Histórico

El atroz encanto de ser argentino

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Señor director:

Leo la columna de Andrés Benítez publicada en su diario el sábado pasado, y pienso que sólo un chileno que vive en una sociedad organizada y gozando de sus beneficios puede darse el lujo de creer que las individualidades son igual de importantes que las instituciones.

Lo digo con respeto. Intercambiaría con el autor de la columna el lugar donde vivimos por un lapso para que experimente en carne propia lo que significa vivir en una sociedad donde muchos han creído que la individualidad puede guiar los destinos y la vida del resto de las personas.

Si pudiera el señor Benítez observar la cantidad de proyectos personales, laborales y/o comerciales que no se pueden desarrollar en Argentina debido al tiempo que la gente pierde por no tener las necesidades básicas resueltas, se daría cuenta de que por mas individualidades destacadas que eso genere, la sociedad en su conjunto pierde. Y eso, por más que todos disfrutemos de lo efímero que puede resultar el inflar el pecho y decir "habemus papam, y es argentino", vale nada si no cambiamos la actitud frente a la sociedad.

Nada debería favorecer más a los argentinos que contar con instituciones sólidas que nos dieran la tranquilidad, la estabilidad y el respeto que significa no depositar toda nuestra esperanza y nuestros logros en las individualidades (hago expresa reserva de la excepción  que puede resultar poner esperanza en la individualidad del papa Francisco).

Javier Ghia

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