Los misterios detrás del arrepentimiento masculino
<img style="margin: 0px; padding: 0px;" alt="" src="https://static-latercera-qa.s3.amazonaws.com/wp-content/uploads/sites/7/200910/550385.jpg" width="81" height="13"> No es casualidad que si un hombre pide perdón, su acto se transforme en todo un acontecimiento social. La biología evolucionaria hoy nos explica la dificultad que ellos tienen al momento de reconocer un error.

Las disculpas de Tiger Woods fueron algo más que un simple acto de pedir perdón. Parecieron el mea culpa de una nación que comete genocidio: transmitidas en vivo por varios canales de televisión y con tanda de comerciales incluida. Algo desproporcionado si consideramos que detrás de la cara de arrepentimiento del golfista no había más que una serie de infidelidades que sólo les incumbían al deportista, a su esposa y a sus varias amantes.
Claro, también pidió disculpas públicas el CEO de Toyota por el mal funcionamiento de una partida de automóviles y, en este caso, por lo menos había potenciales vidas humanas involucradas.
¿No parece sospechoso que siempre sean hombres quienes ofrecen sus cabezas al pueblo luego de reconocer un error? Una primera respuesta lleva a pensar que, obvio, los actos de arrepentimiento masculinos son más grandilocuentes, porque son ellos quienes ocupan cargos de mayor notoriedad pública.
Pero esto no es tan así. Una serie de investigaciones en el área del comportamiento confirman que existen razones evolucionarias que explicarían, entre otras cosas, por qué hombres y mujeres reaccionan de diferente manera cuando deben enfrentar y reconocer un error.
Una pista: la encuesta realizada por HCD Research mientras Woods ponía en escena sus culpas y remordimientos informó que mientras más del 60% de las mujeres pensaba que sus palabras eran sinceras, apenas la mitad de los hombres creía que el deportista realmente estaba arrepentido de haber tenido una decena de amantes.
¿Qué significa esto? Bueno, además de que sólo un hombre sabe lo que hay en la cabeza de otro hombre, confirma que las mujeres tienen una mayor disposición a creer en las disculpas. En efecto, se trata de una herramienta social que ellas usan mucho más frecuentemente para mantener la cohesión del grupo, incluso cuando están libres de toda culpa y sólo con el propósito de empatizar. Por eso no hacen noticia.
CÓDIGO DE GÉNERO
Si revisamos el top ten de los mea culpa de los últimos años, nos encontramos con el siguiente patrón: un hombre realiza una conducta privada, pero sancionada socialmente. Es sorprendido y se siente acorralado por la opinión pública. No le queda más remedio que reconocer en público su "error" (en Chile tenemos los casos de un tenista y de un humorista). Dice que siente vergüenza, invoca a su familia (Woods hasta llevó a su madre a la conferencia de prensa) y promete no volver a caer en la tentación de las drogas, del sexo o de la simple mala educación, como ocurrió con el actor de Batman Christian Bale. A continuación, casi siempre presenta un "atenuante". Allí tenemos al nadador Michael Phelps admitiendo "su mal juicio" por consumir drogas, pero advirtiendo que apenas "tengo 23 años".
Lo que transforma estos actos de humildad en noticias de primera plana es que parecieran no estar en el manual masculino de comunicación cotidiana, como sí ocurre con las mujeres.
Ellos sienten que disculparse restringe su libertad de acción y, en consecuencia, su capacidad de liderazgo, ambas competencias muy masculinas, según un estudio publicado por Victoria University of Wellington. Por eso, entre más "alfa" es el hombre, menores son las posibilidades de que se muestre arrepentido en la intimidad de una relación.
Además -explica la escritora y experta en ética Lauren Bloom-, generalmente no han sido educados para hacerlo. Algo así como el cliché "los hombres no lloran", ni tampoco se arrepienten. Cualquier acción por el estilo sería una muestra de debilidad no permitida en los códigos de género.
Salvo, claro, que sea un mea culpa con bombos y platillos y aquí asoma otra diferencia crucial entre ambos sexos. Porque si bien las mujeres prefieren mostrarse falibles ante sus subordinados, en el caso contrario, la disposición al arrepentimiento mejora sólo si están frente a una mujer o a un superior jerárquico, es decir, ante un jefe que también puede ser el público. ¿Paradoja? No tanto, porque mientras en el primer caso consideran que no está en peligro su liderazgo ( "es una mujer"), en el segundo, sienten que es necesario enviar una señal de perdón para mantenerlo (el liderazgo).
AGACHAR EL MOÑO
Por último, no todas las formas de pedir disculpas son iguales.
Según el modelo del sicólogo social Peter Schönbach, existe la concesión (admitir el error a secas); la excusa ( "otros lo hicieron"); la justificación ( "lo hice porque no me quedaba otra alternativa") y la negación.
Pues bien, lo común es que el comportamiento masculino se mueva entre dos polos extremos: la negación de los hechos mientras sea posible, y la admisión total de los mismos cuando no queda más remedio.
Las formas "intermedias" de arrepentimiento, la admisión de buenas a primeras o incluso disculparse de manera preventiva son, por ahora, herramientas sociales que usa preferentemente el sexo femenino.
Por algo el dicho popular habla de "agachar el moño".
¿Sinceridad?
La Fundación Chicago realizó una lista de 23 signos que delatan "acomodo social" si una persona miente. Estas señales -entre las que se cuentan inclinarse hacia adelante o tocarse la nariz- aparecen también si alguien declara un arrepentimiento que no es sincero. Por ejemplo, cuando Clinton negó una relación extramarital, sus inclinaciones corporales aumentaron en un 100%. Sin embargo, cuando reconoció que "lo hice porque podía", los signos de "acomodo social" casi desaparecieron.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
Contenido y experiencias todo el año🎁
Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE