[Test drive] Honda CBR 250R: Las cosas de Clark Kent…
<p>Antes de llegar a la sesión de fotos pasé por esos edificios espejados que tan comunes se están volviendo en el paraje urbano. Ansioso, casi hedonista. La imagen que me devolvieron los cristales fue la de un tipo sobre una moto. Y la unidad, el conjunto, la encontré magnífica, por la deportividad que me transmitió […]</p>

Antes de llegar a la sesión de fotos pasé por esos edificios espejados que tan comunes se están volviendo en el paraje urbano. Ansioso, casi hedonista. La imagen que me devolvieron los cristales fue la de un tipo sobre una moto. Y la unidad, el conjunto, la encontré magnífica, por la deportividad que me transmitió el reflejo.
Y atentos, porque no se trata de una 500, tampoco de una 600, ni menos de una mil&... Pero parece una de ellas. Es una 250, pero una con estirpe y exponente fiel del oficio de quien la fabrica. Es la Honda CBR 250R, una reconocida y aplaudida escuela de iniciación hacia momentos más contundentes y más expertos.
Ocurre que por estética, diseño, potencia, peso y precio nos ponemos frente a un producto muy llamativo. Y ese atractivo tiene que ver también con su doble y hasta versátil vida: por un lado, es capaz de cumplir plenamente las necesidades y propósitos de quienes buscan un transporte para moverse por la ciudad y su rutina. Por su motor monocilíndrico de 249 cc no presenta problemas de peso, además regala buenos consumos si la llevamos con normalidad, entonces su estanque de 13 litros podría darnos con holgura una autonomía de 350 kilómetros. A las pocas cuadras, con o sin experiencia, notaremos que es sencilla y dócil de conducir. Se tumba con entusiasmo en curvas largas, frena con eficacia y no es dificultoso descubrir la combinación ideal aplicando freno delantero y trasero. La caja se comporta de modo escalonado y los engranes lo demuestran cuando imprimimos velocidad en la búsqueda de una máxima por carretera. El radio de giro es satisfactorio, aunque esperaba algo más. Y cuidado con los espejos propios y ajenos. La suspensión le puede parecer algo firme a más de alguien, pero está lejos de ser incómoda.

Por otro lado, esta moto tiene un rostro pícaro, con facciones de una malicia rica, de aquella con esplendorosa sustancia, porque en esta máquina hay base, historia y desarrollo.
Ocurre que esta CBR 250R es una muy especial escuela de deportividad, una cantera donde una vez inscritos debemos saber del orgullo con que la marca expone este producto para ir abandonando de una vez las bajas cilindradas muy propias del scooter o de las motos de trabajo (léase reparto). Honda no esconde tal orgullo: su moto es algo más que una pequeña que "tome elementos de…". Con lo que tiene y lo que no, es una pariente genuina y respetable de la CBR 500R, CBR 600R y la CBR 1000R. Y eso no es poco.
Su historia hereda líneas nítidas. Las 250 de Honda de la medianía de los 80 se empinaban hasta las 14.500 rpm para disparar entre 40 y 45 caballos. Hoy, las cosas parecen más calmadas, porque este ejemplar suelta 25 caballos a las 8.500 vueltas. Lo que conserva es el legado de ser una moto que coquetea con quienes desean ir por más. Puede ser el primer transporte de dos ruedas de muchos, pero también actuará como señuelo eficaz para mirar más alto. Honda asegura haberla fabricado pensando en quienes buscan más velocidad y que por eso la dotó con el sistema "Bar Sensor", que "corta" cuando nos estamos pasando de raya desde el puño derecho.
¿Clark Kent o Superman? La CBR 250R quizás nos diga que los dos… Claro, porque en su caso es ideal para moverse con brío por la ciudad congestionada, pero debajo también tiene su capita. No va a salir volando, aunque sea capaz de estirar su máxima cerca de los 160 km/hora, pero sí sabrá ir con prisa si se lo pedimos. Y la entrega de la potencia es muy despierta, al tiempo que vemos escalar veloz la aguja del protagonista tacómetro análogo que marca un límite de 12.000 rpm.
Así es como trascendencia, pasado y presente se entremezclan para ofrecer una moto sencilla de manejar, pero dueña de una cautivante estética deportiva. ¡Las matrículas están abiertas!
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