“¿A partir de qué edad se puede empezar a torturar a un niño?” es la pregunta que un joven conscripto argentino se encuentra de golpe anotada en un cuaderno, y es designado para ir a obtener la respuesta de parte del médico militar, el doctor Mesiano. Hay una detenida que está embarazada y a punto de dar a luz, por lo que la respuesta urge. Desde el Centro Malvinas de Quilmes, el soldado -quien además sirve como chofer personal del galeno- debe partir a buscarlo y le informan que está en el Estadio Monumental de River viendo a la selección Argentina jugando contra su similar de Italia. Es junio y se está disputando el mundial de fútbol 1978.

Así arranca la novela Dos veces junio, del destacado escritor trasandino Martín Kohan (58). El bonaerense es uno de los autores más notables de su generación. Premio Herralde de Novela 2007 por Ciencias Morales, es Licenciado y Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Prolífico escritor, ha publicado 11 novelas, 5 libros de cuentos y 10 de ensayo.

Original de 2002, Dos veces junio fue muy aplaudida en su tiempo por cómo trata el tema de la última dictadura militar allende Los Andes. Siempre desde una perspectiva de los héroes anónimos, los personajes lejos del poder central, los que siguen órdenes y los que son perseguidos. Es quizás uno de los temas centrales de la literatura de Kohan. Ahora, el libro vuelve a las librerías chilenas gracias a una nueva edición del sello independiente nacional Banda Propia.

“Había escrito justo antes dos novelas en registro paródico, medio carnavalesco: El informe y Los cautivos. Y no sólo no quería repetirme en lo que ya había hecho, quería llevar mi escritura al punto más bien opuesto: narrar lo ominoso, narrar lo más oscuro. Es decir que surgió ante todo por una necesidad literaria”, recuerda Kohan en charla con Culto.

La novela tiene una primera parte, decíamos en 1978, para luego pasar a una segunda, ambientada en 1982. Esta vez, el conscripto ya es un estudiante de medicina, y se encuentra con una noticia terrible que lo empuja a buscar a Mesiano. Por esas cosas del destino, nuevamente debe ir por él mientras la Argentina juega un partido de fútbol, en junio. Ahora es el mundial de España lo que concentra la atención y la ilusión de los hinchas albicelestes, con el debut del joven Diego Maradona en la Copa del Mundo.

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Breve e intenso. Me exigió una gran compenetración para mantener el tono impasible, para no salirme de él.

¿Cómo llegaste a esa frase que de alguna manera dispara la novela “¿A partir de qué edad se puede empezar a torturar a un niño?”

La escuché en su momento en el testimonio que brindó una sobreviviente de un centro clandestino de detención. Tomarla como punto de partida me permitía definir el tono que yo quería que el texto tuviese. Porque lo terrible de la frase no radica solamente en lo que dice, sino en el tono neutro en que se la dice, en ese registro de racionalidad instrumental que la vuelve aún más siniestra.

La figura del médico militar, el dr. Mesiano, es central. ¿Hubo alguna inspiración real o investigación específica detrás de la creación de este personaje?

La novela Villa, de Luis Gusmán, fue una lectura decisiva para mí. Es decir que la inspiración fue más bien literaria.

Está también el tema de una embarazada dando a luz en un centro clandestino de detención y el robo de niños. Pero todo muy sutil, no es un relato testimonial. ¿Porqué optaste por esa forma de narrar?

La función testimonial y la función documental la cumplen perfectamente bien los testimonios y los documentos. Me interesa la literatura porque puede hacer otra cosa con esos mismos materiales.

Hay un tema de fondo en esta novela que es la memoria. El recordar, qué es lo que se recuerda. ¿Fue uno de los elementos que guiaron la escritura de la novela?

Sí, pero partiendo en todo caso de un aspecto fundamental de la memoria como es el olvido. En clave futbolística: noté que estaba bastante olvidado el partido que Argentina pierde durante el mundial 78 (1-0, con Italia). La memoria triunfal del mundial ganado precisaba evidentemente ese olvido. De ahí surgió la idea de escribir una novela que transcurriera exclusivamente durante esa noche, la de la derrota. Trabajar con ese olvido.

A más de 20 años de su publicación, ¿cómo ves Dos veces junio en el contexto de tu obra general?

No puedo decirlo. Mi relación con la escritura es menos de recapitulación que de impulso hacia adelante. Así que no lo sé.

¿Crees que los temas explorados en Dos veces junio siguen siendo relevantes en la Argentina y el mundo actual?

¡Espero que sí, así la leen! Pero lo que mayormente recojo de las lecturas de la novela es el impacto que les produce la forma. Y, como sabemos, el tema queda definido por la forma.

En otro ámbito, ¿cómo has visto al gobierno de Javier Milei?

Javier Milei ha pedido un gran sacrificio a los argentinos para que las cosas salieran adelante. Pero los que están haciendo el sacrificio son unos y los que están saliendo adelante son otros. El vaciamiento de lo público es feroz e indiscriminado. El rechazo a la cultura y a la educación es explícito. El maltrato general es lo dominante en el día a día, en especial desde el aparato del Estado, que se está viendo muy fortalecido para ello. Todos nos estamos embruteciendo en alguna medida.