Mario, nos conocimos en el colegio, fuimos creciendo juntos, nos fuimos formando juntos.

“Y esa manera de jugar con la música la hemos mantenido, yo creo que hasta el día de hoy. Pero de ahí nace, por ejemplo, la improvisación. Nosotros cuando tocábamos, incluso fabricábamos instrumentos y cosas que no existían, pero podíamos hacerla sonar y jugando así fue como se fue dando todo”.

“Es decir, cuando nos invitaron al Teatro Municipal, el Liceo de Viña del Mar en 1963, que estaba de aniversario, y Gabriel todavía estaba ahí, era el alumno del liceo, los demás ya habíamos salido. Gabriel todavía estaba y le piden a él, como sabían que le gustaba la música y algo tocaba, que armara un grupo para tocar en este aniversario. Y ahí nos subimos por primera vez a un escenario, también así como una aventura”.

-¿Cómo fueron definiendo su sonido? Hay una historia que dicta que “Gato” Alquinta se fue en 1968 a dedo a viajar por Sudamérica y cuando volvió les dijo que hicieran otra música, lejos del bolero, la cumbia y el cha cha cha que estaban haciendo, más experimental

CP: No, es que ahí hay un error histórico.Claro, no fue a raíz de ese viaje, exactamente. Es cierto que cuando ya estábamos, llevábamos algunos años tocando con el grupo, los High Bass, que amenizábamos fiestas, nos poníamos un uniforme y todo. Bailables. Fue ahí que de repente el Gato dejó de venir a tocar. Y de repente apareció de nuevo en la casa donde ensayábamos, pero diferente, es decir, andaba sin zapatos, con unos chalecos de colores, y andaba tocando flauta dulce, se había entusiasmado con la flauta dulce, y andaba tocando flauta dulce por todos lados. Era otro gato.

MM: Un Gato “upgrade” (se ríe).

CP: Pero después nos enteramos de qué es lo que estaba pasando. Lo que pasa es que Gato estaba estudiando arquitectura en ese tiempo, y en los talleres de los estudiantes estaba, entre otros, el Gitano Rodríguez. Y ahí había aparecido un gringo, un norteamericano, que tocaba armónica y que se empezó a meter en el ambiente musical y artístico, y de hacer cosas de la región de allá de Valparaíso. Y este gringo parece que trajo también consigo otras cosas, como, por ejemplo, la hierba, la marihuana. Y le convidó al Gato. Ese momento fue clave.

-¿Qué relación establecieron ustedes con la propia marihuana? ¿Empezaron a explorar más, se vincularon más con esa experiencia?

CP: El hecho del consumo nomás, lo que se creaba. A mí me gustaba eso. Se creaba un ambiente súper fraternal, de una tranquilidad… Cuando tocábamos tenía eso, que nos juntábamos a tocar, y era súper agradable. Era entregarse por entero. Era la fraternidad.

MM: Bueno, hay una fraternidad de la hierba también. Claro. En ese tiempo los grupos se juntaban porque fumaban hierba.Bueno, en nuestro grupo siempre uno de los principales postulados, digamos, es la libertad. La libertad de acción, la libertad de pensamiento. Cada uno puede hacer y decir lo que quiera. Y bueno, la hierba se tomó de esa misma manera. Unos fumaban, otros no fumaban. A mí nunca me interesó. Pero hubo otros que sí. Y esas confraternidades sobre la hierba creaban cosas. Hacían, digamos, intercambios de opiniones, intercambios de conversaciones.

“Y también provocaba una especie de, como dice Claudio, de fraternidad y tranquilidad. Éramos todos amigos, todos hermanos. Aunque yo no fumaba, pero había gente que nos abrazaba”.

CP: Sí, eso era. Y a mí, por ejemplo, yo en ese tiempo estaba estudiando en el conservatorio, estaba estudiando piano. Este clima me hizo revisar toda la música que yo conocía. Entonces empecé a escuchar de nuevo la música clásica, en este caso. Y empecé a descubrir otras cosas. A Escucharla con otros ojos. Así como me metía al interior de la obra y empezaba a escuchar no las melodías de la superficie, sino que lo que pasaba al interior.

-Mario, dijiste que había libertad al interior del grupo para tomar decisiones. ¿Eso como se aplicaba en lo política en una época de tanto fervor en el tema como fines de los 60 y principios de los 70?

MM: Había un movimiento social y político también exuberante en ese momento. En la época de que se produjo la elección de Salvador Allende, su gobierno y toda esa época fue una época, digamos, en que hubo, yo diría, un renacimiento de lo que era nuestro país a nivel social y a nivel cultural. Fue una explosión.

“Fue como cinco años más o menos en que salieron grupos de teatro, de pintura. Es decir, fue una cosa realmente impactante y que no era solo en Chile, sino que se estaba dando a través del mundo. Lo que pasaba en Estados Unidos, con la consecuencia de la guerra de Vietnam, por ejemplo. En Europa había los movimientos nuevos. Pasó de todo. En Argentina estaba naciendo el rock argentino”.

“Entonces, en el mundo había una efervescencia cultural muy importante que a nosotros, por supuesto, nos tocó, que sumado con toda esta historia de la fraternidad hierbal, también contribuyó a que la gente se uniera, compartiera, creara cosas juntos. Había teatros que eran como nosotros en el sentido de la creación colectiva. Era común en ese tiempo”.

