Cuando Violeta Parra y Cecilia Vicuña se lucieron en el Golfo Pérsico: el sorprendente aterrizaje del arte chileno en Qatar
Years of Culture se llama el ciclo impulsado por la nación árabe que tiene en 2025 como socios a Chile y Argentina. Gracias a ello, obras de artistas nacionales se exhiben hoy en el museo más importante de Qatar, además de existir planes que contemplan partidos de Palestino con equipos de ese país.

Entre la arquitectura desafiante y asombrosa del Museo Nacional de Qatar, una de las joyas culturales de Medio Oriente cuya forma asemeja una serie de discos que se entrelazan y fusionan, un espacio conocido como “rosa del desierto” justo en el límite con el Golfo Pérsico, emerge flameando un emblema familiar: la bandera tricolor chilena recibe a plenitud en uno de los accesos, al lado de su par argentina y de la blanca y granate qatarí.
Una señal elocuente de que Chile es parte del recinto situado en la capital, Doha, y que en rigor un trozo del país circulará a partir de abril por una de las naciones más ricas del planeta -gracias a sus reservas de gas natural y petróleo-, reciente sede del Mundial de Fútbol 2022 y que precisamente en los últimos años ha estimulado una serie de iniciativas de diversa índole para abrirse hacia otras latitudes.

Years of Culture se llama el programa de intercambio cultural que durante 2025 ha escogido como países socios a Chile y Argentina, buscando establecer intercambios globales y duraderos que se expanden por áreas tan disímiles como el arte, la gastronomía y el deporte. Anteriormente ese rol lo estelarizaron Reino Unido, Francia, Japón y Brasil, entre otros.
En lo concreto, desde hace un par de años que Qatar ha potenciado sus instancias culturales, como museos y centros artísticos, con reductos en constante inauguración y renovación, como una manera de que las expresiones de Medio Oriente también puedan dialogar con propuestas de otros puntos del planeta, quizás un intento de apertura impulsado por el mismo campeonato futbolístico que coronó a la Argentina de Lionel Messi. El objetivo es convertirse en un polo cultural imprescindible de esa zona del mundo.
En ese sentido, el Museo Nacional de Qatar fue inaugurado en 2019, fue diseñado por el arquitecto francés Jean Nouvel -ganador del Premio Pritzker, el más relevante de la disciplina- y desde el pasado lunes 21 de abril y hasta el 19 de julio alberga la muestra LATINOAMERICANO. Arte Moderno y Contemporáneo de las colecciones del Malba y Eduardo Costantini, la más grande de la región que alguna vez se haya montado en el sector de Asia occidental y el norte de África, y que agrupa parte del acervo artístico levantado por el empresario, coleccionista y promotor de arte argentino, precisamente fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
Se trata de 170 obras hoy en exhibición en Doha que sintetizan a poco más de un centenar de artistas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. La exposición recorre la cultura visual latinoamericana desde principios del siglo XX hasta la actualidad, narrando cómo creadores de todo el continente han reflexionado y expresado sus realidades sociales, políticas y culturales a través del arte.
Entre las piezas protagónicas -aquellas con las que posiblemente todos quieren una foto- están Autorretrato con chango y loro (1942), de Frida Kahlo, y Baile en Tehuantepec (1928), de Diego Rivera, dos de los récords en las compras del coleccionista trasandino. De hecho, este último lo adquirió en US$15,7 millones, según ha publicado la prensa de su país. También hay otras ilustres, como El viudo (1968), de Fernando Botero, y Omi Obini (1943), de Wilfredo Lam.

El arte chileno en Qatar
Pero entre el numeroso catálogo se hacen espacio un puñado de representantes chilenos. Por ejemplo, aparece Roberto Matta con La composición con tonos verdes, una obra de 1939, parte de su primer momento productivo y un temprano ejemplo de la particular abstracción que exhibe buena parte de su obra, donde el espacio -otro de sus elementos centrales- es parte medular.
Ejecutada en lápiz y grafito sobre papel, también encarna un trance dramático de su propia existencia: en ese mismo año 1939, en octubre, y ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el artista abandona Francia y se traslada a Nueva York, donde formará parte de la diáspora surrealista que durante la guerra convertirá a esa ciudad en la capital del arte de vanguardia, y particularmente del surrealismo. Como lo comprueba Qatar, Matta sigue siendo uno de los artistas chilenos más valorados, aplaudidos y cotizados a nivel mundial.

