Crisis económica del Vaticano y caída de donaciones: el otro factor que incidirá en el cónclave
La baja de los aportes durante el pontificado de Francisco, en especial aquellos provenientes de Estados Unidos, donde creció una vertiente crítica a su papado, ha agravado el ya difícil panorama financiero de la Santa Sede. El propio Bergoglio reconoció el problema y en febrero creó una comisión para atraer donaciones.
“Esta sala podría llenarse de miles de millones para ayudar a la Iglesia, en la medida que tengamos el Papa correcto”. El comentario de un miembro destacado de la Papal Foundation, una reconocida organización estadounidense que recoleta donaciones para la Iglesia Católica, y citada por el diario británico The Times, da cuenta de otro de los temas que por estos días ha estado dando vuelta en el Vaticano en vísperas de la elección del sucesor de Francisco. La situación económica de la Santa Sede es crítica. El asunto fue abordado en más de una ocasión por los cardenales durante las congregaciones generales, donde se reconoció un déficit de 87 millones de dólares.
Este escenario crítico se explica en parte, según asegura una fuente ligada a una importante congregación religiosa en Roma, a la fuerte caída de las donaciones y en especial las de Estados Unidos durante el papado de Francisco. Un país que además representa el 10% de lo recibido sólo por el llamado Óbolo de San Pedro y es por lejos el principal aportante a las arcas vaticanas.
Según el último informe disponible, de 2023, las donaciones totales llegaron a 48 millones de euros, casi 20 millones menos que en 2018, cuando llegó a su peak de 77 millones. De ellas, un 64% provino de diócesis, un 28% de fundaciones y el resto de donantes privados u órdenes religiosas.
Si en 2015, sólo el Óbolo de San Pedro sumaba 319 millones de euros, en 2023 esa cifra cayó a 103 millones.
Sólo en términos del aporte de las diócesis, excluyendo las fundaciones y las órdenes religiosas, Estados Unidos está por lejos en el primer lugar: representa el 28% de todos los aportes recibidos por la Santa Sede. Muy distante de Italia, que se ubica en segundo lugar y ostenta sólo el 6,4%. Brasil es el tercero, con 3,9% y Alemania el cuarto, con 2,7%.
Frente a este escenario, la baja en las contribuciones de ese país representa un duro golpe para las finanzas vaticanas. “La situación es gravísima”, dice el ex director del L’Osservatore Romano Gian María Vian. “Todo esto estará presente en la elección”, apunta una fuente ligada a una congregación en Roma.
“Efecto Francisco”
La caída se explica por dos razones, el rechazo de sectores católicos conservadores a la línea seguida por el papado de Bergoglio, reconoce Vian y otras fuentes ligadas a congregaciones religiosas en Roma, como también a las dudas sobre el manejo de los recursos por parte de la Santa Sede.
Hace unos años, el grupo Legatus, formado por unos 5.000 empresarios católicos estadounidenses, suspendió temporalmente su donación a la Santa Sede, que asciende a unos 820 mil dólares, pidiendo que se aclarara el uso de los fondos. Paralelamente, el diario The Wall Street Journal publicó un artículo asegurando que la mayoría de las donaciones se destina a cubrir déficits.
“La reforma del organigrama de la Curia aprobado por Francisco no sólo demostró ser fallido sino que cuesta una cantidad de dinero impresionante en un momento en que el Vaticano está transitando en términos económicos por el límite de la vida y la muerte”, asegura el periodista y fundador de Il Sismógrafo, Luis Badilla.
En este escenario la pérdida de aportes externos es preocupante. El propio Papa Francisco lo reconoció al anunciar en febrero pasado la creación de una comisión presidida por el consejero para asuntos generales de la Secretaria de Estado, para atraer donaciones. Esto, dice Vian, “es como decir he fracasado en el tema de las reformas económicas”.
Desde 2021 el Papa tomó una serie de medidas para revertir la situación. Aplicó fuertes recortes de gastos -incluido los sueldos de los altos representantes de la curia- y la publicación de informes anuales sobre el uso de los fondos del Óbolo de San Pedro, con el fin de mostrar una mayor transparencia que en parte ayudara a revertir la desconfianza de los donantes estadounidense.
Y si bien la caída de los aportes de los fieles y de las fundaciones no es la única causa de la crisis –ésta también se agravó por la pandemia y el cierre durante meses de los Museos Vaticanos, fuente clave de ingresos para la Santa Sede- las donaciones son un componente crítico.
Crisis de las pensiones
Uno de los temas más complejos del actual momento económico de Vaticano es el fondo de las pensiones. El propio Papa lo reconoció en noviembre pasado. “El actual sistema no puede asegurar a mediano plazo las pensiones para las futuras generaciones”, escribió en una carta dirigida al Colegio de Cardenales.
Detrás de ello, apuntan conocedores de la administración económica del Vaticano, está la falta de inversiones del fondo de pensiones de la Santa Sede en este período. “Hace 10 años”, recuerda Badilla, “el cardenal George Pell, (nombrado por Francisco para liderar la reforma económica) advirtió que el fondo de pensiones estaba al borde del colapso, pero en 10 años no se hizo nada, por eso la pregunta que surge es qué pasó con la reforma económica”.
Todo ello, plantean en Roma, hace que las finanzas vaticanas sean uno de los primeros desafíos para el futuro pontífice. Algo que diversas organizaciones conservadores de Estados Unidos lo tienen claro y, por ello, están buscando incidir en el cónclave. No sólo se distribuyó en estos días un texto a los cardenales, elaborado por los vaticanistas Edward Pentin y Diane Montagna ligados a medios conservadores, que incluye el perfil de una cuarentena de purpurados y cuyo subtexto, según apuntó el vaticanista Christopher Lamb de la cadena CNN es: “elige un Papa que vaya en una dirección distinta a la del Papa Francisco”.
Paralelamente, en estos días en Roma coincidió con el proceso de elección del nuevo pontífice la tradicional “American week”, la semana de Estados Unidos, donde se congregan anualmente en la capital italiana las principales fundaciones católicas de ese país para atraer aportes. Con diversos eventos, han tenido una intensa actividad y varios eventos en los que han participado algunos cardenales de ese país, como Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, y considerado un “kingmaker” en este cónclave como lo fue en la elección de Bergoglio, cuando ayudó a sumar apoyos para el cardenal argentino, aunque a poco andar de su pontificado marcó distancias con él.
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