Sarah Gilbert: La científica que lleva la delantera en la vacuna

Sarah Gilbert, la vacunóloga británica que dirige la investigación de la Universidad de Oxford.

La vacunóloga británica lidera el equipo de la Universidad de Oxford que va ganando la carrera por conseguir una vacuna contra el coronavirus.


Cuando la revista The Lancet dio a conocer a comienzos de semana que las pruebas realizadas por un equipo conjunto de la Universidad de Oxford mostraron que la vacuna contra el coronavirus es segura y tiene la capacidad de generar una respuesta positiva en el sistema inmune, todos los ojos se dirigieron hacia Sarah Gilbert, la vacunóloga británica que dirige la investigación.

Luego de pasar años trabajando en el más puro anonimato, siendo solo conocida en los círculos científicos, ahora su rostro aparece en publicaciones de la prensa mundial, como una suerte de celebridad, aunque ella se lo toma con humildad y considera su labor como un trabajo colaborativo en medio de una pandemia. “Lo que nosotros podemos hacer es fabricar una vacuna, así que eso es lo que estamos haciendo”, dijo en abril pasado, en una entrevista con el diario The Times. “Algunas personas pueden hacer lo mejor si se quedan en casa y no salen a juntarse con sus amigos. Algunas personas pueden ayudar a sus vecinos con las compras y dejarlas en la puerta de sus casas”, agregó.

Gilbert y su equipo se encuentran en el “primer lugar” en la carrera por conseguir una vacuna contra el coronavirus. Hasta ahora ha sido probada en 1.077 personas y provocó una respuesta de anticuerpos dentro de 28 días y una respuesta de células o linfocitos T dentro de 14 días. La Universidad de Oxford tiene una alianza con la farmacéutica AstraZeneca, que se comprometió a la producción de dos mil millones de dosis, con distribución mundial y a precio de costo (2,5 euros la unidad).

Sarah Gilbert, de 58 años, se especializa en el desarrollo de vacunas contra la influenza y los patógenos virales. Sin embargo, según ella, esta nueva carrera se trata de la humanidad. “El primer desafío que tuvimos para desarrollar la vacuna por el coronavirus fue el financiamiento, porque teníamos poco dinero y el proyecto creció y necesitábamos más dinero”, dijo Gilbert en un conversatorio organizado por la Universidad de Oxford en junio. “La preocupación ahora es que estamos haciendo esto con mucho menos tiempo con el que trabajamos normalmente. Estamos haciendo todo en paralelo. Nada de esto es nuevo para nosotros, solo que ahora hacemos varias cosas al mismo tiempo”, añadió. Así, por ejemplo, en febrero testeaban con ratones y al mismo tiempo hacían las postulaciones para realizar pruebas en humanos, además de hablar con los fabricantes.

Ensayos de la vacuna de la Universidad de Oxford.

La vacuna en la que trabaja Gilbert es la primera en entrar en la fase 3 y más de 10 mil voluntarios en Brasil y Sudáfrica ya han recibido dosis. Entre estos “conejillos de Indias” se encuentran sus trillizos de 21 años, estudiantes de bioquímica que en abril ingresaron al proyecto. “Realmente no lo discutimos en familia, no pasaba mucho tiempo en la casa por ese entonces”, dijo en una entrevista con la revista de la agencia Bloomberg. Y advirtió que no estaba preocupada por los efectos que esto podría producir en sus hijos. “Sabemos los efectos adversos, pero sabemos también la dosis que hay que usar, porque hemos hecho esto antes tantas veces”, explicó. “Obviamente, estamos haciendo una prueba segura, no estamos preocupados”, sostuvo.

Gilbert está optimista con el trabajo, de hecho, cuando un grupo de parlamentarios británicos le preguntó si era posible tener una vacuna antes del invierno (boreal) ella respondió: “Espero que podamos mejorar ese cronograma e ir a su rescate”.

Los buenos resultados del equipo de Gilbert no son sorpresivos, porque llevan muchísimos años trabajando con vacunas. Es más, cuando ocurrió el brote de ébola, el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, al que ella pertenece, lideró los primeros ensayos de la vacuna contra ese virus, y la OMS la designó para elaborar un plan para responder rápidamente a la “Enfermedad X” -que se refiere a un desconocido, pero inevitable patógeno- con el fin de que se pudieran tomar las acciones necesarias de forma rápida en el futuro. Y el Covid-19 es justamente ese patógeno por el que se estaban preparando, por lo que Gilbert se encontraba lista.

Así, cuando recién se enteró de esta enfermedad respiratoria con origen en Wuhan durante el Año Nuevo, Gilbert no sabía cuán rápido se iba a propagar el nuevo virus. “No sabíamos lo que era al comienzo. Conversaba con mis colegas sobre que apenas se diera a conocer la secuencia haríamos algo: lo probaríamos en ratones y mostraríamos lo que podíamos hacer”, explicó.

(Foto: Reuters) Un hombre pasa junto a un cartel de la farmacéutica AstraZeneca, en la ciudad inglesa de Macclesfield.

