Bielorrusia: El rol de Lukashenko en las negociaciones entre Rusia y Ucrania

El Presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo bielorruso Alexander Lukashenko se dan la mano durante una conferencia de prensa conjunta en Moscú, Rusia, el 18 de febrero de 2022.

Después de autorizar el despliegue de tropas rusas en territorio bielorruso para ejercicios militares, que se volvieron la antesala de la invasión a Ucrania, el denominado "último dictador de Europa" y un socio leal a Vladimir Putin, rechaza estar involucrado en el conflicto pese a que su frontera es sede de las negociaciones diplomáticas y cuando Occidente asegura que Minsk prepara una ofensiva militar.


Es uno de sus aliados clave para el Kremlin en esta guerra en Ucrania, por lo que no parece extraño que Bielorrusia fuera el tercer país elegido para iniciar hoy las primeras rondas de negociaciones entre Moscú y Kiev desde que estalló la invasión el jueves.

Las delegaciones de Moscú y Kiev cruzaron la frontera después que el Presidente bielorruso Alexander Lukashenko comprometió que “todos los aviones, helicópteros y misiles” desplegados en su territorio, transformado ahora en una especie de base rusa que alberga a 30 mil militares rusos integrantes de una operación lanzada el último mes y que permitió a los prorrusos lanzar desde está zona estratégica los primeros ataques con cohetes contra fuerzas ucranianas, permanecerán en tierra en un cese al fuego instaurado para que ambas partes busquen consensos diplomáticos.

El protagonismo bielorruso, un socio del mandatario ruso, Vladimir Putin, desató una serie de cuestionamientos de la comunidad internacional, ya que acusan a Bielorrusia de ser el “otro agresor en esta guerra”. Por esto, la Unión Europea (UE) emitió una nueva ronda de sanciones al gobierno bielorruso, cuyo respaldo occidental tambalea desde 2020, cuando ordenó reprimir fuertemente las protestas que estallaron tras la cuestionada reelección de Lukashenko, en el poder desde hace 28 años.

Una manifestación con una figura del Presidente ruso, Vladimir Putin, manejando al Presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, como un títere, en Alemania.

Los militares rusos están lanzando misiles contra Ucrania desde territorio bielorruso. Desde su territorio están matando a nuestros hijos, están destruyendo nuestras casas e intentando volar todo lo que se ha construido durante décadas”, criticó el Presidente ucraniano, Volodimyr Zelensky en un video publicado en sus redes sociales este domingo.

En medio de la escalada de tensión entre Rusia y Ucrania, la relación entre Putin y Lukashenko se acercó cada vez más. Si antes de la pandemia, el vínculo entre ambos líderes autócratas estaba congelado, las históricas manifestaciones desatadas el 9 de agosto de 2020, se transformaron en la excusa perfecta para que el Kremlin volcara sus ojos al país que fue parte de la Unión Soviética (URSS).

En las sextas elecciones presidenciales desde su independencia, los bielorrusos fueron a las urnas y Lukashenko, al igual que desde 1994 estaba en las papeletas. Durante la campaña, algunos de los candidatos opositores fueron detenidos o debieron huir del país y en el día de la votación se denunciaron “numerosas irregularidades”, que terminaron con una sorprendente victoria del denominado “último dictador de Europa”, con el 80% de los votos.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, y el Presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, observan lanzamientos de entrenamiento de misiles balísticos como parte del ejercicio de la fuerza de disuasión estratégica, en Moscú, Rusia, el 19 de febrero de 2022.

La contundente victoria desató acusaciones de fraude electoral y los ciudadanos salieron a las calles para manifestarse, especialmente en la capital Minsk. En respuesta, Lukashenko, un negacionista de la pandemia del Covid-19, ordenó el envío de fuerzas, que resultó en casi 7 mil detenidos, heridos y denuncias de torturas por brutalidad policial, lo que elevó la presión internacional exigiendo la dimisión del mandatario bielorruso.

