Histórico

Expertos recomiendan rescatar el valor lúdico del kínder y no centrarse en lo académico

<p>Una disciplina más rígida similar a la del colegio, aprendizajes fuera de contexto, contenidos adelantados y poco espacio para el juego libre han cambiado la cara a la educación preescolar.</p>

La enseñanza en el sistema preescolar ha cambiado. Algunas actividades que antes eran clásicas, como pintar un dibujo de plantilla sin salirse de los bordes, hoy han desaparecido, porque se descubrió que limitan la creatividad. Pero los niños llegan a él con mucha información desde la casa. Por ello, los colegios han adelantado contenidos, como la enseñanza de un segundo idioma, de operaciones matemáticas o de la lectoescritura, antes reservados a primero básico.

Pero, en muchos casos, esto implica que los contenidos se imponen por sobre el juego, que el aprendizaje se realiza sin el contexto y que incluso se imponen métodos propios de cursos superiores como una disciplina que hace que los menores permanezcan quietos más allá del tiempo recomendado para su edad. En otras palabras, el kínder estaría perdiendo su sentido lúdico y escolarizándose, algo que preocupa a los expertos. "Se ha perdido el juego placentero y creativo y no competitivo, que antes era el sello de la educación parvularia", dice Verónica Romo, directora de Educación Parvularia de la Universidad Central.

LOS PELIGROS
La polémica no se reduce a Chile. En EE.UU. se han creado organizaciones que buscan rescatar el valor lúdico del kínder. Es el caso, por ejemplo, de Alianza por la Niñez, formada por médicos, sicólogos y profesores que habla de "la crisis que enfrenta el kínder".

Y es que está demostrado que a la edad de cuatro o cinco años, los niños filtran la realidad y se preparan para el futuro mediante el juego. También es fundamental para aprender: los contenidos adquieren sentido mediante el juego. Pero son cada vez más los colegios que optan por enseñar contenidos en forma abstracta. "He visto a las educadoras diciendo 'niños, pongan cinco porotos en el lado derecho y cinco en el izquierdo', cuando podrían hacer lo mismo con un juego. Con este sistema, los niños no entienden para qué hacen lo que hacen", dice Verónica Romo, quien agrega que, en más de un centenar de visitas a colegios, al menos en la mitad ha visto que se pierde la contextualización de lo que aprenden.

El otro peligro es apurar los aprendizajes. Con ello, los menores se pueden desmotivar e, incluso, se puede llegar a perder el interés por el estudio y, a largo plazo, a desertar del sistema escolar. "No se pueden adelantar los procesos. Hay niños de cuatro años maduros, que pueden empezar a leer, y hay niños mayores que tienen dificultades", dice Gaby Fujimoto, especialista de la OEA, quien vino a Chile en el marco del Segundo Simposio sobre Educación Preescolar. Para la experta, lo que se enseña a un niño debe estar en concordancia con su madurez, no con la edad, por lo que las escuelas deben identificar esta situación antes de comenzar con metas específicas de aprendizaje.

El tema preocupa. Organismos  como la OEA y Unicef plantean rescatar los elementos propios del kínder, como la educación centrada en el juego y la flexibilidad de las actividades, hasta tercero básico.

Por eso, algunos establecimientos   tienen como objetivo derechamente no escolarizar el kínder. Es el caso del Cantagallo, de Las Condes, y el Colegio Alemán Thomas Morus, de Providencia. "La escolarización del kínder no respeta las diferencias individuales de los alumnos y no permite lograr un conocimiento profundo", dice Ricarda von Dessauer, coordinadora de educación parvularia del establecimiento.

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