Histórico

El interregno

El tiempo es implacable. Pasa rápido, como queda en evidencia ahora, cuando miramos hacia atrás para darnos cuenta de cuán cercanos nos parecen los recuerdos de 2009.

Hay, sin embargo, excepciones. Una de ellas es, sin duda, este período que estamos atravesando: durante la semana entre Pascua y Año Nuevo pareciera que el tiempo se suspende. Todo queda para antes o después de estos siete días. Nadie, en su sano juicio, dice "voy a encargarme de este problema entre Pascua y Año Nuevo". 

Así, no importa que el país esté en medio de una campaña presidencial; que las vacaciones se encuentren a la vuelta de la esquina; que haya que cuadrar las cuentas en la oficina para hacer el balance; que haya que cambiar los "regalos-cacho" de la Navidad. Nada importa. Todos sabemos que en este verdadero interregno, lo mejor es concentrarse en hacer como se trabaja, lucir preocupado y dedicarse, en realidad, al improductivo, pero delicioso, dolce fare niente.

El clima, por lo demás, contribuye a esa sensación catártica. El calor invita a la siesta y la inacción. En esta tierra de nadie no dan ganas tampoco de salir a parrandear: ya vendrá el Año Nuevo y dará inicio oficial a la fiesta. Por ahora, todos en familia y bien contenidos, casi como el atleta que espera el pistoletazo de salida para correr de manera los 100 metros. 

Cada época tiene su propio afán. En estos siete días, dedíquese usted a gozar de la última semana del año, la época en que el tiempo se congela. (IIS)

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Piensa sin límites. Accede a todo el contenido

Nuevo Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE