La vida que el secuestrador de Cleveland llevaba con su familia
Ariel Castro propinó en dos ocasiones golpizas a su ex mujer y acusó al marido de esta de abuso sexual para desviar la atención de la policía sobre el secuestro de sus víctimas.

Ariel Castro, acusado de secuestrar durante 10 años a tres jóvenes en Cleveland, vivió en la casa donde tenía cautivas a sus víctimas desde 1992, según un publicación del diario español El Mundo.
Al año siguiente de mudarse a dicha casa, su esposa Grimilda Figueroa lo denunció después de una paliza y desde entonces llevó una existencia taciturna pero aparentemente normal. Sus vecinos cuentan que Castro devolvía el saludo pero nunca se paraba a conversar.
Las autoridades confirmaron este martes al diario español que la esposa de Ariel Castro falleció a los 48 años en abril de 2012 por una sobredosis accidental de un analgésico muy común en Estados Unidos. Sólo tres de sus hijos estuvieron presentes en el funeral que se celebró en una ciudad de Indiana. La cuarta hija, Emily Castro, cumple condena desde febrero de 2008 por apuñalar cuatro veces a su hija de 11 meses en un arrebato de locura.
Pero no fue la única ocasión en la que la familia Castro fue el objeto de una investigación judicial, ya que al divorciarse de Ariel en 1996, Grimilda se casó con Fernando Colón. Un hispano que trabajaba como guardia de seguridad en un centro comercial y que fue condenado por pederastia hace nueve años.
A Colón lo acusaron de abusar sexualmente de las hijas de su esposa y los testimonios de las chicas y de Ariel Castro fueron decisivos en el veredicto judicial. El FBI llegó a interrogarle como sospechoso por la desaparición de Amanda Berry y Gina DeJesús.
Entonces Colón advirtió a las autoridades que deberían investigar al ex marido de su esposa pero nadie le hizo caso. Ahora dice que presentará un recurso para demostrar su inocencia y asegura que el testimonio de Castro en su juicio no fue sino una forma de desviar la atención.
"Fue una estrategia brillante porque él tenía a estas chicas en casa y acusarme le ayudó a presentarse como una persona digna de confianza", decía este martes Colón. "La policía debería haber registrado su casa, hablar con él e interrogarle sobre el caso. Él trabajaba como conductor del autobús de la escuela y hacía esa ruta todas las tardes. Si la gente me hubiera escuchado, estas chicas no habrían estado desaparecidas durante tanto tiempo".
Tras la condena de Colón en 2004, Castro infligió una segunda paliza a su ex mujer en la que le rompió la nariz, un diente y varias costillas y le provocó un coágulo cerebral. La agresión le arrebató cualquier posibilidad de obtener la custodia de sus hijos pero no originó ninguna denuncia judicial.
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