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Falta de meteorólogos y de sistemas de alerta: las críticas tras las mortales inundaciones en Texas

El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, solicitó una investigación sobre las vacantes en el Servicio Meteorológico Nacional. En medio de los cuestionamientos por los recortes federales, se espera que el presidente Donald Trump visite la zona el viernes.

Rescatistas del Departamento de Seguridad Pública de Texas revisan los escombros y los daños en el condado de Kerr. Foto: Texas DPS

Al menos 95 personas han muerto y decenas siguen desaparecidas tras las devastadoras inundaciones que azotaron el centro de Texas. La fuerza de la lluvia sorprendió a los residentes e impidió que muchos escaparan del avance del agua, que, según el servicio meteorológico local, subió nueve metros en tan solo dos horas. La explicación radica en el calor y la humedad inusuales, señales del cambio climático.

La tragedia ocurrió entre la noche del jueves y la mañana del viernes, durante el feriado del Día de la Independencia de Estados Unidos. Las lluvias torrenciales provocaron el desbordamiento del río Guadalupe, una de las principales vías fluviales del estado de Texas.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara para una visita el próximo viernes a Texas tras las mortales inundaciones, mientras se enfrenta a cuestionamientos. Algunos funcionarios texanos criticaron al Servicio Meteorológico Nacional (NWS), afirmando que los pronósticos subestimaron las precipitaciones, mientras otros señalan que no fueron emitidos a tiempo, por lo que subrayan poca fiabilidad de las previsiones de los servicios meteorológicos, uno de los objetivos de los recortes presupuestarios masivos decididos por la administración republicana.

“La previsión inicial recibida el miércoles del Servicio Meteorológico Nacional pronosticaba precipitaciones entre 75 y 150 milímetros en el valle del Concho y entre 100 y 200 milímetros en la región de las colinas. La cantidad de lluvia que finalmente cayó en esa zona en concreto fue irrelevante”, declaró el viernes Nim Kidd, jefe de la División de Gestión de Emergencias de Texas.

“Las previsiones eran claramente erróneas” y la cantidad de lluvia fue “el doble de lo previsto”, dijo el funcionario municipal de Kerrville, Dalton Rice, añadiendo que en algunas zonas el agua alcanzó “el nivel de una inundación de 100 años”.

Los residentes se quejaron durante el fin de semana de que no se les había advertido suficientemente del riesgo de inundaciones. Lesa Baird, residente de Hunt y alojada en el refugio de la Cruz Roja, dijo a The Guardian que no escuchó “ninguna advertencia en absoluto” cuando llegaron las inundaciones. “Oí que algo pasaba. Puse los pies en el suelo y sentí el agua. Recogí un montón de gatitos en una caja y desperté a mi amigo. Tuvo que romper una ventana para salir de la casa”.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), que alberga el NWS, es una de las agencias que ha sufrido despidos masivos bajo la administración Trump, lo que hace temer un deterioro de la calidad de las previsiones. Desde su toma de posesión, el presidente estadounidense, que exhibe con orgullo su escepticismo climático, había anunciado su intención de deshacerse de esta agencia de acuerdo con el Proyecto 2025, la hoja de ruta ultraconservadora que guía sus acciones.

La escasez de personal es uno de los factores que probablemente se analizará con lupa a medida que aumenta el número de muertos por las inundaciones, indicó The New York Times. Han surgido preguntas sobre la preparación de las comunidades locales, incluyendo la aparente falta de un sistema local de alerta de inundaciones en el condado de Kerr. El condado, ubicado a unos 80 kilómetros al noroeste de San Antonio, es donde se produjeron muchas de las muertes.

En una entrevista, Rob Kelly, juez del condado de Kerr y su funcionario electo de mayor rango, afirmó que el condado no contaba con un sistema de alerta porque estos sistemas son costosos y los residentes locales se resisten a nuevos gastos. “Los contribuyentes no lo pagarán”, dijo Kelly. Al preguntársele si la gente podría reconsiderarlo ante la catástrofe, respondió: “No lo sé”.

A la oficina de San Angelo del Servicio Meteorológico Nacional, responsable de algunas de las zonas más afectadas por las inundaciones del viernes, le faltaba un hidrólogo senior, un pronosticador y un meteorólogo a cargo, según Tom Fahy, director legislativo de la Organización de Empleados del Servicio Meteorológico Nacional, el sindicato que representa a los trabajadores del Servicio Meteorológico.

La cercana oficina del Servicio Meteorológico en San Antonio, que cubre otras zonas afectadas por las inundaciones, también tenía vacantes significativas, incluyendo un meteorólogo coordinador de alertas y un oficial científico, según Fahy. El personal en esos puestos debe colaborar con los gestores de emergencias locales para planificar ante inundaciones, incluyendo cuándo y cómo advertir a los residentes locales y ayudarlos a evacuar.

El meteorólogo coordinador de alertas de esa oficina dejó su puesto el 30 de abril, tras acogerse a la jubilación anticipada que la administración Trump utilizó para reducir el número de empleados federales, según una persona con conocimiento de su partida.

El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, envió este lunes una carta al inspector general interino del Departamento de Comercio, Roderick Anderson, solicitando una investigación sobre las vacantes en el Servicio Meteorológico Nacional después de que unas inundaciones catastróficas devastaran parte del centro de Texas.

Hace ocho años, tras otra inundación fluvial en la región montañosa de Texas, las autoridades del condado de Kerr debatieron si era necesario tomar medidas adicionales para construir un sistema de alerta a lo largo de las orillas del río Guadalupe.

Una serie de campamentos de verano a lo largo del río solían estar llenos de niños. Esta vez, más de una docena de ellos resultaron dañados por las inundaciones. El Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas, confirmó que al menos 27 campistas y consejeras murieron en las devastadoras inundaciones del fin de semana.

Durante años, las autoridades locales protegieron estos campamentos mediante un sistema de comunicación oral: cuando las aguas de la inundación empezaban a desbordarse, los líderes de los campamentos río arriba advertían a los que vivían río abajo sobre la crecida que se avecinaba, detalla The New York Times.

¿Pero fue suficiente? Las autoridades consideraron complementar el sistema con sirenas y medidores de nivel de agua, además de otras herramientas de comunicación modernas. “Podemos monitorear el nivel del agua todo lo que queramos, pero si no compartimos esa información con el público de manera oportuna, todo esto no vale la pena”, dijo Tom Moser, entonces comisionado del condado de Kerr.

Al final, se hizo poco. Cuando las catastróficas inundaciones azotaron el condado de Kerr la semana pasada, no hubo sirenas ni monitores de inundación. En cambio, hubo alertas de texto que llegaron tarde a algunos residentes, y que otros ignoraron o pasaron desapercibidas.

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