Fue en 1957 cuando la compañía de Colin Chapman sacó al mercado el Lotus Seven, un deportivo ligero de bajo costo que fue un gran éxito, especialmente para Caterham Cars, concesionario que se transformó en el mayor distribuidor del "7" en los años 60.

Concretamente, se trataba de un biplaza sin techo -con una carrocería de aluminio montada sobre un chasis tubular-, propulsado por un motor de 1.2 litros y 40 caballos (situado en posición delantera) y que estaba homologado para manejar tanto en circuito como en la calle.

Un modelo único y muy peculiar, cuya estampa y dinámica deportiva se mantiene inalterable hasta el día de hoy, cuando acaba de celebrar su cumpleaños número 60, siendo considerado uno de los &"funny cars&" más divertidos del mercado.

La historia del Seven bajo el dominio total de Caterham comenzó en 1973, cuando Lotus anunció que pondría fin al histórico modelo. Entonces, Graham Nearn, dueño de Caterham , compró los derechos de este deportivo, dando vida a una marca de súpernicho, donde la fabricación artesanal y la producción a escala reducida se justifican por el fanatismo y conocimiento que los clientes tienen de los autos.

Asociaciones con Ford y BMW para proveerse de motores en los años 80 y 90 permitieron a Caterham mantenerse vigente e incluso apuntar a consolidarse como una marca deportiva total. Fue así como hace un par de años ingresó a la Fórmula Uno con un equipo propio y colaboró en la resurreción de Alpine, la marca deportiva de Renault.

Hoy por hoy vive un excelente pasar, considerando que el año pasado anotó las mejores ventas de los últimos 20 años, tras comercializar 600 ejemplares, 55% de ellos en el Reino Unido.

En Chile se vendió un par de años de la mano de Quantum Group (firma que también distribuye otras marcas inglesas como Aston Martin, McLaren y Lotus). Llegó en 2014 con el Seven 485 S, entonces el modelo más extremo de la marca, equipado con un motor Ford Sigma 2.0 con 240 Hp, así como con una carrocería aligerada con fibra de carbono de sólo 525 kilos.

Edición aniversario

Lo último del Seven tiene directa relación con sus 60 años, pues Caterham decidió festajarlos con una edición aniversario, denominada Seven Sprint y limitada a sólo 60 unidades.

El Caterham Seven Sprint es una delicia para los más puristas, pues está inspirado en un modelo concebido a mediados de la década de los 60, pero que nunca vio la luz. Hasta los colores que existen para su carrocería provienen de los que la compañía tenía en su catálogo en 1966/67.

De ahí, que su estética sea abiertamente retro, con enormes guardabarros, una parrilla terminada en cromados y un discreto escape lateral, tan brillante como plateado. Su carrocería de color verde pálido se combina con unas estrechas llantas de chapa, pintadas en un color crema.

Las ópticas delanteras también son cromadas, y en la zaga, los pilotos ofrecen una estética individual. Por supuesto, no puede faltar la clásica rueda de repuesto.

En el interior, exhibe unos asientos tapizados en cuero rojo y un volante de tres radios con un contorno de madera. El tablero también es de color rojo, y la palanca de cambios manual tiene un elegante pomo de aluminio. Perfectamente podría pasar por un coche de época.

Ahora bien, el propulsor es una de las pocas concesiones a la modernidad que hay en el Sprint. Se trata de un motor Suzuki de 660 cc y tres cilindros en línea. Dicho bloque turbo desarrolla sólo 80 caballos de potencia, pero gracias a un peso de poco más de 500 kilogramos, acelera hasta los 100 km/h en unos más que correctos 6,9 segundos.

El Caterham Seven Sprint se lanzó con un precio de 28.000 libras esterlinas, unos 23 millones de pesos.