Danny Boyle estrena filme sobre montañista atrapado en precipicio
Se exhibe en EEUU el filme sobre Aron Ralston, que sobrevivió cinco días en el fondo de un cañón.
Hay una regla básica entre quienes practican excursiones: nunca salir sin decir cuál es el destino. El 26 de abril de 2003, el ingeniero mecánico Aron Ralston partió a las 12 del día hacia los desolados cañones del sureste de Utah y olvidó comunicarle a sus amigos sobre su paseo. Tres horas más tarde, estaba atrapado en el fondo de un precipicio, mientras una roca de 350 kilos aplastaba su brazo derecho.
La experiencia se prolongó por cinco días y finalmente Ralston tomó la decisión de amputarse el brazo para poder salir a la superficie. El montañista trepó los 20 metros de una de las paredes del cañón, llegó a tierra firme y, tras caminar 12 kilómetros, encontró una familia de turistas holandeseses que avisó a la policía.
Esta parábola de la supervivencia es la que describe el director Danny Boyle en su película 127 horas, que este viernes se estrena en Estados Unidos. El filme, protagonizado por James Franco (Milk), recibió una ovación en el último Festival de Toronto y en Chile su estreno está programado para el 3 de febrero. Como sucede con todas las cintas que en estas fechas tienen buenas críticas, 127 horas es una potencial candidata a los Oscar 2010.
El filme devuelve a Boyle a las pantallas tras la premiada Slumdog millionaire (ocho Oscar en 2009), con una película que respira dramatismo y que se basó en un bestseller escrito por el propio montañista. El realizador de Trainspotting (1996) pasó cuatro años intentando llevar el caso de Ralston a la gran pantalla y finalmente filmó en marzo de este año en el mismo sector de Utah.
La película también se alimentó de las grabaciones que el excursionista realizó con su cámara de video durante el período que permaneció atrapado en el fondo del cañón. Delirante y convencido de que la muerte era próxima, Ralston registró una despedida para sus padres, donde pedía que sus restos fueran cremados. También escribió su nombre y sus fechas de nacimiento y eventual muerte en la pared rocosa. En esos días, sólo había consumido agua y su propia orina.
Aunque Ralston es un deportista de categoría (en el 2009 escaló el Kilimanjaro y en el 2008, el Ojos del Salado), en este viaje del 2003 la mala suerte le jugó una triste pasada. "En un momento me encontraba sobre esta gran roca que parecía firme y al segundo siguiente se desprendió y caí con ella", dijo a la cadena NBC en el 2005. La escena capital de 127 horas es la del montañista amputándose el brazo, primero con una navaja y, luego, forzando el quiebre de los huesos con una pieza de aluminio que utilizaba para escalar. Para lograr realismo, Boyle recreó la escena en una sola toma y tuvo especial asesoría médica. El segmento ha provocado varios desmayos entre el público y Ralston lo ha certificado: "He visto siete personas indispuestas en nueve funciones".
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