Un ídolo fuera, escaso apoyo del plantel y acusaciones de precariedad laboral: las heridas que deja la guerra entre Cruzados y sus trabajadores

Trabajadores de Cruzados exhiben el cartel más emblemático de la huelga que protagonizaron.
Trabajadores de Cruzados exhiben el cartel más emblemático de la huelga que protagonizaron.

El 27 de septiembre, a horas del clásico frente a Universidad de Chile, por la Copa Chile, el sindicato que agrupa a los funcionarios del club estudiantil adoptó la medida de fuerza más radical para pelear por sus reivindicaciones. Después de más de una semana, el acuerdo se alcanzó durante esta jornada, pero restablecer las confianzas rotas demandará algo más de tiempo en el tetracampeón del fútbol chileno.


El 27 de septiembre, la relación entre Cruzados y sus trabajadores se quebró. Apenas horas antes del clásico frente a la U, por la Copa Chile, un encuentro que terminaría cobrando notoriedad por la agresión que sufrió el golero laico Martín Parra, el sindicato del tetracampeón del fútbol chileno, que agrupa a 38 personas, adoptó la medida de presión más radical en la reivindicación de sus derechos laborales: votaron la huelga.

En las primeras horas de la jornada siguiente, el movimiento ya era un hecho. Desde ese día, quienes prestan servicios en el club, entre los cuales hay varios exjugadores que ejercen como técnicos en las divisiones menores de la institución, se agrupaban en el ingreso de San Carlos de Apoquindo y, con pitos y cualquier elemento que les permitiera hacerse notar, manifestaban su descontento a quien pudiera escucharlos.

Una de las quejas más profundas era que habían recibido indiferencia de quienes más respaldo esperaban. Otra, que la voluntad del club de llegar a un entendimiento aún no aparecía. Al respecto, desde Cruzados señalaron que siempre tuvieron la voluntad de llegar a un acuerdo y de escuchar las peticiones del sindicato, pero que no era fácil. El sindicato de Cruzados se creó hace aproximadamente un año y es primera vez que, como empresa, enfrentaban una situación así. Por eso, este jueves, ocho días después, se produjo el entendimiento, aunque en San Carlos de Apoquindo aún se pueden observar las heridas y las esquirlas de la guerra entre el club estudiantil y sus trabajadores.

“En huelga por solo $ 44.800″, rezaba el cartel que los manifestantes exhibían a modo de consigna. La explicación es un poco más amplia. “El sindicato realizó una reunión extraordinaria donde por un 54% fue aprobado aceptar la propuesta de Cruzados, con la condición de que en dicha propuesta fueran incluidos ocho entrenadores de escuelas de fútbol que no estaban siendo considerados en el reajuste”, expresó en su momento la entidad gremial. “Esto, hubiera significado al club un gasto mensual de $ 44.800 aproximadamente entre los ocho trabajadores, con un promedio de $5.625 pesos de incremento salarial para estos pocos trabajadores”, sostenía, en relación a la cifra que, según dijeron, desató el conflicto. Por esas horas, aún le buscaban explicación a la negativa del gerente Juan Pablo Pareja, a quien responsabilizaban por no haber llegado a un entendimiento.

En relación a esto, en la concesionaria sostienen que el aumento de $ 44.800 era solo una de las exigencias que contenía el petitorio, por lo que lograr un acuerdo iba mucho más allá de aumentar los sueldos en dicha cantidad, ya que habían otros puntos, algunos mucho más complejos de resolver, que debían ser estudiados y consensuados. Sin embargo, prefieren no entrar en detalles.

Los trabajadores de Cruzados, que estaban en huelga.
Los trabajadores de Cruzados, que estaban en huelga.