En el museo de la nación árabe también está otro emblemático, Eugenio Dittborn, Premio Nacional de Artes Plásticas célebre por explorar las posibilidades de la impresión, la gráfica, el collage y el estampado al servicio de imágenes que emergen de distintas fuentes, como periódicos, revistas, fichas policiales, dibujos animados o manuales de artes plásticas, en una intervención donde se cruzan desde el oficio hasta la denuncia, sobre todo en los días de la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Precisamente parte de ese maridaje arribó a Medio Oriente con su obra Nueve sobrevivientes (Plumas), materializada en 1986 y donde sobre papel kraft muestra y relata la experiencia de mujeres selknam que sobrevivieron a la matanza de su pueblo. Incluso a un costado hay un extracto de un artículo de El Mercurio donde una de las sobrevivientes -de Cauquenes- describe su experiencia mientras era torturada.

La obra -que también ha pasado por el MoMA de Nueva York- tiene un carácter portátil y liviano, está hecha para ser transportada y para que de esa manera, atendiendo a su contexto en los 80, burlara la censura de la dictadura. De igual forma, al ser doblada y sufrir varias mudanzas de mano en mano, su material comenzó a exhibir dobleces y rasgaduras, simbolizando las heridas propias de las mujeres Selknam que fueron perseguidas y exterminadas en ese período.
Es lo que precisamente Dittborn englobó en sus llamadas Pinturas Aeropostales (1984), una serie de piezas -desde pinturas a fotografías en papel- que eran plegadas y guardadas en sobres para ser enviadas por correos a distintos sitios, arribando en condiciones distintas a las originales, para que el ajetreo del traslado también dejara su huella sobre la creación. En su último trayecto, el punto de desembarco final fue la lejana Doha.
En otro rincón del Museo Nacional de Qatar está Alfredo Jaar, también Premio Nacional de Artes Plásticas y célebre por sus instalaciones en las que combina elementos de la fotografía, la arquitectura y el teatro, apuntando a diversas coyunturas sociales y políticas.
En el reducto precisamente asoma Gold in the morning I - II - III (1985), el proyecto que lo consolidó en la escena global, cuando viajó a Serra Pelada en Brasil para inmortalizar la explotación de 100 mil hombres en una mina de oro al noreste del Amazonas. Las fotos -dentro de cajas de luz y que ya se han exhibido en eventos como la Bienal de Venecia- continúan el trazado de la muestra LATINOAMERICANO: creadores hispanohablantes haciéndose cargo de los distintos problemas que han sacudido las sociedades de la región en las últimas décadas, en un eco que resuena distinto en una nación joven y habituada a la estabilidad y la riqueza como Qatar.

En esa misma línea está la rancagüina Voluspa Jarpa, destacada artista visual más contemporánea que muestra República bananera (2019), una imagen de trabajadores del plátano en Guatemala durante el siglo pasado, pero que sirve para hablar de los tópicos habituales de su universo: raza, clase, precariedad y colonialismo. De hecho, el solo nombre del cuadro alude al estigma más característico con que se conoció a muchos países latinoamericanos durante décadas, por sus numerosos conflictos políticos, y por sus altos niveles de corrupción y pobreza.

