Cómo las mascotas transformaron hogares, leyes y ciudades
De los perros guardianes de antaño a los “hijos peludos” de hoy. En dos décadas, Chile ha vivido un cambio profundo en su relación con los animales, donde hoy prevalece el afecto y más responsabilidades. La nueva convivencia ha transformado hogares, leyes y también la ciudad, adaptándose a las necesidades de quienes los consideran parte de la familia.
Rodrigo Morales (38) y Diego (40) llevan más de cuatro años recorriendo continentes junto a su perro Paisa y su gato Leo. Al primero lo adoptaron en Países Bajos mientras Diego cursaba un magíster para perfeccionarse como médico veterinario, y el segundo fue adoptado en Alemania, país donde Rodrigo vivió por cuatro años para seguir estudios como veterinario, y donde conoció a Leo luego de que una familia lo trajera desde Grecia.
“En Europa los perros y gatos tienen pasaporte, están muy bien identificados, y desde entonces Paisa entró a mi vida como un hijo más”, cuenta Rodrigo.
Tanto así que los cuatro planifican vacaciones juntos. Paisa, incluso, ha viajado cuatro veces entre Chile y Europa. “Son parte esencial de mi vida y todas mis decisiones. Pese a que esto tenga sus complicaciones”, agrega.
En uno de esos viajes quedaron retenidos tres días en Brasil por un problema con la caja transportadora. “Pero nunca fue opción seguir solo y dejarlo atrás”, apunta.
Una relación como la de ellos era impensada hace unas décadas, cuando los animales domésticos eran vistos como herramientas más que como compañeros o un miembro de la familia. Lo que antes se medía en utilidad, como el perro guardián o el gato cazador de ratones, hoy se traduce en vínculos y responsabilidad. Pero no siempre fue así.
El cambio generacional
Hace dos décadas, la relación entre humanos y animales era muy distinta. En 2002, el 41,1% de las personas tenía mascotas por razones de guardia, mientras que en 2008 ese motivo cayó al 3,2%, y un 76,2% declaró hacerlo por razones afectivas, según un estudio de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile.
Juana Vera (60) recuerda a Duque, el perro que sus papás mantenían en los campos de su casa en la Región de O’Higgins para cuidar las siembras de trigo. “Su lugar era en el patio. Dormía cerca de los establos y en la noche se soltaba para que vigilara mientras dormíamos”. La dieta de Duque constaba de huesos y sobras del almuerzo y cena. Y en caso de que se enfermara, se dejaban pasar los días para su recuperación. “Nada de vacunas, menos pensar en una clínica o veterinario”, recuerda.
Pero ahora, dice, se enfrenta a una realidad distinta con su hija Carolina (45) y su “perrijo” Loki. “Lo adoptó cuando tenía dos meses de vida, y de ahí no se despegan. Duermen juntos, almuerzan juntos, incluso Loki la acompaña a sus sesiones de yoga, donde él también se relaja”, ríe.
La etóloga y médica veterinaria Ana Francisca Soto, secretaria de la Comisión Nacional de Tenencia Responsable de Mascotas del Colegio Médico Veterinario (Colmevet), explica que el cambio se efectuó cuando se entendió que, al igual que uno, “los animales sienten, se comunican y forman vínculos reales con los humanos”.
“Se ha demostrado científicamente que los animales tienen emociones, memoria y capacidad de sufrimiento emocional. Hoy son parte de nuestras familias, y eso ha redefinido nuestra forma de relacionarnos con ellos”, comenta.
Según una encuesta Descifra de La Tercera sobre brechas generacionales, el 84% de las personas entre 25 y 35 años considera a las mascotas como muy importante y bastante importante en su vida, seguidos del 79% correspondiente a la Generación X (45-55). La generación Boomer (65-75), en tanto, marcó la lista con un 67% de importancia por sus mascotas.
Gonzalo Cortés, magíster en psicología clínica y autor del libro Siempre Caminarás Conmigo. Duelo Animal, los adultos mayores también han mutado en esa relación.
“Muchos viven solos y su mascota pasa a formar parte de su vida y su rutina. Sacar al perro a pasear los motiva a levantarse, a tener un propósito. Hacerse responsable de un otro, darle cariño y cuidado los hace sentirse acompañados”, explica.
Morales, como experto en tenencia responsable y veterinario de la U de Chile, recalca que efectivamente son las generaciones mayores las que más gastan en el cuidado de sus mascotas. “Las más jóvenes tienen más animales, pero menos capacidad económica para mantenerlos”, dice.
Ante el aumento de la tenencia en los 2000, los municipios comenzaron hacer oído de las preocupaciones de sus dueños.
No fue en vano. En 2022 se realizó un Catastro Nacional de Tenencia Responsable de Mascotas, donde se estimó que más del 80% de los hogares tiene al menos un animal de compañía. Mientras que el Registro Nacional de Mascotas hoy cuenta con 3.136.581 animales inscritos.
Fue ahí cuando las comunas comenzaron la incorporaron de vacunación y esterilización. Estas políticas fueron clave para controlar la sobrepoblación. Antes de esa fecha las esterilizaciones no superaban el 6%, según un estudio de la U. Católica y la Subdere, mientras que hoy alcanzan casi el 59% en perras y 68% en gatas.
Lo anterior se intensificó luego de la promulgación de la Ley 20.380 en 2009, que por primera vez definió a los animales como “seres vivientes y sensibles”.
Luego, la Ley 21.020, conocida como “Ley Cholito”, reforzó la responsabilidad de los tutores y estableció sanciones por maltrato o negligencia. “No los convierte en “sujetos de derecho” como las personas, pero sí establece obligaciones concretas y sanciones por maltrato o negligencia”, añade Soto.
