Histórico

Crítica de cine: Milk

La cinta de Gus Van Sant ganadora de dos premios Oscar es un cálido pero convencional biopic.

Harvey Milk fue el primer político abiertamente homosexual que fue elegido en un cargo público en EEUU. La notoriedad de su hazaña no está en el cargo mismo (solo accedió a ser miembro de la Asamblea de California, algo así como diputado para las leyes de ese estado), sino en la convicción con que encarnó la idea de que los homosexuales deben insertarse en las organizaciones políticas si pretenden lograr cambios para sus derechos civiles.

En esta época de desafección electoral, el Milk que interpreta Sean Penn (que ganó el Oscar por esta actuación) es una figura heroica en extinción. Bien podría ser de los últimos políticos de una tradición cinematográfica norteamericana de impoluta corrección moral, nacidos de la ira ante la injusticia, pero bajo un aura compasiva y generosa, casi celestial.

En la cinta se reconstruye la lucha por un territorio y una identidad. Ese territorio es el barrio de Castro, en San Francisco, donde Milk comenzó su carrera política. La identidad que se busca es la propia, y la de toda una comunidad reprimida a golpes, castigos paternales e insultos en plena calle.
La construcción que hace Van Sant está empujada por cierta tragedia inevitable, como si fuera un resumidero al que se avanza desde el testamento político de Milk: una grabación en la que se lo ve sentado ante una mesa de su departamento. Su voz resume su tragedia: el sueño por encima de los actos y la buena conciencia por encima del pragmatismo.

El romanticismo que agrega Van Sant a este retrato está muy vinculado al espíritu adolescente que anima su cine desde siempre: el de seres perdidos, etéreos, malditos y secretos.

Milk, un hombre, una revolución, una esperanza, quizás ingresa con menos gracia en ese lote de ángeles caídos y rockeros que pueblan el cine de Van Sant; pero esta vez la operación se ve más forzada, quizás por el origen documental del personaje. También puede estar ocurriendo otra cosa, algo tabú: quizá estamos siendo testigos de cómo Van Sant envejece, cómo salta directamente de la juventud más imberbe a la edad mediana más babosa. Ojalá no sea así. Se trata de uno de los mejores directores en la actualidad y, si bien la operación política de esta película puede ser efectiva, pierde fuerza precisamente por construir un personaje llano, sin pliegues, casi perfecto.

Director:  Gus van Sant.
Con: Sean Penn, Emile Hirsch, Josh Brolin, Diego Luna.
Género: Drama.
País y año de producción: Estados Unidos, 2008.
Sitio oficial: www.milkthemovie.com
Duración: 128 minutos
Calificación: Mayores de 14 años

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