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Ibrahim Mansour: "Jugamos fútbol para decir que vivimos"

Hasta el 16 de enero permanecerá en Chile el plantel del Ahli Al-Khalil, campeón del fútbol palestino. Ibrahim Mansour, su técnico, habla sobre la importancia que tiene el fútbol en este país, más allá del espectáculo. "No vamos a estar quietos aunque haya mucha violencia", afirma.

Enfundado en un lustroso buzo negro, Ibrahim observa la cancha desde la línea de cal. A ratos da alguna instrucción en un lenguaje incomprensible y gesticula sin aspavientos. Este hombre de baja estatura y barba gris en forma de candado es el técnico del Ahli Al-Khalil, equipo campeón de la Supercopa Palestina y que actualmente se encuentra entrenando en Chile.

Llegó junto a sus dirigidos luego de ser retenidos por 10 horas en una sala de detención del aeropuerto de París. Los franceses creían que fraguaban un ataque terrorista. Ibrahim prefiere no acordarse de eso y mueve su cabeza en signo de incredulidad.

El miércoles su equipo se midió con Everton. Perdió 4-1. Su rival de este sábado era Palestino, el hermano (e ídolo) separado por kilómetros. Dentro del campo las cosas no fueron mejor y sus pupilos recibieron cinco goles.

A ningún deportista, ambiciosos como pocos, le gusta perder, pero Ibrahim, en un español fluido, dice estar feliz. Su equipo fue aplaudido en todo momento y el único gol que anotó ayer se gritó como si fuera de los locales. Más que un partido fue una fiesta. La música árabe sonó con fuerza y los colores de la bandera palestina tiñeron el gris reducto de La Cisterna.

En Palestina el fútbol es profesional hace ocho años. Antes ni siquiera tenían canchas. Jugaban sobre solados polvorientos y llenos de escombros, cuenta el técnico. Poco a poco se ha construido uno que otro estadio y se creó una Superliga de doce equipos. El técnico, en todo caso, aclara que “hay mucha diferencia, ustedes juegan al fútbol desde hace muchos años. El nivel actual del fútbol palestino es como la segunda división de aquí”.

Más allá de la frivolidad de un resultado, el fútbol adquiere otra connotación en Palestina. Para nadie es un secreto que allí la muerte se agasaja. La guerra con Israel lleva años desangrando la región. Misiles y balas van en todas direcciones, pero siempre causan más estragos en Westbank y Gaza. “No hay ningún palestino que no haya perdido un familiar, que no hayan destruido su casa, que no tenga un conocido que haya estado en la cárcel”, cuenta Ibrahim. El fútbol para él no es mera competencia ni entretenimiento, es un acto de resiliencia.

“Jugamos fútbol para decir que vivimos, por sobretodo. Vamos a vivir y vamos a luchar en la cancha. No vamos a estar quietos aun cuando haya mucha violencia. Allá tenemos muertos cada día, pero no vamos a parar”, afirma el DT con un tono firme, sin caer en dramatismos.

El capitán de Ahly al Khalil, Fadi Dwaik, apunta en la misma dirección que su entrenador. “El fútbol nos da esperanza. Es la única cosa que la gente palestina disfruta”, comenta el defensor.

Siempre quieren jugar, pero a veces paran por respeto. Roberto Kettlun, futbolista chileno que juega en el Ahli Al Khalil, cuenta que “los partidos se retrasan cuando hay caravanas fúnebres de la gente que muere por atentados”. En otras ocasiones no se juega porque los protagonistas no están.

“A veces los jugadores, los árbitros y la televisión no llegan porque cada ciudad tiene su propia frontera. No es fácil”, narra Ibrahim, aunque el año pasado por primera vez en 15 años pudieron ir a jugar a Gaza. El fútbol pudo lo que la política no.

Un poco intimidado, porque “nunca había estado ante tantos periodistas”, Mansour cuenta cuál es su gran sueño: “Este fue el partido por la hermandad, yo espero que con la ayuda de Dios, podamos jugar con el Palestino de Chile, un match por la libertad de nuestro pueblo”.

Al Ahly al Khalil le queda un partido con Santa Cruz el martes. Luego un triangular con Ferroviario y otro equipo que Ibrahim, por más que se esfuerza, no puede recordar. En febrero tendrá que disputar el repechaje por un cupo a la Asian Cup. Ibrahim por ahora sonríe y se va a celebrar con los suyos.

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