El pasado fin de semana se desarrolló en Inglaterra una de las fiestas más atractivas: el Festival de Velocidad de Goodwood. Pero este evento, donde llegaron más de 200 mil personas, connotados pilotos de la Fórmula 1 y personajes del mundo del espectáculo y la aristocracia, le debe su forma y gran parte de su fama al empuje de un Lord.

En 1993, Charles Gordon-Lennox, Lord March, se obsesionó con la idea de regresar el automovilismo a Goodwood, localidad que desde 1948 a 1966 había acogido carreras en su circuito, incluyendo una fatídica jornada en la que falleció Bruce McLaren tras un accidente.

Entonces, cuando el noble tomó posesión de la finca en Chichester, en el condado de West Sussex -perteneciente a su familia desde hace cinco siglos-, el lugar contaba con el Castillo de Goodwood, un hipódromo y una cuesta, pero no tenía permisos para una competencia. No fue complicación, optó por organizar en su propiedad una muestra a la que fue invitado un selecto grupo de vehículos históricos, pertenecientes a sus amigos.

Así nace el Festival de Velocidad de Goodwood. Su primera jornada se llevó a efecto en 1993, el mismo día en que se disputaban las 24 Horas de Le Mans. Fue todo un éxito, con más de 25.000 asistentes. El único &"pero&" fue haber coincidido con la prueba de resistencia, por lo mismo, el Lord decidió que nunca más se celebrara esta fiesta el mismo día que una carrera de F1 o Le Mans.

Hoy, el evento está consolidado con una fiesta que se extiende por cuatro días, concentrando carreras, estrenos, festejos y elegancia.