Cuando los científicos chinos publicaron la secuencia genética del Covid-19 el 10 de enero pasado, Sarah y su equipo se pusieron inmediatamente a trabajar en el coronavirus. Desde esa fecha, al igual que muchos en su equipo, la científica se despierta a las 4.00 para luego tener una extensa jornada desarrollando la vacuna. “Me despierto con muchas preguntas en mi cabeza”, contó a Bloomberg. Luego trabaja algunas horas desde su casa para después irse en bicicleta hacia el instituto, donde se queda hasta bien entrada la noche. Su equipo, que en enero constaba de unas pocas personas, ahora llega a alrededor de 250.

Alumna ejemplar

Quienes la conocen señalan que desde siempre ha sido una persona sobresaliente. Una de sus características es que cuando explica una investigación, es muy clara y didáctica, como una profesora que habla con sus alumnos, haciendo parecer sencillo un procedimiento que toma años en desarrollarse.

Desde que era pequeña y estudiaba en el colegio Kettering High, en el condado Northamptonshire, en Inglaterra, destacó como buena alumna. Sus profesores la recuerdan como una niña tranquila, muy estudiosa y extremadamente inteligente. De hecho, se graduó con las mejores calificaciones.

(Foto: Reuters) Una funcionaria del Centro de Referencia para Inmunobiológicos Especiales, de la Universidad Federal de Sao Paulo (Unifesp), donde se realizan los ensayos de la vacuna contra el coronavirus de Oxford y AstraZeneca.

No fue sino hasta su adolescencia que quiso ser científica y estaba muy emocionada de estudiar ciencias biológicas en la Universidad de East Anglia, según recuerda una de sus compañeras, Jane Badgier, en conversación con el periódico Northamptonshire Telegraph. “Me caía bien, era tranquila y determinada y es de esa clase de personas que afrontan las cosas sin hacer mucho escándalo”, dijo.

Sus intereses, eso sí, no solo se limitaban a la ciencia. Sarah viene de una familia de músicos y de niña tocaba el oboe en la orquesta del colegio. Una de sus compañeras en ese entonces, que tocaba la flauta, la recuerda como “simpática y estudiosa”. “Sarah era trabajadora y siempre estaba metida en su trabajo. Es de esas personas amables. No creo que a nadie le puede molestar algo de ella”, señaló Michele Stock.

Después de graduarse, estudió para un doctorado en la Universidad de Hull, en el norte de Inglaterra. Trabajó por dos años en el Biocentro de Leicester. Luego ingresó a la compañía de biotecnología Delta, donde aprendió sobre la fabricación de medicamentos.

Fue ese conocimiento práctico de la fabricación de medicamentos, junto con su destreza académica, lo que luego en su carrera la ayudarían a liderar la investigación de la vacuna contra el Covid-19, el hito más importante de su carrera.

Fue en 1994 que consiguió un puesto de alto nivel en Oxford, y después de cuatro años de trabajar allí, tuvo trillizos. Más tarde, Gilbert dijo en una entrevista con el Departamento de Medicina de Nuffield: “Debido a que tenía trillizos, los aranceles de la guardería habrían costado más que todos mis ingresos como científica posdoctoral, por lo que mi pareja tuvo que sacrificar su propia carrera para cuidar a nuestros hijos”.

“Cuando tuve a mis hijos, en 1998, solo tenía derecho a 18 semanas de licencia remunerada por maternidad, lo que fue difícil, ya que tuve que cuidar a tres guaguas prematuras”, agregó. Eso sí, recuerda que pudo tener horarios flexibles, aunque tuvo que sacrificar mucho tiempo de estar con su familia. La científica añade que su familia se convirtió en un gran sistema de apoyo, que se hizo imprescindible para lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida personal.

(Foto: AFP) Pasajeros con mascarillas en el metro de Londres.

Una de las cosas que más le preocupaban en abril pasado, en plena pandemia en Reino Unido y el hemisferio norte, era la dificultad de probar si la vacuna funcionaba a medida que el virus se propagaba en algunas partes del mundo y disminuía en otras. “Para determinar la eficacia de la vacuna de cualquier coronavirus la prueba tiene que hacerse en el lugar correcto en el momento adecuado, y eso es muy difícil de predecir”, explicó en ese entonces. “Es por eso que estamos planeando hacer múltiples ensayos en múltiples países”, añadió.

Gilbert ha expresado una notable confianza en sus posibilidades, al señalar que la vacuna tiene un 80% de probabilidades de ser eficaz para evitar que las personas que se han expuesto al nuevo coronavirus desarrollen Covid-19. Y cree que eso se podrá saber en septiembre.

Y así lo confirmó también Mene Pangalos, vicepresidente ejecutivo de investigación y desarrollo de biofarmacéuticos para AstraZeneca, al ser consultado esta semana. “Sí, la tenemos”, sostuvo en relación a la vacuna. “En cualquier momento, a partir de septiembre”, si todo sale bien en los ensayos clínicos. Toda una hazaña para la tranquila y muy estudiosa Sarah.

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