Histórico

Muere Patricio Aylwin: Las reformas de la transición

El ambicioso plan de reformas de Patricio Aylwin se puso a prueba con un Congreso compuesto a partir del debut del sistema binominal y la figura de los senadores designados. Pese a ello, hubo grandes avances en materia política, social y económica, donde destacan las primeras reformas tributarias y laborales de la transición.

El 12 de marzo de 1990, frente a un Estadio Nacional repleto, el recién asumido Presidente Patricio Aylwin dio un discurso que marcaría, simbólicamente, los desafíos del regreso de la democracia: “Confío en que el Congreso Nacional, por encima de las diferencias de partidos, aprobará las reformas necesarias para asegurar el funcionamiento normal y expedito de nuestra renaciente democracia”.

Aylwin apuntaba a que su ambicioso programa de reformas políticas, económicas y sociales debería sortear la valla de un Parlamento compuesto a partir del debutante sistema binominal y la figura de los senadores designados. Una traba que obligó al gobierno a negociar cada uno de los proyectos con la oposición.

“Con la UDI jamás tuvimos relación, la UDI se opuso a todas las reformas que nosotros plateamos, incluso se opuso a la reforma constitucional que fue aprobada en 1989. Solamente teníamos buenas relaciones con RN”, recuerda Francisco Cumplido, ex ministro de Justicia de Patricio Aylwin.

Cumplido fue, justamente, el encargado de sacar adelante una de las más urgentes iniciativas del gobierno: las denominadas Leyes Cumplido destinadas a reparar a  las víctimas de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y a excarcelar a presos políticos.

“Era una prioridad determinar cuál era la verdad sobre las violaciones a los DD.HH., lo que se hizo con el Informe de Verdad y Reconciliación, el Informe Rettig (...). Otra prioridad era resolver el problema de los presos políticos”, recuerda el ex titular de Justicia.

Si la tramitación de las Leyes Cumplido no estuvo exenta de controversia en el Congreso -donde finalmente se facultó al gobierno para indultar a aquellos prisioneros que habían cometido delitos graves-, intentos por democratizar instituciones políticas como el propio Parlamento y poner fin a la inamovilidad de los comandantes en jefe de las FF.AA. no tuvieron igual suerte. Dentro de las principales reformas políticas -sin considerar la reforma constitucional de 1989- se encuentra la reforma municipal, que permitió la primera elección de alcaldes y concejales tras la dictadura en 1992.

Otro de los ejes del programa de Aylwin fue la implementación de una reforma tributaria que asegurara el financiamiento de las políticas sociales comprometidas. Para sorpresa de todos, el proyecto fue aprobado en sólo tres meses, inaugurándose la “democracia de los acuerdos”.

“En un momento, Sebastián Piñera se abrió a apoyar la reforma, pero me pide a cambio que le dé  garantías de cómo y en qué se gastaría lo recaudado, para, con ese argumento convencer a los de su partido”, rememora el entonces ministro de Hacienda, Alejandro Foxley, quien lideró las negociaciones de la nueva estructura impositiva.

Luego de diversas conversaciones, en donde el gobierno hizo ver la necesidad de aumentar las arcas fiscales, el presidente de RN, Sergio Onofre Jarpa, optó por apoyar la iniciativa pese al rechazo de sus socios de la UDI, liderados por el senador Jaime Guzmán. Los cambios impositivos irían acompañados de la primera reforma laboral posdictadura.

Pese al aumento en la tasa de impuesto a la renta de primera categoría desde un 10% a un 15% y el incremento del IVA desde 16% a 18%, entre otros cambios, la economía crecería durante el gobierno a una inédita tasa promedio de 7%, mientras que la inflación se reduciría a la mitad en los primeros años, instalándose la idea de que el país estaría viviendo un auge económico que no descuidaba la equidad.

“Enfrentamos un clima bastante hostil, de mucha gente diciendo que esto iba a significar paralizar la inversión. Lo concreto es que las reformas que se hicieron en el 90 no impidieron nada. Más aún, generaron un cuadro de estabilidad social y política que permitieron un gran boom del crecimiento”, dijo en 2014 Carlos Ominami, quien fuera el primer ministro de Economía de Aylwin.

“La reforma tributaria de 1990 es uno de los símbolos más concretos de la búsqueda conjunta del progreso económico, político y social durante los primeros años de la transición política en Chile”, señaló, por su parte, Mario Marcel en 1997.

En materia educacional, en tanto, el gobierno de Aylwin se centró, particularmente, en avanzar en políticas de equidad y acceso, lo que se concretó con la creación de diversos establecimientos destinados, principalmente, a los sectores más vulnerables.

Junto con esto se modificó el estatuto docente, mejorando el régimen laboral de los profesores, sus remuneraciones y estabilidad. De igual manera, se apuntó al mejoramiento de la calidad de la educación y se avanzó en lo que luego sería el financiamiento compartido.

“Sin perjuicios de realizar reformas iniciales, que en lo político no pudieron ser muchas dada la configuración del Congreso Nacional de la época, se llevó a cabo un conjunto de medidas sociales  que incluso consideraron gran parte de la educación”, comentó el ex ministro de Interior Enrique Krauss.

En tanto, en materia social, y en gran medida respaldado por el incremento de los recursos provenientes de la reforma tributaria, el gobierno de Aylwin impulsó diversos proyectos de ley que se concretaron en la mejora del funcionamiento de hospitales públicos, la gratuidad de la atención primaria, reajuste y nivelación de las pensiones. Junto con esto, se creó el Ministerio de Planificación y Cooperación, el Fosis y el Instituto Nacional de la Juventud. Asimismo, se destacan las leyes de política indígena que culminaron con la creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi).

“Aylwin tenía una característica que resultó tremendamente positiva. Siempre pienso que los gobiernos son como una orquesta, donde cada uno de los integrantes se consideran los más virtuosos, pero lo importante es que exista un director de orquesta. El daba instrucciones y dejaba actuar, y los ministros le rendíamos información. Como comité político nos reuníamos, por lo menos, una vez a la semana, los domingos en la tarde en la casa del Presidente, y ahí recibíamos nuestras instrucciones. El Presidente tiene una característica esencial, él es un gran pedagogo. Sabía enseñar muy bien y dirigir muy bien, lo que se demostró en su gobierno. Lo que hoy en día es bastante bien calificado”, sentenció Krauss.

Más sobre:portada

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

⚡OFERTA ESPECIAL CYBER⚡

PLAN DIGITAL desde $990/mesAccede a todo el contenido SUSCRÍBETE