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Faith No More y Slipknot protagonizan la jornada de mayor voltaje en Rock in Rio

El rock pesado dominó el quinto día del megafestival brasileño, donde también actuó Mastodon. Los metaleros enmascarados reinaron en una velada en la que Mike Patton lidió con una fea caída y la tibia respuesta del público.

Los pronósticos auguraban el día más caluroso del año en Río de Janeiro, con temperaturas que alcanzarían los 42 grados celsius y una humedad asfixiante, pero el viento y las impredecibles nubes de la metrópolis brasileña se hicieron sentir desde temprano y refrescaron el ambiente para las miles de personas que comenzaban a llegar al Parque Olímpico. La ropa negra, los tatuajes y el cuero anticipaban el espíritu de la jornada: luego de cuatro exitosos días, que tuvieron como puntos altos a Queen, System of a Down y Metallica, el viernes el festival Rock in Rio se preparaba para recibir a la facción más metalera de su público, con una programación dedicada exclusivamente al rock pesado y con tres platos fuertes que esta semana aterrizan en Chile: los norteamericanos Mastodon, Faith No More y Slipknot.

Estos últimos eran los claros favoritos de la velada. Desde las 14.00 horas, cuando se abrieron las puertas principales del evento saltaba a la vista que el nombre más repetido entre las poleras del público era el del conjunto que lidera Corey Taylor, incluso con fanáticos luciendo las máscaras características del grupo de Iowa. Desgraciadamente para ellos, los disfraces no pasaron el estricto control de seguridad de la Ciudad del Rock, el moderno recinto al aire libre ubicado en el sector de Barra de Tijuca, alejado del centro de la ciudad y construido en 2011 especialmente para albergar grandes conciertos -así como la Villa Olímpica de las próximas Olimpiadas de 2016-, al que La Tercera tuvo acceso gracias una invitación de Heineken, uno de los auspiciadores de la cita.

Adentro del lugar, la ropa oscura de una audiencia de todas las edades contrasta con la estética colorida y alegre del festival, que este año, para celebrar su aniversario número 30 desde aquella mítica primera edición de 1985, presenta durante siete días unas instalaciones de imponente infraestructura y original diseño, además de un cartel que apela a su propia historia. Y aunque parte de la prensa local ha criticado la falta de novedad en la parrilla de la cita, centrada en artistas que ya estuvieron en versiones anteriores del evento, esto poco parece importarle a un público que disfruta tanto de la música en vivo como de las múltiples actividades y atracciones que éste ofrece en paralelo, las que lo asemejan a un parque de diversiones.

La oferta incluye una montaña rusa y una rueda de Chicago; puntos de venta de comida que funcionan hasta la medianoche -con precios razonables- y amplios baños; una capilla donde parejas pueden casarse con una banda de rock tocando su canción de fondo, además de una ciudadela tipo Disneylandia donde las marcas ofrecen diversos servicios y actividades. La zona vip, en tanto, ofrece comida y bebidas gratis durante toda la jornada, junto a una amplia terraza de privilegiada vista al escenario principal.

La atracción más solicitada del recinto, eso sí, es la tirolesa: un cable que pasa por encima de buena parte del predio y que permite a los más osados “volar” sobre el escenario central al estilo canopy, experiencia también organizada por Heineken.

Caídas y subidas

Si bien la acción comienza temprano, los shows internacionales se concentran en dos escenarios estelares -de un total de cinco-, el Palco Mundo y el Palco Sunset, y parten cuando se va la luz, con presentaciones que a diferencia de otros festivales en Chile nunca se topan en horarios. Tras las concurridas actuaciones de Nightwish y Steve Vai, seguida de una tibia presentación de la banda De La Tierra -que apela a la identidad latinoamericana pero carece de identidad musical-, a las 21.00 horas llegó el turno de Mastodon, el primer peso pesado de la jornada.

Con un repertorio centrado en su celebrado último álbum, Once more ‘round the sun, y pese a algunas deficiencias en la amplificación y a un público no demasiado entusiasta, el grupo de Atlanta derrochó potencia sónica sin tregua durante trece canciones y exactos 60 minutos. Una demostración de talento y solidez que el cuarteto repetirá mañana en el Teatro La Cúpula, con un show en solitario que se anticipa de mayor duración.

Media hora más tarde, y con los acordes de Midnight cowboy sonando de fondo, Faith No More materializaba su regreso a Rock in Rio, esta vez con los temas de su álbum Sol invictus (2015) acompañando su setlist de clásicos como From out of nowhere, Epic y We care a lot. El quinteto, que hoy vuelve a Chile como parte del festival Santiago Gets Louder, no tuvo su mejor noche en Brasil, y pese a una sólida presentación y a las constantes intervenciones en portugués del cantante, el público respondió con tibieza y sólo reaccionó a la hora de dos célebres covers: Easy y I started a joke.

La cosa estuvo cerca de ponerse aún más cuesta arriba, ya que mientras interpretaba Caffeine, al comienzo del show, Patton se lanzó al vacío pero calculó mal y cayó en el espacio que separa el escenario del público. El resultado fue sólo una leve cojera en el resto de la presentación.

La euforia parecía estar reservada para el cierre y así ocurrió. A la medianoche, Slipknot confirmó su cartel del más esperado de la jornada con una cancha que al fin se veía repleta y saltando ante cada riff. La pandilla enmascarada, que este miércoles llega al Movistar Arena, respondió sobre el escenario con un show de sonido explosivo y ritmo machacante, que tras 17 canciones finalizó con aplausos de admiración.

Fuegos artificiales y en los parlantes el jingle del festival -que la gente corea con entusiasmo- cerraron una jornada que amenazaba con ser caliente pero, en el el balance final, terminó siendo más fría de lo que se pensaba y con la audiencia más reducida de lo que va de la cita. Un panorama que se esperaba distinto para las dos noches de cierre, encabezadas por Rihanna y Katy Perry.

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