Nacional

El salto a la elipse del sargento Campos

El sargento primero de la BOE Lautaro, Iván Campos, no llegó caminando ni en vehículo al Parque O’Higgins. Descendió en paracaídas a 10 mil pies de altura, con 16 kilos de equipo y la bandera chilena. La maniobra, practicada decenas de veces, se complicó por la ausencia de viento, aunque terminó con la ovación del público.

Foto: Javier Torres/Aton Chile JAVIER TORRES/ATON CHILE

El sargento primero Iván Campos (40), miembro de la Brigada de Operaciones Especiales Lautaro, otorga una entrevista este 19 de septiembre en el Parque O’Higgins. Pero no llegó en auto, ni en un bus, ni a pie. Hace una media hora cayó desde el cielo, justo al frente del Presidente de la República. En plena Parada Militar.

Campos relata que lleva 24 años de servicio y hace 19 que es paracaidista. De hecho, el 2015 también le tocó caer desde el aire a esta misma elipse, con 30 años de edad. La Presidenta entonces era Michelle Bachelet. En esa ocasión, hicieron unos 15 saltos de práctica antes del desfile. Aterrizó segundo.

El sargento primero Iván Campos, miembro de la BOE Lautaro.

Los paracaidistas de los Lautaro, dice Campos, se distinguen del resto ya que utilizan un paracaídas que permite mayor maniobrabilidad en el aire. Por eso, pueden elegir con mayor precisión dónde aterrizar.

Campos tiene una vasta experiencia en saltos. Lleva 650. El más alto lo hizo a 27 mil pies de altura, el doble de la altura a la que llega un avión comercial nacional. En esas condiciones, dice, se ocupa un equipo de oxígeno suplementario. Su caída libre entonces duró 1 minuto y 35 segundos.

En esta Parada Militar, Campos y su grupo fueron convocados para la conmemoración de los 60 años de la escuela de paracaidistas. Practicaron 40 saltos. Casi 25 saltos más que en 2015.

Campos despegó a las 10:50 desde un Cessna 235 desde el aeródromo de Peldehue. Estuvieron 35 minutos girando en círculos en el aire hasta que les dieron la orden desde tierra.

Saltó junto a 20 compañeros. Eso sí, sabían que iba a ser difícil. El calor de la elipse interfería en cómo se mueve el paracaídas. También el viento juega un rol fundamental.

-Lo que pasa es que el paracaídas tiene una velocidad propia de desplazamiento, sin hacerle nada, sin frenarlo, de 19 nudos. Son unos 22 kilómetros por hora.

Pero esta vez, cuenta el sargento primero, las condiciones eran otras. Para frenar de manera cómoda, necesitan un viento en contra de entre 3 a 10 nudos. Pero en la elipse del Parque O’Higgins, dadas las construcciones alrededor, había un viento en contra de cero nudos. Nada.

Por eso, explica, cuando tocan tierra se vuelve difícil aterrizar de pie, ya que hay que controlar la fuerza del paracaídas que sigue de largo con la misma velocidad con la que venía.

Pero los Lautaro, aunque fuera difícil, saltaron igual. Se despegaron del avión a 10 mil pies de altura. A los cuatro mil, abrió el paracaídas. Casi al mismo tiempo saltó con él el General de Brigada Javier Abarzúa, quien comandó la maniobra.

Campos y un compañero cayendo sobre la elipse. Foto: Javier Torres/Aton Chile JAVIER TORRES/ATON CHILE

Campos dice que lo primero que vio cuando se arrojó del avión fue la cúpula del Parque O’Higgins. Y a medida que se acercaban, podía ver cómo el Club de Huasos Gil Letelier se alejaba de la pista.

-Y esta vez yo iba a aterrizar primero. Además, llevaba un peso extra, con la bandera chilena que lleva un peso. En total, el equipo, entre el chaleco y el fusil eran unos 16 kilos.

De a poco, los paracaidistas van dando giros, cuenta, para posicionarse en el lugar exacto donde tienen planeado aterrizar. El ideal, dice, es caer de pie y salir caminando. “Se ve más elegante”, asume. Eso sí, la meta es tener una caída sin lesiones. Campos esta vez resbaló. Pero igual quedó contento. La caída de todos fue un éxito y se fueron ovacionados por el público.

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