El destino errante de los archivos de Kafka: del mercado negro alemán a la Biblioteca Nacional de Israel

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Kafka falleció tempranamente en 1924, y sus archivos quedaron a cargo de su amigo Max Brod.

Hace una semana, autoridades alemanas cedieron a la institución israelí más de 5 mil documentos del autor de La metamorfosis que fueron conservados por su albacea y amigo, Max Brod. Tras la muerte de este último, fueron heredados a su secretaria, quien los vendió y repartió entre sus hijas y otras instituciones. Ahora serán digitalizados y publicados.


"Quema todo lo que dejo tras de mí; manuscritos, diarios, cartas y bocetos", le escribió Franz Kafka en 1924 a su gran amigo y ex compañero de universidad, Max Brod. La historia es conocida: Brod no hizo caso al último deseo del autor judío alemán nacido en Praga en 1883, quien murió el 3 de junio de 1924 de tuberculosis, un mes antes de cumplir los 41 años.

En 1939, 15 años después de la muerte de Kafka, Brod –también de origen judío– huyó de Praga ante la invasión de las tropas nazis. Antes, publicó parte de los manuscritos, incluidas las novelas El proceso y El castillo, así como la primera biografía de su amigo escritor, en 1937.

La traición de Brod a la voluntad final de Kafka impidió que este pasara al olvido, y de paso lo convirtió en uno de los autores fundamentales del siglo XX.

Desde entonces, el destino de los archivos del escritor de La metamorfosis se ha vuelto una larga novela, cuya trama acaba de desenredarse hace unos días en tribunales.

Historia kafkiana

Cuando Brod murió en 1968, su secretaria personal, Esther Hoffe, heredó los documentos inéditos del escritor de Praga. En su testamento, Brod ordenó destinarlos a la Universidad Hebrea de Jerusalén, a la Biblioteca Pública de Tel Aviv u otra institución en Israel, pero la mujer los mantuvo en su poder por más de 40 años.

Incluso Esther Hoffe vendió varios de ellos, como el manuscrito original de El proceso, publicado en 1925 y que fue subastado por US$ 1.8 millones en 1988. El resto fue a parar a una caja fuerte de un banco en Tel Aviv, otros a Zurich, en Suiza, y finalmente a su apartamento, también en la gran ciudad israelí.

Tras la muerte de Hoffe, en 2008, los documentos debieron retornar a manos de sus dos hijas. Pero no todo estaba dicho: en 2016, ambas perdieron la herencia por resolución de la Corte Suprema de Israel. La misma corte se puso del lado de la Biblioteca Nacional de ese país, argumentando que los archivos de Kafka debían ser considerados "bienes culturales" pertenecientes al pueblo judío y que la voluntad de su albacea fuese cumplida.

Pero la mano del mercado negro hizo también lo suyo en esta turbulenta historia. Diez años atrás fueron hallados en Alemania una serie de documentos pertenecientes a Kafka y que habían sido sustraídos del departamento de Hoffe. En 2013, incluso, dos comerciantes israelíes intentaron venderlos al Deutsches Literaturarchiv de Marbach, misma institución que compró el manuscrito de El proceso. Ambos fueron detenidos por la Policía Federal Alemana, pero lo cierto es que el hecho develó la posible venta de otros papeles falsos en una galería en Berlín. Mientras buscaban en un almacén en Wiesbaden, al suroeste alemán, los investigadores dieron con más de 5 mil páginas escritas de puño y letra por Kafka, además de pasajes inéditos del diario de Brod y la correspondencia con su esposa.

Entre cartas, manuscritos y hasta una postal que Kafka envió a Brod en 1910, todos ellos podrían ayudar a completar el puzzle en torno a la fugaz vida del escritor de Praga.

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Más de 5 mil documentos entregó el gobierno alemán a la Biblioteca Nacional de Israel, que los digitalizará y publicará.[/caption]

La entrega oficial de estos últimos se concretó la noche del pasado martes 21 en la residencia del embajador israelí en Alemania, Jeremy Issacharoff. En paralelo, otros manuscritos y dibujos de Kafka fueron retirados de las bóvedas del banco suizo UBS por orden de la corte de Zurich, en abril pasado.

"Recibir estos documentos de las autoridades alemanas es claramente un acto de justicia histórica, dado que los archivos robados de Max Brod ahora se transfieren de nuevo a la Biblioteca Nacional de Israel", dijo Issacharoff.

"Creo que (Kafka) estaría realmente divertido con esto. Él mismo no pudo inventar una trama mejor", declaró días atrás el archivista de la Biblioteca Nacional de Israel, Stefan Litt, quien ayudó a identificar los documentos hallados en Alemania entre una pila de archivos falsificados.

Días después, Oren Weinberg, director de la misma institución, prometió que quedarían disponibles al público: "Todo se publicará y digitalizará para que podamos compartirlo con todos. (…) Cumpliremos el deseo de Max Brod de difundir la obra de Kafka entre los amantes de la literatura en Israel y el mundo".

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