También está el santiaguino Guillermo Deisler, con un fotocollage sobre papel sin título, de 1988, parte de la huella de un artista que fue detenido tras el golpe militar de 1973 y que siempre abordó los ángulos propios de los regímenes totalitarios que han golpeado al cono sur.
Cecilia Vicuña, la esencia
Casi al final del recorrido, como una suerte de corolario y ocupando el mayor espacio del museo, está una de las instalaciones de Cecilia Vicuña, quizás la artista visual chilena más rutilante de la actualidad, quien destaca con uno de sus conceptos más emblemáticos, el quipu, ese conjunto de cuerdas y nudos que cubre desde el techo al piso, y que sirve para ejemplificar la faena de las culturas prehispánicas. Quipu desaparecido se llama el imponente montaje textil que resalta la memoria de los pueblos originarios a través además de un acento interactivo que involucra luces y videos.

“La obra de Cecilia Vicuña es la esencia de la exposición”, define en un recorrido para autoridades y periodistas el co-curador de la muestra, el catarí Issa Al Shirawi, además Jefe de Exposiciones Internacionales de los Museos de Qatar.
Después, en conversación con Culto, se explaya: “La pieza de Vicuña es importante no sólo porque es una de las artistas chilenas más famosas del mundo, sino también porque su obra expande la escala del arte. La pieza de Vicuña se vuelve más grande que la vida, incorpora historia y se convierte en una visión integral de esta exposición, encarna esta presentación introductoria del arte latinoamericano a nuestro público”.
En efecto, una de las preguntas elementales que los directivos de los museos de Doha se realizaron para montar LATINOAMERICANO fue: si alguien no conoce el arte latino, ¿cómo puede aproximarse a él?.
“Esa fue una de nuestras principales preocupaciones. Cómo comunicar esta larga, profunda, detallada e historia llena de matices al público de Qatar, independiente si hayan tenido o no la oportunidad de viajar hasta allá. Lo abordamos temáticamente, con conceptos que la gente puede identificar, con temas que interactúan con muchos artistas de todo el mundo. Fue una experiencia de aprendizaje para mí”, admite Al Shirawi, quien agrega que estuvo en Santiago hace poco más de un mes, reuniéndose, entre otros, con el destacado coleccionista y dueño de galería D21, Pedro Montes, uno de los profesiones encargados de rescatar el arte chileno de las últimas décadas.

María Amalia García, curadora en jefe del Malba, también estuvo en Qatar y explica a este medio la importancia de contar con artistas chilenos en la aventura hacia el Golfo: “Obviamente hay artistas argentinos, pero teníamos el compromiso de que el país vecino estuviera presente, de contar con varios artistas de Chile. Pensamos en mostrar una gran variedad de arte latinoamericano a un país como Qatar, que parece lejano. Por ejemplo, Cecilia Vicuña nos conecta con lo ancestral y con la tradición”.
La gran líder
En lo general, una de las patrocinadoras de Years of Culture 2025 es la sheikha Al Mayassa bint Hamad bin Khalifa Al Thani, hermana del actual emir que gobierna Qatar y parte de la dinastía que lleva el mando de la nación. Ella también es la fundadora y quien preside Qatar Museums, la entidad que busca convertir a Qatar en un epicentro de diálogo cultural entre el mundo islámico y Occidente, agregando a su tierra un capital simbólico y trascendente que vaya más allá del gas o el petróleo.
Si otros pensaron en el fútbol como puente con el resto del mundo, la sheikha ha situado a la cultura como émbolo de Qatar. Su faena es un eco singular en un país conservador, por lo que aparece constantemente en listados y rankings que agrupan a las mujeres más relevantes y poderosas de la cultura en el planeta. Es, de algún modo, un nombre único en el universo musulmán.

Ella misma se encargó de dar el discurso de bienvenida a cerca de 400 invitados que asistieron a la inauguración de LATINOAMERICANO en un palacio contiguo al museo, en un acto donde destacó una interpretación de Gracias a la vida, de Violeta Parra, por parte de artistas locales, y un pie de cueca desplegado por tres parejas. Además, agradeció a la Ministra de las Culturas de Chile, Carolina Arredondo.
Un libro para entender a Chile
Pese a que la presencia chilena en el Museo Nacional de Qatar fue la actividad más relevante en el despegue del Years of Culture 2025, no fue la única. El pasado fin de semana también se lanzó en la ciudad el libro Conversations in Chile, del influyente curador suizo de arte internacional Hans Ulrich Obrist.
En el texto, el artista conversa con 13 artistas del país de disciplinas que van de la pintura y la danza hasta la literatura, iniciando con Roberto Matta (entrevistado en 2001, un año antes de su muerte), para luego seguir con Juan Pablo Langlois, Catalina Parra, Sylvia Palacios Whitman, Carmen Beuchat, Eugenio Dittborn, Paz Errázuriz, Juan Dávila, Gonzalo Díaz, Cecilia Vicuña, Diamela Eltit, Raúl Zurita y Alfredo Jaar, culminando con Seba Calfuqueo.

