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El valor del pasado

Buscando su vocación, Cristián Donoso descubrió hace años que quería ser ebanista y recuperar tradiciones, esas que hacían que los muebles estuviesen durante décadas entre nosotros.

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“La parte que los libros no te enseñan”. Eso fue lo que Cristián Donoso quiso aprender sobre losmuebles. “Siempreme ha llamado la atención lo antiguo, como, por ejemplo, Inglaterra; me parece increíble, su estética, sus campiñas. Pero ¿de quéme sirve? ¿Cómo vivo de eso? No sabía para qué servía lo que me gustaba y, analizando, aparecieron los muebles. En ellos hay creatividad, arte, el romanticismo de los siglos pasados, pero además se puede vivir de ellos”, aclara.

Así fue como partió todo y a los veintitantos se fue a Quito para estudiar en una escuela de ebanistería que rescata la tradición jesuita de hacer muebles. “Lo que estudié fue la técnica. Todo lo que aprendí fue solo y echando a perder, esa es la única manera. El proceso de ser ebanista es pasar por todas las escuelas. Cuando se habla de algún mueblista, lo que queda son los trabajos que hizo cuando viejo. Esta es una carrera totalmente al revés de la de un deportista. El mueblista es recordado y valorado por lo que hizo a los 65 años”, cuenta sobre un trabajo que élmismo define como artesanal. Y claro que lo es, más aun en un mundo en que el desarrollo del mobiliario moderno fue abandonando viejas técnicas para dar paso a la producción en serie, donde dejar de herencia un mueble es algo impensado por su poca durabilidad.

Es que Cristián Donoso es capaz de reproducir al pie de la letra una cómoda francesa que podría haber tenido María Antonieta, un mueble inglés de comienzos del siglo XX o una banca de la típica casa de campo chilena, aunque eso no es todo. El gran detalle es que logra la apariencia tal como si esa pieza nos hubiera estado esperando todos estos años. Su manejo le permite reproducir esas formas que añoramos, como, por ejemplo, “el mueble que era de la abuelita”.

Sin embargo, no todo es mirar atrás. Al ebanista siempre lo relacionan con los muebles de elaborados tallados, con ese hacer las cosas bien, algo que Cristián ha aprovechado para comenzar el desarrollo de una línea inspirada en la ebanistería danesa; una carpintería que se ve simple, pero que en realidad es mucho más compleja y que en unos meses más verá la luz.

Luego de su estadía en Ecuador, donde tuvo tienda y fábrica, decidió volver a Chile e instaló un showroomen Santiago y su fábrica en ElMonte, a la que llegaron también algunos de susmaestros ecuatorianos. Para reclutar a los chilenos Cristián utiliza lamisma técnica con la que descubrió que éste sería su trabajo y su pasión: lamotivación. “Nos interesa que las personas que vengan sean apasionados por lo que hacen. No importa si traen un mueble mal hecho para mostrar su trabajo, lo que importa es el interés. Todo lo demás se aprende”, cuenta. Tanto así, que cuando visitamos su fábrica observamos que cada persona tiene su lugar y su experticia para cada pieza. Así de detallista, pues aquí las máquinas existen sólo para ayudar a hacer las cosas como antes, y los distintos procesos de armado de un mueble son revisados minuciosamente.Menos lo relacionado con los acabados, que para Cristián son como nuestra piel. “Tienen transparencias, colores y matices, no son sólo blancas o morenas, y eso mismo es lo que ves en estos muebles”. Hay que encontrar la fórmula perfecta para que cada una de sus partes tenga la apariencia que debe tener, respondiendo a una época y a la estética a la que están aludiendo; “aquí es donde se le da todo el valor agregado”, dice. Hay piezas que para verse como se debe han tenido incluso 14 manos de acabados, por ejemplo.

Quienes hace años han sabido apreciar este titánico trabajo son los norteamericanos, Cristián lleva tiempo exportando sus creaciones, que en el camino deben soportar temperaturas extremas y distintos medios de transporte –barco, tren y camiones– que no logran hacer decaer su calidad, porque en cada uno de los procesos de fabricación se toman todas la medidas necesarias para que se puedan preservar. De lamisma forma en que, ojalá, se resguarde esta manera de hacer las cosas.

Para conseguir estos acabados, Cristian y su equipo de artesanos estudian cada pieza, ya que todas ellas necesitan de un proceso distinto, especial, que las hace unicas.

Primero se decide qué productos se van a elaborar y, en base a eso, se elige la madera apropiada, que viene de la Patagonia, Perú, Bolivia y Ecuador.

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