Gary Becker: la economía en 360 grados
La economía tiene tradicionalmente un ámbito de acción ligado a temas más bien materiales, como los ingresos y gastos de las personas. Pero ese es justamente el punto de Becker: la economía como tal no debe ser definida por su ámbito de acción, sino que por su enfoque metodológico, en el que las personas toman sus decisiones en función de incentivos racionales, y la economía debe aplicar ese enfoque a ámbitos de todo tipo.

HACE UNOS días falleció Gary S. Becker. Me tocó conocerlo como profesor en 1998 cuando comencé mis estudios de doctorado en la Universidad de Chicago, y posteriormente tuve la suerte de tenerlo como profesor guía de mi tesis doctoral. A todo estudiante lo marca mucho su profesor, por lo que el lector puede esperar que les indique que el aporte de Becker ha sido muy importante en las próximas líneas. Efectivamente es así, pero como lector fórmese usted su propia opinión después de darle los argumentos.
Becker fue un reconocido economista que obtuvo el Premio Nobel en 1992, que desarrolló su carrera en la Universidad de Columbia, el National Bureau of Economic Research y la Hoover Institution de Stanford, pero principalmente en la Universidad de Chicago. El trabajo de Becker se puede resumir en extender el enfoque económico a otros ámbitos que usualmente no eran propios de los economistas. Por ejemplo, utilizar este enfoque para aportar al estudio de factores demográficos (¿por qué cambian las tasas de natalidad?) o aportar al estudio de las familias (formación de matrimonios, disolución de ellos, altruismo al interior de las familias). Cuando se plantea de ese modo, la pregunta obvia es ¿qué puede aportar la economía a estos temas que parecen tan lejanos de su disciplina?
Efectivamente, la economía tiene tradicionalmente un ámbito de acción ligado a temas más bien materiales, como, por ejemplo, los ingresos y los gastos de las personas y los hogares. Pero justamente ese es el punto de Becker: la economía como tal no debe ser definida por su ámbito de acción, sino que por su enfoque metodológico, en el que las personas toman decisiones en función de incentivos racionales, y lo que debe hacer la economía es aplicar ese enfoque a ámbitos de todo tipo, incluidos aquellos que no corresponden a temas materiales.
El primer aporte de Becker en esta línea fue un libro, resultado de su tesis de doctorado y publicado en 1957, que utiliza el enfoque de la teoría económica para estudiar los efectos de los prejuicios y la discriminación en los ingresos y las posibilidades de empleo de las minorías. Este aporte no tuvo impactos entre economistas por varios años, porque la discriminación racial no era considerada parte de la disciplina económica. Entre sociólogos y entre otras disciplinas tampoco tuvo mucha recepción, porque no se consideraba un aporte a ellas.
A pesar de que inicialmente no fue bien recibido su primer aporte, a comienzos de los 60 Becker siguió en esta línea de investigación y comenzó a utilizar el enfoque económico en el estudio del capital humano -que incluye inversión y educación, salud, capacitación en el lugar de trabajo-, término bastante poco utilizado y que despertaba muy poco interés en esa época.
A comienzos de los 70, Becker retornó a la Universidad de Chicago, donde había realizado sus estudios doctorales y había comenzado su carrera académica antes de partir a Columbia. Fue en ese momento cuando centra su mayor actividad de investigación en los temas relacionados con la familia. El ámbito de temas fue amplio: matrimonio, divorcio, decisiones de fertilidad, altruismo hacia otros miembros de la familia, inversión en educación de los hijos, cambios en composición de las familias a través del tiempo. Además, relacionó todos estos cambios en las familias con efectos sobre desigualdad y crecimiento económico. Escribió muchos trabajos y un libro llamado A Treatise on the Family, que para muchos especialistas en temas de familia debe ser un libro a tener muy en cuenta y que resume parte importante de su investigación. Es posiblemente en este momento en que se amplía definitivamente el ámbito de aplicación del instrumental económico a este tipo de temas y se abre el diálogo con otras ciencias, expandiendo las implicancias de este instrumental.
A Becker se le ofreció en 1983 ser profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago -de forma conjunta con su cargo de profesor en el Departamento de Economía-, lo que obviamente fue un reconocimiento de que la sociología reconocía el aporte de Becker, y por lo tanto del enfoque del comportamiento racional basado en incentivos, como un enfoque respetable y con el que se puede generar un puente entre ambas disciplinas. Más aún, entre los economistas, si bien Becker encontró inicialmente un escepticismo importante -y por qué no decirlo, se le ignoró bastante al principio de su carrera, porque sus temas de interés no eran considerados asuntos económicos-, con el paso del tiempo logró bastante aceptación, sobre todo en economistas más jóvenes, y logró reconocimientos tales como la presidencia de la Asociación de Economistas de Estados Unidos, el Premio Nobel y muchos otros más.
Recordar la carrera académica de Becker, en el Chile actual, es interesante. En una sociedad con una profunda transición demográfica como la chilena, existe posiblemente un fuerte aumento en la inversión en capital humano de los hijos. Esto es lo que se conoce como el "trade-off" entre cantidad y calidad en los hijos: con recursos escasos, si disminuye el número de hijos se abre la posibilidad de aumentar la inversión del capital humano de los hijos. Posiblemente esto, una decisión absolutamente voluntaria y racional de los hogares, explique parte importante del aumento del gasto en educación privada que hemos observado en las últimas décadas en Chile y del que hoy tanto se discute y se califica como no deseable por algunos. Pero más importante aún, el aumento de inversión en capital humano obedece también a la rentabilidad de esta inversión, y desde ese punto de vista, la acción del gobierno debe ser muy cuidadosa, porque la política tributaria puede distorsionar la rentabilidad de la inversión en capital humano, desincentivando a los padres a realizar esta inversión, lo que eventualmente podría incluso deteriorar los ingresos de estos hijos y la desigualdad de ingresos en el mediano plazo.
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