Arte: "Lo que significa ser humano"
El fotógrafo alemán Wolfgang Tillmans dice que eso es lo que intenta captar cuando aprieta el obturador. Sus imágenes de los noventa se consideran un retrato de la cultura de esos años. No solo la noche, las modelos como Kate Moss, la sexualidad o los jóvenes han sido sus temas. También hay abstracción, investigaciones con el papel y una protesta en Chile, entre sus imágenes. Durante dos años no volverá a exhibir su trabajo, porque necesita un respiro, así es que la muestra que hasta octubre exhibe sus fotografías en el MAVI es ideal para entender lo que ?ser humano? significa para él.
Puerto Montt, Valparaíso. Wolfgang Tillmans supo casi desde siempre que esos lugares existían en esta parte del planeta.
“Durante generaciones el negocio de mi familia fue exportar herramientas desde Sudamérica y mi padre por muchos años viajó buscando proveedores. Es un gran fotógrafo amateur, así es que cuando regresaba a casa nos mostraba todas las fotografías de esos viajes. Entonces crecí con imágenes de Sudamérica, sabiendo que Puerto Montt y Valparaíso existían, oí estos nombres toda mi vida”, cuenta, agregando que su familia habla español, pero que él es el que menos aprendió.
El día que puso un pie en Santiago se encontró con una de las manifestaciones más masivas en lo que va del año, y por supuesto que fue a ver cámara en mano de qué se trataba. “Por primera vez en mi vida sentí el gas lacrimógeno en mis ojos y fue muy impactante ver la reacción inapropiada de la policía, porque claramente era una manifestación pacífica. Es muy loco y es algo que vengo observando desde comienzo de los noventa: el lenguaje y el mensaje visual que entrega la policía en estas instancias, cada vez parecen más soldados espaciales con sus uniformes”, dice.
Pero vamos más atrás. Cuando Tillmans tenía veinte y algo, fotografiaba lo que lo rodeaba, la vida social y su mundo; eran los noventa y su visión fue rápidamente rescatada como un referente. El 2000 recibió el premio Turner, máximo galardón para un artista en el Reino Unido. Ha exhibido su trabajo en muchas galerías y publicado varios libros, sus imágenes han sido íconos de publicaciones como iD, Purple y The Face. En esta exhibición hay parte de esos momentos y también del camino que ha recorrido últimamente experimentando con la abstracción, las fotocopias y papeles.
¿Qué piensas cuando dicen que tu trabajo representa a una generación?
No empecé en esto con la idea de querer hablar de mi generación o hacer una crónica de mi época, nunca me vi como un cronista de mi tiempo. Yo quería hablar acerca de lo que significa ser humano. Tal vez suena muy romántico o ingenuo ahora, pero quería hablar acerca de lo que significa la experiencia de tener 20 años, de entender la identidad. Era una época interesante, donde parecía haber una gran apertura, una revelación de inventar tu propia identidad, encontrarla y darte cuenta de que no eres una sola cosa, probablemente eres muchas y puedes serlo. La experiencia de la vida nocturna en los clubes, los efectos de la música y a veces de las drogas, todo eso abre perspectivas y de alguna forma quería representar y mostrar eso. Pero nunca pensé en que esa era la juventud de la época, porque cuando tienes 24 años no piensas en eso, y probablemente ese es el poder particular que tienen esos trabajos.
En retrospectiva, ese retrato de una época se convirtió en realidad, porque aunque mis fotografías no fueron hechas con un carácter documental, esa es parte de mi técnica, una estrategia que uso para hacer que temas como la sexualidad, la libertad y la comunidad se vean. La fotografía capta un momento, y eso no es algo que puedas inventar, lo tienes o no.
Acerca de la forma en que configuraste esta muestra, ¿cómo decidiste montar tu trabajo en las paredes del MAVI?
