Centro de alumnos de Derecho UC: la otra elección en que Luis Silva también derrotó a la derecha tradicional

Luis Silva.

En las votaciones para elegir al centro de alumnos de Derecho UC para 2001, el gremialismo sufrió una derrota inesperada: quedaron segundos, detrás de un estudiante Opus Dei, apoyado por una ecléctica lista de independientes y a quienes la DC no les quedó más remedio que apoyar en segunda vuelta. Ese era Luis Silva. El mismo que ayer, 23 años después, volvió a repetir la sorpresa.


La victoria de Luis Silva en la Región Metropolitana tuvo ingredientes especiales. No sólo porque con sus 707.072 votos se convirtió en la primera mayoría nacional en las elecciones de consejeros constitucionales, sino también porque el republicano dejó atrás a todos los otros competidores de Chile Vamos reviviendo una hazaña de su época universitaria. Para entender la magnitud del triunfo, un dato: entre los seis candidatos de la lista que agrupaba a los nombres de Evópoli, RN y la UDI, sólo eligieron a Gloria Hutt y acumularon 848.727 preferencias. Apenas 141.655 sufragios más que el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Los Andes.

Esta, sin embargo, no era la primera vez que Silva Irarrázaval amargaba a la derecha tradicional. Veintitrés años antes, cuando era alumno en la Casa Central de la UC, Silva apostó por una tarea que, hasta entonces, parecía imposible: desafiar a los gremialistas en su cuna, en la pelea por el Centro de Alumnos de Derecho.

A fines de 2000 terminaba el período de Kristoffer Verbeken del Movimiento Gremial (MG). La candidata natural para la sucesión era Consuelo Villalabeitía, también gremialista. Toda la vida de la estudiante parecía atada a la universidad. No sólo porque había crecido a cuadras del Campus Oriente y era un rostro recurrente en trabajos de verano e invierno, sino que había un elemento incluso más evidente: su madre, María Cristina Navajas, trabajó 33 años en la UC y fue decana de Derecho entre 2000 y 2003. También sumaba que su mentor en política era Ernesto Silva, quien años después se transformaría en presidente de la UDI y que por esos años era una influyente figura de los jóvenes gremialistas.

El contendor que representaba al mundo de la Democracia Cristiana Universitaria (DCU) -en ese entonces, agrupados en la lista K3- era Juan Antonio Goldenberg, quien buscaba suceder en el mundo de centro de Derecho de la UC a un grupo de entonces jóvenes que luego se harían un lugar en el escenario político del país, entre quienes destacaba el exabanderado Sebastián Sichel y su otrora jefe de campaña en primarias Cristóbal Acevedo y un tercer personero que luego apostaría por el Frente Amplio, Felipe Heusser.

Luis Silva era el tercer candidato que agrupaba a los independientes. Así describió sus motivaciones para entrar en la política, mientras era estudiante, en Opus Dei: una cruzada silenciosa, un documental de Marcela Said estrenado en 2006.

“Me quiero dedicar a la política por una cuestión muy de fondo, que es cambiar un poco la mentalidad de este país, de mucha gente por lo menos. Encuentro que somos muy estatistas. Esperamos todo del Estado, aunque nos dé poco. No nos damos cuenta del poder que tenemos en nuestras manos, de lo que somos capaces de hacer. Me gustaría ser político para eso y para influir lo más posible en las leyes. Que sean leyes acordes con la moral, pero también por esta cuestión de fondo, de hacer que la gente crea más en sí misma”.

Todos contra el MG

Había un elemento en común que unía a todos quienes participaban de esa lista de independientes, recuerda Cristóbal Bellolio, que fue parte del equipo de Luis Silva: “Éramos toda gente que venía desde la derecha, pero que tenía críticas distintas al gremialismo. Luis Alejandro Silva, y otro grupo cercano a él, era de aquellos que pensaban que el gremialismo había perdido su rumbo y que quienes lo conducían habían traicionado el espíritu de Jaime Guzmán. Pero habíamos otros que éramos mucho más liberales y, por lo tanto, estábamos tratando de crear una tercera alternativa”.

El primer golpe fue pasar a segunda vuelta y lo consiguieron a costa de Goldenberg, que quedó en el camino. Según Bellolio, hubo un rasgo en el perfil de la lista que logró conseguir los apoyos necesarios para el balotaje.

“Luis Alejandro se presentó como la lista de los mateos. Todos los ayudantes, los que tenían buenas notas, todos se pusieron detrás de la lista de Luis Alejandro, que era la novedad. Era lo sexy del momento. No fue un voto por la derecha dura. En ese entonces, votar por la derecha era votar por Consuelo Villalabeitía. Era votar por el gremialismo. Nosotros no éramos Republicanos, para nada”.

Esa mezcla circunstancial y bastante heterogénea, donde podían coincidir, por ejemplo, un conservador religioso como Silva y un liberal ateo, como Bellolio, consiguió convocar a quienes se habían inclinado por la candidatura de Goldenberg.

“La gente de la DC votó por Luis Alejandro, apoyando el mal menor. Fue sencillamente porque las opciones eran la candidata gremialista y este otro proyecto que representaba una crítica al gremialismo y que tenía dos almas”. Por lo mismo, explica Bellolio, sería incorrecto decir que Silva ganó esa elección del Centro de Alumnos de Derecho UC con el apoyo de la centro izquierda. Lo que pasó, plantea, es que no tuvieron una mejor opción.

Luego de ese elección, Villalabeitía se convirtió en la primera mujer elegida como Consejera Superior en la UC. Muchos años después, llegaría a ser directora legal de Enap. Silva tomó el camino académico hasta que se unió al Partido Republicano de José Antonio Kast: otro proyecto político que nacía de una crítica a los gremialistas, en este caso, de la UDI. La elección del domingo 7 fue una revancha para Silva, ya que intentó infructuosamente ser convencional en las elecciones de 2021.

En esa campaña por el centro de alumnos a inicios de la década del 2000 -sin embargo- su impronta ideológica no era tan nítida. “No era tan fácil sacarle la foto ideológicamente a la lista de Luis Alejandro Silva en esas elecciones para el periodo 2001 -cuenta Bellolio-. Son otras las dinámicas que se dan en la política universitaria, que no creo que sean extrapolables al caso actual. Por lo mismo, creo que sería incorrecto decir que lo que ocurrió entonces fue algo parecido a lo que se produjo ayer”.

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