Descubren en la mosca uno de los mecanismos más antiguos para oler

Un equipo de investigadores de la Universidad Rockefeller (EEUU) ha descubierto en la nariz de la mosca una familia de receptores, los ionotrópicos, que son uno de los mecanismos más antiguos desarrollados para captar el olor.
En un artículo publicado hoy por la revista científica estadounidense "Cell", se explica el hallazgo de unos receptores que son la pieza que faltaba en el puzzle del sistema olfativo de los insectos.
Hasta ahora se conocían los receptores de glutamato ionotrópico del cerebro, unas proteínas que se sitúan en las sinapsis neuronales para mediar en la comunicación entre las neuronas.
Pero no se sabía, como explica la jefa de la investigación, Leslie B. Vosshall, que los insectos no sólo los tienen en el cerebro, también en la nariz.
"Aparentemente es una idea completamente absurda", indica Vosshall, que la mosca tenga estos receptores posicionados para que interactúen con pequeñas moléculas del aire.
"Pero si lo piensas, tiene sentido. El proceso es el mismo que el que se da en el cerebro, pero en vez de tomar pequeñas moléculas en la sinapsis, los receptores de la nariz las toman del aire", prosigue la experta.
La investigación comenzó hace dos años, cuando el equipo encontró seis genes de receptores de glutamato ionotrópico mientras escudriñaba el genoma de la mosca.
Esos genes ya se descubrieron hace diez años, pero entonces se asumió que debían ser similares a los de los receptores cerebrales.
Sin embargo, Vosshall se planteó si esos genes podrían ser los de esos receptores desconocidos existentes en las dos antenas de la nariz de la mosca.
Cada antena del insecto se divide en tres tipos de neuronas del olor, de las cuales dos eran conocidas, pero las terceras, ubicadas en una franja llamada coeloconic sensilia, eran un misterio para los científicos.
Ahora, Vosshall y sus colegas han demostrado que esas células detectan olores gracias a la presencia de los receptores ionotrópicos en la parte final de las neuronas, donde tienen acceso a los olores del mundo exterior.
Gracias a los receptores de la coeloconic sensilia, sus neuronas responden a los estímulos olfativos.
Los científicos lo demostraron "extirpando" genéticamente un receptor de su célula originaria e instalándolo en una distinta, que entonces pudo detectar olores.
Una vez resuelto el misterio de la coeloconic sensilia, ahora los investigadores tendrán que explicar por qué los insectos han desarrollado dos conjuntos de receptores olfativos.
Vosshall sugiere que la función ancestral de los receptores de glutamato ionotrópico, más que cerebral, puede haber sido la de detectar pequeñas moléculas en el aire, ya que las plantas los utilizan para la detección de los productos químicos del ambiente.
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