¿Es conveniente limitar la altura de los nuevos edificios del Gran Santiago?
Municipios endurecen regulaciones para poner tope a construcciones de más de 10 pisos.

Departamentos de un dormitorio, con cocina americana y un baño, ubicados en edificios de más de 10 pisos. Estas son algunas de las características que tienen muchas de las construcciones levantadas desde fines de los años noventa en el Gran Santiago. Una oferta de viviendas que, según un estudio de la empresa Adimark, representan el 84% de la demanda en el mercado inmobiliario de este año.
Lo anterior ha tenido un impacto en diversas comunas, donde en barrios de casas bajas se construyeron edificios de hasta 30 pisos, con estacionamientos para cada uno de los vecinos, un factor que incidió en la congestión vehicular de aquellas zonas.
Este escenario será analizado en el próximo seminario de la Cámara Chilena de la Construcción a realizarse el próximo miércoles (ver recuadro), evento donde se discutirám los beneficios del crecimiento de las ciudades a través de la densificación.
Un ejemplo de ello es San Miguel, donde existe un proceso para modificar el Plan Regulador. “Los vecinos se acercaron para indicarnos que había un desmedido crecimiento de proyectos inmobiliarios, por lo que se veían afectados”, cuenta Julio Zúñiga, director de la Secretaría Comunal de Planificación de San Miguel. Según el municipio, la propuesta busca limitar hasta cinco pisos la altura, exceptuando Gran Avenida, que al ser un eje comercial se dejará un tope de 10 pisos.
Para Nicolás Gumucio, gerente del área inmobiliaria de Toctoc.com, San Miguel por años tuvo un plan que permitió construir sin tope. “Se empezó a gestionar como una comuna para inversionistas, de muchos arriendos y departamentos de un dormitorio. Con este cambio se está pidiendo que se hagan edificios más chicos y departamentos más grandes, por lo que naturalmente llegarán más familias”, describe.
Una zona en la que ya se impuso un tope de altura es Providencia. El año pasado se aprobó un cambio al Plan Regulador. “Lo que nos interesa es que esa vida de barrio se mantenga”, explica Josefa Errázuriz, alcaldesa de la comuna. Hoy, de acuerdo a las modificaciones realizadas, en barrios como Bellavista o Plaza Uruguay, se pueden construir edificios de hasta siete pisos. Aun así, la edil remarca que esto no significa que se esté congelando la ciudad: “No estamos diciendo que toda la comuna tendrá tantos metros de altura, porque eso es inviable e inmanejable. No podemos decir que nos gusta Providencia y no querer que nadie más viva acá”.
En Santiago Centro también se puso un tope en la altura tras que se llegaran a levantar edificaciones de hasta 30 pisos. “Esto provocó graves problemas a los residentes que viven en casas o edificios mucho más bajos y generando graves problemas de congestión vehicular”, dice Carolina Tohá, alcaldesa de Santiago.
Impacto urbano
Pero congelar o disminuir la densificación podría no ser tan conveniente a nivel general, advierten algunos especialistas. Para Luis Eduardo Bresciani, presidente del Consejo Nacional de Desarrollo, aunque es necesario controlar los aumentos de densidad al interior de los barrios “no tiene mucha justificación cuando se trata de grandes avenidas o corredores de transporte público”. Añade que “la densificación va de la mano de la necesidad de las personas de vivir en centros más activos y no vivir en suburbios residenciales que están lejos de sus lugares de estudio o trabajo”.
Algo en lo que concuerdan desde la Cámara Chilena de la Construcción. “Estas medidas empujan a las constructoras a irse a lugares más distantes, con menos posibilidad de transporte (…) segregan a la sociedad porque empujan a los usuarios a la periferia”, estima Pablo Álvarez, gerente de Vivienda y Urbanismo del organismo. Agrega además que “provoca el alza de los precios de los departamentos, porque se reduce la oferta de vivienda con posibilidad de ser construida en altura”.
De acuerdo a los expertos, controlar a cuáles zonas le convienen seguir siendo densificadas y a cuáles no, es importante en estos casos. “Cuando las comunas bajan la densidad en algunas zonas, debieran aumentarla en otras para mantener un buen funcionamiento”, puntualiza Bresciani.
Para Loreto Rojas, académica del departamento de Geografía de la Universidad Alberto Hurtado, “la respuesta con respecto a la densificación no tiene que ser lineal sobre si conviene o no conviene, lo que se debe empezar a discutir es la cantidad de pisos que se deben construir. Entender que al hablar de una ciudad, hay territorios que tienen capacidades particulares, o una historia en particular”.
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