En una charla en el museo, Ulrich Obrist se declara un enamorado de la cultura chilena, la que empezó a conocer en 1992, a partir de un encuentro con Eugenio Dittborn en Roma. Recién, eso sí, pudo visitar el país en 2018. Quien también declara su fervor por Chile es la importante curadora venezolana Gabriela Rangel, que es parte de uno de los textos del libro, presente también en Doha para lanzar el ejemplar en un conversatorio.
Ahí explica a Culto la importancia de Conversations in Chile: “Este es un libro concebido durante la pandemia. Nosotros viajamos a Chile con Hans, hicimos muchas entrevistas, tanto allá como en lugares como Nueva York, a muchos artistas chilenos. Él, por ejemplo, se enamoró de Raúl Zurita. Él sabia que en Chile hay artistas históricos, por lo que quería entrevistarlos, sabiendo además que ya estaban grandes, había que hacerlo ahora. Los artistas chilenos tienen un lenguaje muy sofisticado. Ellos trabajaron con el lenguaje de tal manera que violaron la censura de la dictadura, pero también hicieron un arte experimental, que no era propagandístico. Que no era sólo de protesta”.

Rangel agrega que hay una similitud que emparenta quizás al arte concebido en Chile con el de Qatar: “El arte chileno sin el desierto no existe. Y es genial que este libro de arte chileno salga entonces en un país como Qatar. Me parece una gran conexión”.
El club Palestino a Qatar
Si de similitudes se trata, puede que exista otra que concretará un posible abrazo entre ambas naciones en los próximos meses.
Generation Amazing es una organización con sede en Doha que busca expandir los valores del fútbol en diversas comunidades del mundo, creada en 2010, precisamente el año en que Qatar se adjudicó la realización del Mundial 2022. Sus oficinas están en un colosal edificio y en ellas se recorre la historia del fútbol qatarí, las maquetas de los estadios utilizados para el campeonato deportivo y las metas que busca la fundación en distintos sitios, muchos de ellos vapuleados por la pobreza y las guerras.

Según adelantas sus directivos, uno de sus anhelos inmediatos es formalizar una alianza con el club chileno Palestino, de creciente fama en el mundo árabe y desde donde se sigue su participación en el campeonato nacional o en torneos internacionales. “Acá los empezamos a conocer por las camisetas, se hicieron muy populares aquí. Ellos se comunicaron con nuestros socios para ver cómo podíamos vender sus camisetas”, reconoce Nasser Al-Khori, director ejecutivo de Generation Amazing. También acota que para el segundo semestre quieren que el elenco de Palestino viaje hasta Doha para materializar una serie de partidos con equipos de la liga local Qatar Stars League.
“Sería muy interesante que sucediera; por lo demás, cobraríamos una entrada o pediríamos una donación para que fuera directamente a una organización benéfica palestina, para que de esa manera el encuentro tenga algún sentido y pueda ayudar. Queremos ayudar a formalizar ese contacto”, asegura Al-Khori.

Qatar, un destino que suena algo lejano para Chile, tuvo hace unos días una serie de encuentros y actividades que lo acercan cada vez más al país. De Violeta Parra a Palestino, de Roberto Matta a Voluspa Jarpa, los nombres locales desfilaron como nunca en Doha: la capital que quiere convertirse en epicentro cultural y que este año tendrá a Chile como parte de sus protagonistas.
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