Contra las cuerdas, Lukashenko optó por pedir ayuda a su viejo amigo, Vladimir Putin. Según BBC, aún con las diferencias entre ambos líderes en el último tiempo, el bielorruso fue el único miembro del Partido Comunista de la exrepública soviética, que votó en contra de la disolución de la URSS, y pese a que el comunismo cayó, mantuvo muchas estructuras y monumentos del pasado soviético, Lukashenko llamó al líder ruso, quien se comprometió a enviar “asistencia integral” en el caso de “amenazas militares externas”, lo que se tradujo en préstamos para compensar las sanciones de Occidente.

Para fines de 2021, Bielorrusia volvió a desatar la molestia del bloque europeo al ser protagonista de una nueva crisis migratoria para la UE. Bruselas acusó a Lukashenko de organizar y promover la llegada de al menos 2 mil migrantes, en su mayoría de Medio Oriente, Asia Central y África, para cruzar por esta vía hacia Polonia, Lituania y Letonia como represalia a las sanciones económicas emitidas contra Lukashenko, después del desvío forzado de un avión comercial Ryanair que en su interior trasladaba a un opositor.

Lealtad soviética

Desde el “gesto” de respaldo del Kremlin al Ejecutivo de Bielorrusia, Lukashenko habría quedado con una deuda ante Putin. Justamente, esto le permitió a Rusia realizar una serie de ejercicios militares en conjunto que terminaron por movilizar sus tropas por el tercer país, facilitando su ingreso y permitiendo su paso por la frontera norte, clave para avanzar hasta Kiev y a menos de 100 kilómetros del corredor Suwalki, entre Lituania y Polonia, siendo el paso para llegar a la UE y miembros de la OTAN.

En la última semana, el Presidente francés, Emmanuel Macron conversó por teléfono con Lukashenko solicitando sin éxito la retirada de las tropas rusas ante una “guerra unilateral e injusta”. Ante la ola de sanciones lanzadas por Occidente contra el Kremlin, Estados Unidos decidió hoy suspender todas las operaciones de su embajada en Bielorrusia, así como la salida del personal no esencial y los diplomáticos en Moscú.

El Presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, emite su voto en el referéndum sobre las enmiendas constitucionales en un colegio electoral en Minsk.

Pese a estar en uno de los puntos más álgidos del conflicto bélico, Bielorrusia celebró ayer un referéndum en el que con un 65% de los votos se decidió para una nueva Constitución, entre los cambios que fueron aprobados, el país opta por dejar atrás la neutralidad y retomar armas nucleares, por lo que Lukashenko podría solicitar a Moscú el regreso de armamento atómico. Además, entre las modificaciones que pueden ser aprobadas, el mandatario que llegó en 1994 al poder podría permanecer en el cargo hasta 2035 y gozar de una inmunidad de por vida tras dejar el cargo, así como ampliar los poderes de la Asamblea Popular de Bielorrusia.

Todos, desde Japón hasta Estados Unidos, están tratando de vincularnos a esta guerra. Ya se están anunciando sanciones contra nosotros. Pero aguantaremos. Lo importante es evitar que la gente muera”, defendió Lukashenko tras respaldar la tesis rusa señalando que “los hechos demuestran que Ucrania quería este conflicto con Rusia”.

De acuerdo al diario The Guardian, Bielorrusia está alistando un posible envío de soldados para apoyar a las tropas rusas en Ucrania transformándose en un participante explícito de la guerra, por lo que Europa califica a Minsk como una extensión del Kremlin tras el lanzamiento de misiles desde Brest y en la región de Rivne. Ante esto, la Unión Europea estudia imponer una nueva ronda de sanciones está semana contra Bielorrusia por su colaboración a la invasión en Ucrania, para golpear sus exportaciones, cercar a oligarcas, el banco central y aislar bancos bielorrusos.

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