Hay otra herida que costará cicatrizar. Más allá del arreglo con la empresa, hay descontento en el sindicato con quienes esperaban tener como aliados virtualmente estratégicos: el primer equipo, capitaneado por José Pedro Fuenzalida. Cuando fue requerido acerca de la movilización, el Chapa evidenció una postura que fue considerada “tibia”. “Eso es un tema que ha salido a la luz y ha venido generando algo de ruido, obviamente, dentro de la institución, pero hoy día es algo en que nosotros hemos estado un poco ajenos”, declaró el carrilero, poco antes de jugar con la U la ida de los cuartos de final de la Copa Chile.

Estamos enfocados en esta semana de clásico y tampoco tenemos tanta información. Entonces, prefiero no referirme, porque hay temas que el club está negociando con los trabajadores, así que prefiero no involucrarme, porque es una muy semana importante para nosotros y estamos enfocados en lo que estamos jugando”, amplió.

Sin embargo, en Cruzados aseguran que el silencio del plantel y de la sociedad anónima durante todo este período fue una estrategia de la UC para evitar un enfrentamiento por la prensa entre el sindicato y la empresa. Esto, con el fin de salvaguardar la imagen del club, de sus trabajadores y también para no desconcentrar al primer equipo, que enfrentaba una semana clave de tres clásicos seguidos. Sostiene que nunca se trató de invisibilizar a los funcionarios ni de ignorarlos.

Aquella distancia comenzó a subsanarse, justamente, cuando el presidente de Cruzados, Juan Tagle, rompió el silencio en la antesala del duelo ante Colo Colo. “Espero que lo de Cristián (Álvarez) se revierta. Estamos en un momento muy difícil, de mucha tensión. Nadie quiere estar en un período de huelga. Hay reglar que cumplir. La huelga es un derecho de los trabajadores... Se han dicho cosas que no corresponden a la realidad, se han exagerado algunas posiciones, pero yo no voy a entrar a rebatir nada de lo que se ha dicho. Este es un proceso que ha sido largo, que ha durado más de dos meses y espero, realmente, que seamos capaces de llegar a acuerdo. Aquí, la iniciativa puede venir tanto de Cruzados como del sindicato para buscar esos puentes. No es cierto que esto sea por un punto. Esto no es una discusión sobre $ 45 mil pesos”, declaró el abogado, en Cooperativa.

A partir de ese momento, ambas partes se acercaron hasta que el acuerdo final se selló pasado el mediodía de este jueves.

Juan Tagle, presidente de Cruzados (Foto: Luis Sevilla)

Zampedri, el único

Han sido días intensos. Símbolos institucionales que forman parte del sindicato se han mantenido férreamente ligados a sus compañeros. A través de El Deportivo, Mario Lepe, quien le daba su nombre a una de las tribunas de San Carlos de Apoquindo, levantó el reclamo y advirtió de las consecuencias que acarreará la crisis. “No podemos exponernos a esto por un par de lucas; ni la imagen del club ni la nuestra”, dijo el histórico jugador a este medio, en alusión al exiguo monto que se ha levantado como bandera de lucha. También reclamó por el exiguo respaldo del plantel y reveló que, en su condición de referencia institucional, intentó un acercamiento infructuoso con Cruzados. No recibió respuesta.

Otro ícono, Cristián Álvarez, optó por una decisión más radical: renunció a su condición de entrenador de divisiones inferiores. El Huaso tenía a su cargo la categoría Sub 12. Además, era parte de la detección de talentos. Como el de Lepe, su intento de acercar a las partes en conflicto quedó en el aire. Literalmente, en un visto de WhatsApp. Hastiado, decidió desligarse del club de toda su vida. Es una de las relaciones que habrá que intentar recomponer.

Sobre esta situación, en Cruzados aseguran que Cristián Álvarez aún no renuncia legal ni oficialmente a la Católica. ¿Por qué? Porque el exdefensa no ha enviado aún una carta firmada ante notario con su renuncia y porque al estar en huelga estaban suspendidas las relaciones laborales. Además, aseguran que ya le respondieron al ídolo del club de la franja, mostrándole el deseo de que siga ligado a la institución. Sin embargo, hasta ahora, todavía no llega la respuesta del curicano.