“Bueno, ¿y nosotros qué hicimos con todo eso? Creamos un lenguaje musical. Porque como nos conocimos de niños, crecimos como niños, nos juntamos como adolescentes, como estudiantes, después ya como músicos profesionales que decidimos hacer nuestra propia música, empezamos a investigar y lo que decía Claudio es que tuvimos un periodo más o menos largo de improvisación. Cerramos todas las puertas, no quisimos escuchar más música, sino que sacar lo que nosotros teníamos dentro. ¿Qué pasaba en ese tiempo? Las radios eran el medio de comunicación que mandaba, no había otro. No había televisión, no había internet digital, nada, nada, nada. Entonces eran las radios. Uno prendía la radio y escuchaba lo que uno quería escuchar, no lo que la radio te quería transmitir".

“Entonces tú buscabas el programa, si te gustaba el folclore, te gustaba la música clásica, te gustaba el tango, te gustaba la ranchera o te gustaba lo que te gustara, tú lo ibas a encontrar en alguna de las radios que estabas transmitiendo que tenían su horario y su programación. Era muy distinto, más bien como ahora que uno prende la radio en Hong Kong o la prende en Coyhaique y es la misma música. No cambia mucho la radio, sigue siendo la misma cosa, o sea, en todos lados. Hay una radio universal, hay una televisión universal”.

-Y en esa radio de los años 70, ¿cómo se insertan Los Jaivas? Porque la música que ustedes hacían, la improvisación que ustedes hacían, no era para radios. Chocaba con lo que sonaba en esa época.

CP: Hay dos personajes muy importantes. Es que no todas las radios eran así. También había radios que no estaban dentro de lo tradicional, digamos. Ahí aparece “Pirincho” (Cárcamo) y el “Lelo” Aguirre. Dos jóvenes que cambiaron el estilo radial porque en la radio siempre estaban los locutores con la voz informal. Y ellos hablaban como hablan todos los cabros. Y además se enfocaron en la música latinoamericana. Empezaron a conseguirse discos de otros países, de otros lados, y a fomentar la música latinoamericana.

“Y ellos transmitían, por ejemplo, de repente teníamos una grabación, esas que están ahora en (los discos) La vorágine, grabación de algún concierto improvisaba así, bien loco, y se lo llevábamos y ellos lo tocaban. Y lo comentaban. Y bueno, la gente se iba enterando de que pasaban otras cosas”.

Un quiebre que no fue

-¿Cuál ha sido el momento más difícil que les ha tocado vivir en la historia de Los Jaivas?

CP: Es que yo creo que es la muerte de Gabriel (Parra).

MM: Fue fundamental.

CP: Porque no nos habíamos enfrentado nunca ante la muerte. Era impensable en ese momento. Y de repente desaparece Gabriel, el motor del grupo. Además, también gestor, porque Gabriel era un gestor. Se le ocurrían cosas.

-¿Y qué hace que la banda siga adelante, que no se quiebre, que finalmente no se desplome y que puedan seguir tal como lo hemos conocido hasta el día de hoy?

CP: La formación, el hecho de que somos músicos. Claro, o sea, yo nunca dejé de pensar de que tenía que seguir tocando música.

MM: O sea… ser zapatero después de eso, no.

-Claudio, ¿nunca lo dudaste?

CP: Nunca lo dudé. Y eso fue natural. O sea, estábamos ahí. La vida nuestra ha sido como natural. O sea, estábamos ahí, teníamos que seguir. Entonces empezamos a descubrir otras formas de siendo músico, de poder subsistir. Hacer música y ganarse la vida.

MM: Sí, es que hay que considerar también que nosotros, acuérdate que nos conocimos de niños, con pantalón corto, como digo yo, porque en ese tiempo los niños usaban pantalón corto. Y después crecimos como adolescentes, nos formamos juntos como músicos, creamos un lenguaje musical juntos. Y de repente este equipo de trabajo, hay uno que desaparece.

“Entonces, ¿cómo vamos a funcionar si se va una parte fundamental como es Gabriel? Porque Gabriel era un motor, corría para allá, corría para acá, inventaba cosas y tocaba la batería de una manera espectacular, que el grupo lo sostenía armónicamente, rítmicamente. Y si no está, ¿cómo lo vamos a hacer?”.

“Claro. Entonces fue el primer momento de enfrentamiento al mundo, digamos, a ese mundo que hoy está ya al otro lado de la ventana, sin Gabriel. No hay quien lo pueda reemplazar en el planeta”.

-¿Y los sorprendió Juanita Parra?

MM: Juanita fue un proceso desde que murió su padre hasta que se sentó en la batería. Pasaron cinco, seis, ¿cuántos años? Siete años. De los cuales Juanita tuvo cinco años encerrando una pieza aprendiendo batería, tocando. Pero fue un acierto. Volvimos revitalizados.

-Para ir finalizando, ¿cómo ha sido tu regreso Claudio a Los Jaivas después de estar varios meses fuera del grupo, en una pausa en 2024 y 2025?

CP: Maravilloso, maravilloso. Bueno, yo siempre he estado sentado en el piano. Eso de todas maneras. Pero volver así para mí es increíble. O sea, es mi vida. Es lo que he hecho siempre. Así que la recepción del resto de mis compañeros y del público…

MM: De todos los compañeros que van quedando (se ríe).

-Ustedes son los guardianes de la historia…

MM: Oye, es un peso más o menos importante también, porque hay que responderle a la gente de alguna manera. Es decir, tenemos que seguir conquistándolos, emocionándolos, ayudándolos, apurándolos. Y ellos nos tienen que seguir acompañando, ayudando y queriendo también.

-¿Se siente una responsabilidad Claudio también de guardar esta historia, de guardar este patrimonio? ¿Es fuerte ese peso?

CP: No lo siento así. Claro, porque es como lo que hemos hecho siempre. Es naturalmente así.

MM: No hay otros Jaivas ni los habrá.

*Ve aquí el programa Viernes de Culto completo:

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