A juzgar por el éxito internacional de La nana, se podría afirmar que el cine chileno vive tiempos felices. Pero no es más que un espejismo. La distribución, la gran espada de Damócles que pesa sobre los filmes locales sigue siendo una valla difícil de sortear. De eso sabe bien Alejandro Fernández Almendras, quien recién -y después de varias postergaciones- pudo colocar hoy su filme debut Huacho en los cines locales.

Su primer anuncio fue cerca de Fiestas Patrias, luego en octubre y recién ahora, en plena efervescencia avatariana, que su delicado retrato de un día en la vida de una familia de campo al interior de Chillán logra un espacio en la impredecible cartelera, con modestas 4 copias. "Donde me llaman voy, se titula el cuento", resume con filosofía Fernández sobre sus dificultades de encontrar fecha, en conversación con latercera.com desde India, donde está con el filme en el Festival de Cine de Pune.

Pese a que su pasada por el Festival de Cannes fue ampliamente positiva, ni siquiera así garantizó la llegada a salas, caso similar a otras películas nacionales de buena recepción internacional como Navidad e Ilusiones ópticas. "Estamos ninguneados por los distribuidores", explica. "Se ha vuelto normal que 10 películas gringas estén en cartelera y no las ve nadie, eso tiene que ver con mantener el negocio como lo conocen sin asumir riesgos". Para Fernández, el mejor ejemplo es La nana, cinta que llegó con el aval de Sundance y tampoco le tenían fe. "A Sebastián (Silva) le dijeron que iba a hacer no más de 20 mil espectadores e iba a estar solo unas semanas en cartelera. Y así y todo, casi llegó a los 100 mil", recuerda.

En su caso, y en vista de las pocas chances, optó por la autogestión. "Habíamos tratado de estrenar varias veces y al final lo hicimos nosotros mismos, sin una compañía de distribución", explica. Aunque a final de cuentas, no es todo es malo para sus cálculos: "lo positivo es que estrenamos antes de las elecciones, y la película habla de lo que hablan los candidatos y que conocen solo en las películas: el mundo rural. Y cae justo en este momento de decisiones y lo curioso es que nadie sabe como vota este mundo rural, se desconoce completamente, no se tiene idea de lo que pasa en provincias", sentencia.

El desafío de la cinta no es menor ya que esta avanza en una narrativa detallista y sobria, sin golpes de efecto ni concesiones a la galería. Fernández lo tiene claro y apuesta a algo que puede sonar ambicioso: conectar con el espectador a un nivel superior al de una simple "función de cine". "No te involucra solo como una película", dice y agrega que "encuentro que es súper necesaria para el Chile de esta semana, lo que le pasa a la mayoría silenciosa. Tiene que ver con la señora que manda una carta porque no la dejan sacar su plata de la AFP, o cómo afectan las cosas cotidianas. Apuesto a que exista, a que se comente, que quede dando vueltas que hay una película que retrata ese mundo", explica y lanza una frase que resume todo el meollo: "Exige más pero te entrega más que una película taqullera".

Aún con todo este año presentándose en circuitos de festivales con Huacho, el director ya planifica su siguiente cinta, la que empezará a rodar en otoño, también en la zona de Chillán. "Es una historia más íntima, con componente social. Se trata de una historia de amor de una pareja del campo, donde también se enamoran, se desenamoran, sufren, la pasan bien", explica.