La indiferencia del plantel fue una de las situaciones que más dolió al interior del sindicato. “El bus del plantel se desvió y se fue por otro lado. Somos los infectados del club. Nadie nos saluda, nadie nos mira. No quieren parar para conversar. No sé si es una posición de ellos o es una instrucción del club. Somos compañeros de trabajo. Llevamos 20 años en el club. El viernes recibimos el sueldo del mes, con los días descontados. Ni siquiera eso les importa. Antes de la huelga hablamos con Fuenzalida y con Parot. Mario Lepe les pidió el apoyo, antes de salir a Viña, antes del almuerzo. Fueron muy tibios, dijeron que nos apoyaban, pero ‘a la hora de’, nada”, lamentaba, hace un par de días, Iván Contreras, el presidente de la agrupación sindical.

Otro de los trabajadores movilizados establecía una salvedad. “El único jugador del plantel que se ha bajado a saludar ha sido Fernando Zampedri. Ni el Nacho Saavedra, que andaba marchando en el estallido social. En pandemia también se negaron a bajarse los sueldos para favorecer a sus compañeros”, exponía un exjugador que forma parte de la plantilla de entrenadores de las canteras cruzadas. Más notorio fue el respaldo de actores vinculados a otros clubes, como Jorge Valdivia, quien alzó la voz para pedir que la dirigencia estudiantil flexibilizara su postura.

Fernando Zampedri celebra un gol ante Audax Italiano.
Fernando Zampedri, goleador de la UC.

Los efectos

El club estudiantil funcionaba, por esos días, a media máquina. Además de la escuadra de honor, solo las categorías Sub 20, Sub 17, Sub 11 y Sub 10 seguían trabajando. Son las que dirigen los entrenadores que no forman parte del movimiento. Las tareas que realizan los trabajadores sindicalizados habían sido asignadas a otros funcionarios. “Los tres utileros del fútbol formativo están con nosotros. El jefe de operaciones, Raúl Tolchinsky, está entregando la ropa”, apuntaba Contreras, a modo de ejemplo.

Hubo también, acusaciones de precariedad laboral. De falta de condiciones de trabajo que se consideran básicas en la preparación de jóvenes para el alto rendimiento futbolístico, pero, principalmente, para cualquier trabajador. Los testimonios, en este contexto, surgían anónimamente. “Hay categorías que entrenan con 30 jugadores en la mitad de una cancha, con ocho a 10 balones por serie. Hace cinco años que prometieron un camarín para los profesores, un container. Por años se viene pidiendo una caseta para grabar los entrenamientos de los niños y a la gente que trabaja con el plantel no le dan locomoción y comen cada 12 horas”, apuntaba uno de los huelguistas. Un ejemplo más gráfico hablaba de que uno de los profesores elevó una denuncia a la Inspección del Trabajo, porque el club se negó a comprar bloqueador solar, una exigencia establecida por ley para proteger a quienes se desempeñan al aire libre.

Contreras, como líder sindical, asentía a esos reclamos, pero los separaba del enfrentamiento que concluyó este mediodía. “Escapan al petitorio. Hay muchos problemas del día a día que les traspasamos a las jefaturas. No tenían idea de lo que estaban pasando”, puntualiza. “Cuando termine la huelga vamos a sacar todos los temas del día a día para no desviar el tema de fondo”, advertía.

Finalmente, ese momento, llegó. Y fue este jueves. “Informamos a los Cruzados, las Cruzadas y a la opinión pública en general que, en la madrugada de este jueves, se alcanzó un acuerdo entre Cruzados y el Sindicato de Trabajadores que pone término a la huelga legal. Desde la jornada de hoy jueves 6 de octubre los trabajadores sindicalizados retomarán sus labores”, comunicó el tetracampeón del fútbol chileno, de manera oficial, en sus redes sociales y página web. El breve escrito estaba firmado por Juan Tagle, presidente de la sociedad anónima, e Iván Contreras, timonel del sindicato. Con el conflicto ya terminado, lo que viene ahora para la UC es recomponer relaciones.

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