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Ed Motta, figura de la música brasileña: “Siento que soy un género aparte y un genio aparte”

Uno de los creadores más inquietos del gigante sudamericano vuelve a Chile este fin de semana con un álbum nostálgico y que, en conversación con Culto, le sirve para desplegar su decálogo de principios: "El mundo de hoy no me inspira. El momento actual de la música siempre fue horrible para mí".

Ed Motta, figura de la música brasileña: “Siento que soy un género aparte y un genio aparte”

La pregunta algo cliché de todo periodista hacia un músico -¿cómo creaste tu fórmula artística?- y la respuesta algo difusa de todo músico a esa consulta periodística, en el cantante brasileño Ed Motta (54) se resuelve de manera simple y tiene responsables claros: “Mi música es un reflejo de mi colección de discos. Por ser un coleccionista, un melómano, eso tiene un reflejo muy importante en mi obra. Cada artista que escucho ha creado algo en mis discos”.

El artista responde vía Zoom desde su residencia en Río de Janeiro, célebre precisamente por servir de algo así como un búnker para una colección de vinilos que ya supera los 30 mil títulos, lo que ha convertido a Ed Motta en un legendario y obsesivo melómano capaz de mencionar piezas recónditas en la discografía de artistas aún más recónditos de los países que visita, además de peregrinar hasta tiendas de toda clase a la caza de alguna joya pendiente.

El acopio musical sirve como telón de fondo para uno de los creadores más singulares e inquietos surgidos en el cancionero brasileño en las últimas cuatro décadas, gracias a una huella creativa que marida funk, soul, rock, jazz, pop, música disco, MPB y sonidos afro con brújula hacia los años 70, la que considera hasta hoy la era de oro indiscutida de la música, el refugio temporal en el que se concentra su colección.

Por eso, en el diálogo, también valen otras preguntas un pelín clichés: si tuviera que rescatar un solo disco de su colección, ¿cuál sería? “Aja, de Steely Dan”, responde sin dudarlo. Luego lo justifica: “Es un disco perfecto en todo, en la composición, las letras, los arreglos, los solos, el sonido. Todo es perfecto”.

¿Y cuál es el disco más extraño que hay en esos estantes? “El más raro pienso que es Coisas, de Moacir Santos. Es su primer álbum. Es un arreglador brasileño que después grabó tres discos por el sello Blue Note en los años 70. El primer disco no está disponible en digital. Pero es brillante. Es el disco instrumental más importante de Brasil. Le compré la colección al dueño de la grabadora que ha hecho el disco y ahí lo conseguí”.

Para finalizar, otra infaltable: ¿qué figuras de la música chilena luce esa colección? Motta profundiza: “Yo por ejemplo conocí la música de Congreso comprando en una tienda de vinilos en Brasilia, donde también compré Los Jaivas, Matías Pizarro, Fulano… siempre me gustó mucho Fulano. Conocía mucho la música folclórica de Chile, pero lo que más me impresionó de esa compra fue Congreso, ellos hacían fusión del folclore con jazz, rock, soul, todo. Los Jaivas siempre me han parecido más tradicionales y clásicos”.

De hecho, la admiración del brasileño hacia el conjunto de Quilpué se hizo realidad en 2010, cuando participó en el disco Con los ojos en la calle, aportando su voz en el tema Mundo al revés. En esa misma temporada, Motta pasó por Chile para presentarse con Congreso en un espectáculo compartido en el Teatro Teletón: fue su lejana última vez en el país. Ahora, el carioca podrá revalidar su culto en Chile -y salir nuevamente a comprar vinilos, la especialidad de la casa- en su nuevo show en la capital: será este sábado 27 de septiembre en el Teatro Nescafé de las Artes (Ticketmaster).

“Mi primer concierto en Chile fue una sorpresa total”, califica el cantante al viajar en reversa hacia 2004, su aplaudido e intenso debut en el país, cuando ofreció uno de los mejores espectáculos de ese año. Un recital en el mismo Nescafé de las Artes aún recordado como joya ineludible por quienes estuvieron ahí, incluyendo su propio protagonista, de paso esa vez para promocionar Poptical (2003): “Nunca había hecho un concierto en Chile antes y pensaba que la gente no me conocía. Pensaba que iba recién a empezar algo. Sin embargo, cuando llegué a Chile, mucha gente conocía mi música. El concierto estaba lleno, muy lleno. Fue una sorpresa total, total, total”.

Conexión pasada

Ahora, dos décadas después, el hombre que en 1988 se inició a los 16 años con la agrupación Conexao Japeri vuelve con el álbum Behind the tea chronicles (2023), una pieza en inglés donde declara su amor por la novela negra, las viejas series de TV y los soundtracks de Ennio Morricone. Básicamente, un giro a su pasado, a su infancia, al niño que fue en sus adorados 70.

“Porque siempre he sido un hombre nostálgico”, se apura en aclarar, como si hiciera falta. Todo, por lo demás, bajo un excelso trabajo de producción, donde los contornos del jazz diseñan un sonido preciso y elegante, bajo el sino de los Steely Dan que tanto le gusta mencionar y que ha marcado sus trabajos más recientes.

-¿No siente conexión con la música de hoy?

Nada. Ni de Brasil, ni de Estados Unidos, ni de ningún lado. De nada del arte de hoy, de la música, del cine, de la literatura, de nada de hoy. El mundo de hoy no me inspira.