Una de las cosas que decidí cuando empecé, hace unos 20 años, fue que quería mostrar mi amor y apreciación por el papel en la fotografía y transportar eso a los lugares donde se exhibe. En el momento en que el papel sale de la máquina que lo procesa, es completamente perfecto. Para una exhibición como esta, desarrollé una forma en que puedo mostrar solo la hoja de papel en la pared. Eso es realmente una metáfora de este frágil equilibrio entre lo permanente y la fragilidad, porque la fotografía lidia con el tiempo, y en sí misma no es para siempre… Hay muy pocas cosas que lo son.
Mis exhibiciones son performances de mi trabajo, la forma en cómo cuelgo cada imagen y todo ese proceso. En mi estudio trabajo con una maqueta de los espacios y pequeñas fotocopias de las obras para planificarlas. A veces me toma mucho tiempo y otras solo un par de horas. Pero cada vez se me hace más claro, sobre todo en los últimos años, que cuando concibo estas exposiciones son una performance de mi trabajo. Confío en que cada fotografía por sí sola es un buen trabajo y al mismo tiempo hay un nivel de energía que quiero proyectar en cada rincón de los lugares donde son exhibidas.
Me gustaría que la gente se diera cuenta de que las galerías y los museos no son espacios
neutrales. En mis fotografías se ven los detalles de la vida y el mundo, y por eso también las pongo en lugares extraños, porque quiero que los espectadores se sorprendan y vean también la manguera de incendios, por ejemplo. Es algo que desafía la idea de que los museos son espacios perfectos, neutrales.
¿Cómo decidiste qué mostrar?
Aquí hay un poco de todo. A la gente le gusta mucho hablar del trabajo antiguo o de lo más reciente, pero a mí me gustan todos los tiempos. Veo que de alguna forma he construido -cada vez de manera más compleja- la posibilidad de completar la imagen de lo que significa la vida y estar vivo hoy. Es una gran sentencia, y todavía no sé si lo logré.
La idea es que si tomo algo que hice hace 15 años, no quiero sentir que ya no es bueno después. Me gustan la mezcla y la continuidad, siempre hay cosas nuevas, mi trabajo va cambiando mucho pero siempre permanece conectado con los mismos temas: texturas, sensualidad, la comunidad.
Me siento muy feliz y orgulloso de que no tuve miedo de ser parte de mi tiempo, porque mucha gente lo tiene pensando que será ‘una moda’ y luego pasará. Nunca tuve miedo porque tenía un fuerte instinto de que el ahora era lo único que tenía, porque no se puede saber lo que sucederá mañana.
Esto es algo que trato de mantener desde entonces, pero lógicamente que hoy tengo 44 años, 25 de trabajo y una historia que puedo relacionar, lo que es bastante único en la fotografía. Esta exhibición en particular me tiene muy feliz con la forma en que todo se integra, lo nuevo que se ve mi trabajo antiguo… lo atemporal de la obra.
Esta muestra es parte de una gira internacional por Latinoamérica que incluyó Brasil, Colombia y Perú. Sobre esta experiencia dice: “En los últimos cuatro años he hecho un gran esfuerzo por viajar a lugares que no conocía, cada vez esa experiencia por un lado es completamente diferente, pero también muy similar. Me refiero a que todo el mundo -en Shanghái, Australia o Etiopía- son lugares completamente distintos y nunca puedes cruzar la brecha que nos separa, pero al mismo tiempo hay algo muy familiar… seguramente es porque todos somos humanos”.
Y sobre el futuro. “Trabajé los últimos dos años en estas ocho exhibiciones y cada vez formulé una manera para que se adecuara a cada espacio. Fue una fantástica oportunidad, un desafío; pero ahora siento que tengo que tomar un descanso por dos años y no tener que explicar lo que he hecho. Voy a seguir trabajando pero he decidido no hacer ninguna exhibición durante ese tiempo”.
Museo de Artes Visuales, José Victorino Lastarria 307, Plaza Mulato Gil de Castro. Hasta el 20 de octubre.
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