Culto

Linkin Park remeció al Estadio Nacional con la atronadora voz de Emily Armstrong

Los californianos debutaron en el Estadio Nacional con un show que permitió apreciar su nueva era, con Emily Armstrong como cantante. Un show en que el grupo sonó contundente y su nueva vocalista lució su capacidad como intérprete. El aplauso del público premió su talento, como una bendición que asegura la continuidad del proyecto.

Linkin Park en Chile Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera.

Como antaño, cuando pasaron nombres de la primera línea del rock por el Estadio Nacional, el regreso de Linkin Park a Chile, ofrecía una noche de nostalgia de la última gran época del género.

Sin ser una banda masiva el grupo californiano logró reunir una respetable convocatoria en el coloso de Ñuñoa, a pesar de no llenarse por completo. Su tercera presentación en el país, tiene la novedad de ser la primera sin Chester Bennington, en la nueva era del grupo con Emily Armstrong en la voz y nuevo álbum, From Zero. Un desafío entonces, era ver al grupo en la puesta en escena de su reactivación artística.

Con todo, la presencia mayoritaria de público sub 40 -con las poleras negras de rigor-, evidencia el éxito que han logrado las presentaciones de las bandas de fines de los noventa y los primeros 2000. La rápida venta de entradas para el próximo show en Chile de Korn, en el Parque Estadio Nacional, además de la demanda por ver este año a System of a Down, así lo demuestran.

Linkin Park en Chile Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera.

Una cuenta regresiva, que arrancó 8 minutos antes del inicio del concierto, contribuyó a preparar la tensión. Eso permitió que la audiencia coreara -con teléfonos en mano- los segundos finales. Sonó entonces una pieza que mezclaba distintos guiños de canciones de la banda. Fue el marco para la entrada de Linkin Park. El respetable respondió con una ovación. Mike Shinoda comenzó a rapear las líneas iniciales de Somewhere I belong. El coro estalla y aparece la voz poderosa de Armstrong. El público corea y no pocos agitan las cabezas. Parecen dar su aprobación; ella suena conmovedora.

De inmediato, sin pausas, siguen con Points of authority. Suena contundente, con el rodaje que han ganado con la gira. Es el primer momento en que el grupo saluda. Un lacónico “gracias” de Shinoda. Luego pide aliento al público antes de acometer con Crawling, uno de los himnos de Linkin Park. Armstrong muestra que puede manejar los picos emocionales de la canción. A su estilo despliega su voz en el intenso estribillo de notas largas. El público orgullosamente millenial, corea y registra el momento con los móviles. “¡Emily!¡Emily!¡Emily!”, gritan desde la preferencial, como saludando a gritos a la cantante. De manera simbólica, siguen con The emptiness machine, la primera canción estrenada en la nueva era del grupo. Mucha gente la conoce e incluso la corea. Así termina el primero de los cuatro actos de la noche.

Linkin Park en Chile Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera.

Los segmentos se marcan con piezas instrumentales de sonoridad inquietante, complementada con juegos de luces y figuras abstractas y tramas de colores en las pantallas. La música es la protagonista. El despliegue escénico de Linkin Park no tiene demasiados aspavientos. El público enciende las luces de los teléfonos y con el movimiento acompasado de los brazos en alto sigue The Catalyst, momento que se corona con una explosión de confeti. Cuando la canción ya pasó, Armstrong lanza un “wuau”, como sorprendida por lo que sucedió. Nuevamente se escuchan los “¡Emily!¡Emily!¡Emily!”, desde el público.

El set está cargado a los temas de From Zero, el álbum de 2024 que funcionó como un reboot de Linkin Park, los que en general son escuchados con respeto, aunque sí hay varios que son conocidos por la fanaticada más militante. Shinoda se permite incluir parte de Where’d you go, de su proyecto Fort Minor, acaso como para marcar que él es quien manda en el grupo.

Canciones como Over each other y la dramática Waiting for the end, permiten apreciar la capacidad como intérprete de Armstrong. Canta con técnica, es muy afinada y maneja con criterio los matices. Conoce bien su voz y es capaz de colorear con toques de entonación gutural, que sorprenden y suenan con mucha claridad. Y nuevamente bajan los “¡Emily!¡Emily!¡Emily!”, esta vez ya con más fuerza. Luego, Emily y Mike Shinoda caminan por la pasarela que conecta con el escenario. Saludan al público. Luego Emily lanza el feroz grito que abre Two Faced, uno de los temas de From Zero. El headbanging es masivo. Los riffs de afinación grave atronan en la fría noche de primavera. Pero la voz de Armstrong es incandescencia neta.

Linkin Park en Chile Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera.

Hay momentos de intermedio, como el breve solo del DJ Joe Hahn en la tornamesa, el instrumento que caracterizó esa era del nü metal. Luego, Shinoda tiene su momento; rapea y mientras lanza sus rimas, baja hasta las primeras filas. Saluda a los extasiados fans y a uno de ellos le regala su jockey. El respetable brama. “¡Linkin Park!¡Linkin Park!¡Linkin Park!” gritan ahora. Y en el escenario, Armstrong ruge con ferocidad al cantar la intensa IGYEIH. El segmento cierra con One step closer, nuevamente con generoso despliegue de confeti.

Tras un momento de pausa, que se mantuvo con imágenes de los entusiastas fans en las pantallas, el show sigue con un segmento más breve. El arpegio de piano abre Lost, lo que permite el despliegue de Emily Armstrong en un plano más cercano al de una balada, tras el atronador final del segmento anterior. Las luces de los teléfonos iluminan la noche en Ñuñoa. Siguen con Stained, uno de los temas del nuevo álbum en que Shinoda y Armstrong empalman sus voces. El público se entusiasma al sonar What I’ve done, que la cantante interpreta con intensidad. La clave es que no imita al desaparecido Chester Bennington, sino que ha mostrado que es capaz de adaptar el repertorio a su estilo y además su poderosa voz gritada, en vivo suena rotunda.

El segmento final destaca con temas como Numb, del clásico álbum Meteora, y otros temas de su era original como From the inside y Bleed it out. El grupo interpreta correctamente, con un sonido bien desplegado. El público, ya entregado al recuerdo, bramó con el repaso de Hybrid Theory con Papercut y el himno In the end. El escenario vuelve a llenarse de confeti mientras el grupo descarga los riffs de la urgente Faint, que Armstrong se apropia notablemente. Los aplausos bajan desde la galería y los palcos para saludar a la saludable reinvención de Linkin Park. Un paso complejo, pero que lograron salvar gracias al tesón de Mike Shinoda y la capacidad de Emily Armstrong.

Linkin Park en Chile Foto: Pedro Rodríguez/La Tercera.
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