-¿Por qué?

No me inspira estéticamente. La estética musical, la estética cinematográfica, la estética de los vestuarios, la estética de los automóviles, la estética de la arquitectura. No me gusta en lo absoluto. No me gusta.

“Mi obra siempre miró hacia atrás. Cuando se piensa en discos como Dwitza o Poptical, es algo muy parecido a Behind the tea chronicles, con temas siempre nostálgicos, con una nostalgia muy grande por lo que ya fue. No son una novedad. Yo nunca he perseguido una novedad. Yo persigo la perfección”.

- Pero cuando aparece su primer disco, Um contrato com Deus, en el año 90, ¿usted se sentía una novedad en la música brasileña?

En mi cabeza, si fui novedad, era parte de un error. Porque todo lo que yo quería era ser un tributo a los discos que yo amaba. Entonces, siempre mi referencia fueron los años 70, nunca fui de la música del momento. El momento siempre fue horrible para mí, siempre, desde mis 15 años, cuando he hecho los primeros discos. Y ya tengo 54 y es igual. El nihilismo con el arte y la música del periodo que yo estoy vivo, la música de mi época, siempre, en el 88 a mí no me gustaba nada, nada, nada, nada. Y es lo mismo hoy.

“Hoy es peor, en realidad es peor. Porque muchas cosas que yo pensaba que eran muy chiquitas, muy comerciales, malas, hoy pienso que son interesantes, musicalmente hablando. Como por ejemplo Starship con Sara (se pone a cantar Sara de Starship). Me recuerdo que en la época de eso, yo estaba escuchando soul, blues. Sara era una cosa terrible, pero hoy me gusta. Y hoy no hay una Sara, una canción que tenga esa musicalidad".

Eficaz y perfecto

Pese a su devoción por el catálogo del ayer -y pese a ser sobrino del fallecido Tim Maia, la mayor figura del soul en Brasil-, Ed Motta siempre es rotundo en levantar una distancia con algunos clásicos de la música de su país, en particular con aquellos astros del tropicalismo, la expresión que congrega a nombres como Caetano Veloso o Gilberto Gil, y que ha escalado como el eslabón más universal del cancionero del gigante sudamericano. En entrevistas, ha dicho que siente un “completo horror” por el tropicalismo, que musicalmente es “muy pobre” y que sus estrellas sólo se han destacado por ser “buenos marketineros”.

En esta entrevista, no quiere profundizar mucho en el tema. Más bien, se sitúa a él mismo como un artista aparte en la siempre frondosa generación de figuras brasileñas de las últimas décadas: “Yo siento que soy un género aparte y un genio aparte”, se autodefine para rematar con una amplia risotada.

-En ese sentido, ¿qué lugar ocupa un álbum como Behind the tea chronicles en su discografía?

Es una cosa muy lugar común decir que el último disco es el mejor. Siempre los artistas dicen eso. Pero ahora estoy siendo muy honesto. Es honesto con la vida, porque en la vida se vive, se aprende a todo momento sobre música y arte y todo, experiencias sensoriales, espirituales, todo. Y eso se refleja en la obra. Y pienso que la obra más reciente tiene el reflejo más eficaz de toda la propuesta que yo he hecho.

-¿Qué encontró en este disco que lo hizo tan “eficaz”?

Eficaz por tener mucho tiempo para hacer. El disco llevó un año. Para hacerlo perfecto. La perfección existe. Yo acredito en la perfección. Porque pienso que la perfección viene con mucho trabajo. Puede ser que en dos años piense que ya no es más perfecto. Pero fue perfecto en aquel periodo. Fue perfecto en aquellos días, en aquel momento.

-¿Y usted cree habitualmente que sus discos son perfectos o con el paso del tiempo los va mirando de otra manera?

Sí, cuando paso el tiempo los miro de otra manera. Como todos, ¿no? Como todos. Como los discos que he comprado para mí, para escuchar de los otros, que adoro escuchar la música de los otros. Muchos discos he pensado que son lo mejor. Pero ahora, con 50 años de edad, a veces ya no pienso que son lo mejor. Eso va cambiando, como una montaña rusa.

-¿Cómo decide grabar un disco en inglés o portugués?

Para mí, la música que grabo no tiene gran efecto comercial. Lo que busco es la estética que tenga una combinación con mi música. Y la estética es el inglés, por ser una lengua universal y ser la lengua de la música que más escucho desde niño. Siempre fue así. Entonces, trato de ser honesto con mi trayectoria.

-¿Por eso ha dicho algunas veces que se siente más valorado en Europa que en Brasil?

En algunos aspectos, sí. Pero tengo un gran público acá en Brasil. Cuando vuelva de Chile, tengo un concierto en el Teatro Municipal de Río de Janeiro con orquesta. Entonces es una cosa muy suntuosa, muy importante. Entonces, tengo en Brasil una audiencia selecta, muy, muy, muy leal.

-Finalmente, lo quería llevar al terreno político. ¿Le merece alguna reflexión que el ex presidente Jair Bolsonaro fuera condenado a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022?

Sí, es muy bueno. Es muy importante lo que está aconteciendo. Bueno, la lucha continúa. Pero si hay lucha, soy contra. Si no hay, soy contra también (se ríe).

-¿Siempre es contra?

Sí, sí, siempre soy contra (se vuelve a reír).

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