Cultivar el verde

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Jardines. Contenedores de verde, aire y ganas de compartir en libertad. Espacios secretos, bien cuidados y mantenidos por sus dueños, que encuentran aquí el minuto de calma y conexión con la naturaleza.




ENTRE LOS FRUTALES Y EL AIRE Juan Pablo Abalo es doctor en Filosofía y Estética, director del Diplomado en Apreciación Musical y profesor de la UAI. Poco a poco ha ido invirtiendo tiempo en lo verde y así armar el jardín de su casa. Sabe que para que agarre fuerza y armonía hay que invertir tiempo y ganas. Cuando llegó a vivir aquí existían algunos árboles viejos, casi todos frutales, como membrillo, mandarino, naranjo y níspero. A ellos Juan Pablo sumó boj, rododendro, un caqui, Alocasia adora, mantos de Eva y monstera deliciosa en la parte protegida y sombría. "Nos hemos ayudado del Vivero Los Boldos, el mejor vivero de Chile, por lejos", cuenta.

Disfruta este lugar con mucha felicidad. "Lo mantenemos con agua, abonos para la tierra, los pájaros hacen lo suyo y de cuando en vez esparcimos el café. Ahora armamos un compost", dice Juan Pablo.

Su amor por el jardín es notorio. "Debe venir de una infancia muy feliz jugando con mis hermanos en un jardín muy verde y motudo, con árboles enormes". Hoy ha traducido toda esta pasión por las plantas en un nuevo emprendimiento llamado El Dólar Chino, que ofrece diferentes especies tanto de interior como para el jardín. "Partió como un hobby. Nos preguntaban mucho si vendíamos nuestras plantas de interior. Siempre decíamos que no, hasta que un día decidimos probar y así nació El Dolar Chino. Aún es algo que hacemos entre nuestros trabajos, pero poco a poco le destinamos más tiempo", concluye. Instagram: eldolarchino Facebook: eldolarchino

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CON AROMA A LAVANDA La fotógrafa de la revista Ed, Ana María López, lleva más de diez años en esta casa ubicada en un verde rincón de Pedro de Valdivia Norte. "Cuando compré esta casa, el jardín llevaba años abandonado. Lo que más me gustó de cuando la vi fue el emplazamiento de la construcción y su jardín que está hecho en un cerro. Era como una parcela emboscada, independiente de los vecinos", dice.

La entrada de la casa transporta a paisajes tropicales, de grandes hojas y extenso verde, donde destacan dos acer japónicos que estaban y deben tener muchos años. Luego, la paisajista Macarena Zaneta me reestructuró la entrada y le puso unas piletas de agua. Además, se plantaron jacarandás, siempre manteniendo el espíritu original de esta casa", explica.

Para arreglar el jardín, me ayudó la productora Ximena Urrejola, con quien he aprendido mucho en mi vida. "Ella me dio la idea de poner puras lavandas, incluso vino un día y me trajo 30 lavandas". Un acierto, es cosa de sentarse en la terraza y la fragancia de estas flores se hace sentir.La fotógrafa de la revista Ed, Ana María López, lleva más de diez años en esta casa ubicada en un verde rincón de Pedro de Valdivia Norte. "Cuando compré esta casa, el jardín llevaba años abandonado. Lo que más me gustó de cuando la vi fue el emplazamiento de la construcción y su jardín que está hecho en un cerro. Era como una parcela emboscada, independiente de los vecinos", dice.

La entrada de la casa transporta a paisajes tropicales, de grandes hojas y extenso verde, donde destacan dos acer japónicos que estaban y deben tener muchos años. Luego, la paisajista Macarena Zaneta me reestructuró la entrada y le puso unas piletas de agua. Además, se plantaron jacarandás, siempre manteniendo el espíritu original de esta casa", explica.

Para arreglar el jardín, me ayudó la productora Ximena Urrejola, con quien he aprendido mucho en mi vida. "Ella me dio la idea de poner puras lavandas, incluso vino un día y me trajo 30 lavandas". Un acierto, es cosa de sentarse en la terraza y la fragancia de estas flores se hace sentir.

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