Un vínculo potente que hoy impulsó el proyecto de ley Duque, que propone otorgar permiso laboral por duelo ante la muerte de un animal de compañía.
Según los expertos, las mascotas desempeñan distintos roles en la familia. En la vejez son un soporte emocional y propósito, para los adultos jóvenes funcionan como compañeros que alivian la soledad. Y en parejas, muchas veces adoptan roles similares a las de un hijo.
“Pero no se trata de reemplazar”, dice Morales, sino de complementar la vida. De hecho, como investigador ha conocido estudios que muestran que convivir con animales favorece la empatía y la comunicación en los niños, y también mejora la salud física y mental de los adultos mayores.
La adaptación de la ciudad
Fruto de esa preocupación, ha sido el entorno el que ha tenido que acomodarse a las necesidades de sus dueños y mascotas con servicios relacionados con la salud, el bienestar, la alimentación, incluso la educación.
Hoy por hoy es frecuente ver clínicas especializadas para mascotas, así como restaurantes petfriendly -con menús especiales para perros o gatos-, hasta hoteles mientras sus dueños están fuera del hogar.
Alicia Valdés, médico veterinaria y académica de la Universidad de Chile, lo refleja en el ámbito de la salud en sus más de tres décadas de docencia: “Cuando partí trabajando en los 90, si un perro necesitaba cirugía, la gente muchas veces optaba por eutanasiarlo. Hoy los mismos exámenes que se hacen las personas son habituales en medicina veterinaria: ecografía, escáner, resonancia. Eso refleja cuánto ha cambiado el vínculo”.
Para Valdés, la transformación también se nota en lo cotidiano. Recuerda que en sus visitas al supermercado al final del pasillo se encontraba comida para perros y gatos. Ni hablar de los accesorios. Ahora hay tiendas que son literalmente supermercados para mascotas.
Un estudio de la consultora Colliers evidenció que las tiendas de mascotas se han duplicado en los últimos cinco años. A junio de 2025 se registraron 1.159 de este tipo de tiendas en la RM, y la evolución ha sido sostenida. En 2020 había 530 “petshop”, en 2021 llegaron a 670. En 2022 el número subió a 790 y en 2023, a 1.025. En 2024, en tanto, la cifra alcanzaba las 1.104.
“Las ciudades se han ido adaptando a las mascotas. Una necesidad que nace del objetivo de querer cuidarlos y que tengan sus necesidades cubiertas”, explica Lukas Castillo, subdirector del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad de Concepción.
Él fue testigo de ese cambio. “Nací en 1997, por lo tanto viví esta transición. Cuando era pequeño, teníamos un perro que vivía en el patio, comía dos veces al día, no tenía vacunas ni antiparasitarios, salía cuando quería. Con el tiempo se tomó conciencia de que no es un bien, es un ser vivo con necesidades: debe ir al médico, tener buena alimentación y una buena vida“, relata.
Aunque también ha provocado un desafío para los tutores al punto de tener que modificar su estilo de vida.
Gabriela Leal (36) lo sabe bien. Durante la pandemia, adoptó junto a su pareja a Moka, una gata rescatada que les ayudó a sobrellevar el aislamiento y las jornadas de teletrabajo. Al año siguiente, ya instalados en una casa en Santiago, llegó Latte, un gato callejero que terminó quedándose con ellos.
Pero la convivencia no fue fácil. Moka era territorial y ambos ya adultos, por lo que debieron contratar a una etóloga y adaptar su hogar para evitar peleas. Instalaron una puerta de malla y luego una de acrílico para separarlos y que ambos aprendieran a no lastimarse. Organizaron turnos para que cada gato circulara por la casa y hasta coordinaron a familiares y amigos cuando salían de viaje.
“Fue agotador, pero no podíamos pensar en dar a uno en adopción”, cuenta Gabriela. Con el tiempo y la ayuda profesional, lograron que se toleraran. Hoy Moka y Latte conviven sin conflictos. “El amor fue lo que nos mantuvo”, dice.
Y al igual que un miembro más, sus cuidados y necesidades influyen en el presupuesto familiar para cubrir comidas, vacunas, antivirales, platos, arneses, ropa, cama y alimentación especial.
Castillo explica que el gasto depende del tipo y tamaño de la mascota, aunque hay aproximaciones. En el caso de un gato, el gasto ronda en $ 200.000 mensuales, considerando antiparasitarios, comida, arena y premios.
Para un perro, en tanto, el presupuesto oscila entre los $ 100.000 y $ 300.000, dependiendo de su tamaño. Y también, en su condición de salud.
En el caso de Gabriela, los gastos se intensificaron con los problemas urinarios de Late, que este año la llevaron a desembolsar cerca de $ 600 mil en hospitalizaciones y tratamientos.
El mercado ha tomado nota de la nueva realidad y las “isapres” (aunque por ley no pueden llamarse oficialmente así) o seguros han surgido frente a la necesidad de las familias de entregar el mejor cuidado posible a sus animales.
Leal cuenta con un seguro en el banco Bci que cubre hospitalizaciones y exámenes. Según datos de Isapet, que ofrece planes de salud para mascotas, en los últimos años la demanda aumentó en 200%.
Y el vínculo no solo es con perros o gatos, las mascotas más populares. Hoy existe una amplia oferta de animales. Según Cadem, ya hay un 3% de personas que señala tener animales exóticos, entre los que destacan aves, tortugas, hámsteres y peces.
Rodrigo dice que la relación entre humano y mascota es eso: contacto, confianza, intimidad. “Si el próximo año volvemos a Europa por estudios, lo haremos juntos. Somos familia; donde va uno, vamos todos”
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