Expertos detallan las razones para cambiar a un niño de colegio
Existen una serie de situaciones en que un cambio de establecimiento resulta imprescindible, como niños cuyo mal rendimiento está afectando su autoestima. Y es mejor que la decisión se tome antes de que llegue a la preadolescencia, cuando la adaptación a un nuevo ambiente será más compleja.

Elegir un colegio y luego conseguir una vacante suele convertirse en un agotador peregrinaje para los adultos. Por lo mismo, para los padres resulta muy complicado aceptar que la decisión que tomaron no fue la acertada. Pero no hay que olvidar, dicen los expertos, que se trató de una elección que se hizo cuando el niño apenas tenía tres años, pero que marcará su vida durante más de una década. La Tercera consultó con cinco expertos educaciones sobre las situaciones en que esta opción resulta ineludible:
SE HA CONVERTIDO EN "EL NIÑO PROBLEMA"
Desordenados, contestadores o distraídos. Siempre hay un alumno que suele desencadenar la antipatía del profesor. El problema se presenta cuando la actitud negativa de un maestro se traspasa hacia el resto de los docentes del curso y, a veces, incluso del colegio, transformando a ese niño en el blanco de críticas permanentes. La estigmatización puede acarrear efectos demasiado perjudiciales para los pequeños. Y no sólo porque causa trastornos emocionales en el niño, también porque tiene implicancias que tarde o temprano se verán en el aprendizaje.
"Cuando aumenta la interacción emocional negativa entre el alumno y el profesor, disminuyen los buenos resultados", dice Juan Casassus, consultor internacional en educación. Esto, porque el alumno termina estableciendo ciertas creencias -por ejemplo, que es desordenado o flojo- que son internalizadas como verdades absolutas. De hecho, una de las áreas en que existe mayor consenso entre los especialistas es en la influencia que ejercen las expectativas de los docentes sobre el rendimiento: por ejemplo, los niños cuyos profesores tienen altas expectativas en sus habilidades obtienen hasta 22 puntos más en el Simce, tanto en lenguaje como en matemáticas.
MALAS NOTAS REITERADAS
Muchas veces las malas calificaciones son un factor de permanente conflicto para los niños. Los padres comienzan a consultar especialistas, a ponerlos en clases particulares, a hacerlos estudiar extra durante las vacaciones. Pero cuando nada de esto funciona y la situación continúa después de dos o tres años consecutivos, los sicólogos recomiendan evitarse el estrés y que se piense en un cambio de colegio. Es probable que el colegio no sea el adecuado, dice Mariela Marfil, sicóloga del Redland School, porque muchos niños aprenden más de manera visual o kinésica y, cuando están expuestos a una clase tradicional, no retienen la información.
Exponer a un menor a la constante frustración que implica ser uno de los peores de la clase sólo lleva a la desmotivación, una situación muy difícil de remontar. Eso sí, hay que superar el mito de que a un niño con malas notas se le debe buscar un colegio "más fácil": sólo se trata de encontrar el ambiente educativo que aprovechará mejor sus capacidades. La clave está en preguntar si existen cursos o talleres para aprender a estudiar, reforzamientos especiales y si los profesores están entrenados para trabajar con las diferencias de los niños.
NO CONSIGUIO ADAPTARSE
A veces ni siquiera se trata de problemas de rendimiento o de conducta. Simplemente, los niños no encajan con el estilo del colegio o con el ambiente que se vive en éste. En particular, cuando se trata de establecimientos que hacen de la competencia lo central de su formación.
Fue el caso de Antonia. Al poco tiempo de ingresar a prekinder, su madre, Alejandra, se dio cuenta de que la niña comentaba con frecuencia que era la más floja del curso pese a que sus calificaciones eran buenas. Su decisión se precipitó cuando fue la elección de reina. Como una forma de premiar a los niños destacados, la profesora leyó las exigencias para ganar, incluyendo ser una de las mejores alumnas. Antonia llegó ese día a su casa diciendo que nunca sería reina. "Fui al colegio y me dijeron que era una forma de motivar a las niñas, pero ¿quién se preocupa de la autoestima del resto?", reflexiona Alejandra.
"La duda permanente de los padres en estos casos es entre dejar que el niño se enfrente a sus frustraciones y desarrolle sus propias habilidades o tomar la decisión del cambio", señala la sicóloga de la Clínica Alemana, Alejandra Silva.
ES OBJETO HABITUAL DE BURLAS
En Chile, el 60% de los niños ha sufrido de maltrato o ha sido agresor. Para pensar en la alternativa del cambio de colegio no basta con una pelea entre compañeros, sino cuando el grupo identifica al niño como un blanco recurrente de burlas o, incluso, de golpes. Los sicólogos aseguran que estos problemas se pueden mejorar hasta quinto o sexto básico, pero si se mantienen después, el círculo vicioso de la agresión se hace más fuerte, por lo que es menos probable que las relaciones entre los compañeros cambien.
Una clave para mejorar la situación de un niño agredido por sus pares es que el colegio esté dispuesto a intervenir. Si no es así, lo mejor es que el niño acuda al psicólogo para desarrollar sus habilidades sociales, pero a la par cambie de ambiente.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.