Ojos del salado, de primera importancia para el montañismo
<img height="16" alt="" width="60" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/193728.jpg " /><br /> Las excursiones a montañas aledañas ofrecen un regalo a los sentidos.

El Ojos del Salado, el volcán activo más alto del mundo, se ha transformado en un objetivo de primera importancia para el montañismo. Expediciones de diferentes países llegan hasta la Puna de Atacama –a unos 260 km de Copiapó– para intentar ascender hasta su cima. Si somos realistas, la sequedad del aire, la disminución del oxígeno atmosférico y, muchas veces, la falta de una adecuada preparación previa del grupo, hacen que esto no siempre concluya en un esperado éxito, pero la experiencia previa es prácticamente tan emocionante como el momento en que se llega a la cima.
Para escalar esta elevada montaña, los tiempos de aclimatación son fundamentales, realizando excursiones a las montañas aledañas, que además de acostumbrar el cuerpo para el nuevo desafío, ofrecen un regalo a los sentidos, con sus hermosos paisajes altiplánicos, salpicados de coloridos flamencos. Lo habitual es tomar ocho a diez días de expedición antes de intentar alcanzar la cima. Para eso, los refugios establecidos en el campo de base, en el sector de la Laguna Verde a 4.400 metros, 5.200 y 5.850, respectivamente, representan una verdadera ayuda en la logística y seguridad de la ascensión, cuando la tarea se ve –literalmente– cuesta arriba.
Aunque el volcán se encuentra en las cercanías del camino internacional que corre hacia Fiambalá, en Argentina, los últimos 20 kilómetros de acercamiento con arena, rocas filudas y manchones de nieve que nos llevan hasta el refugio Atacama, a unos 5.200 m, obligan a pasar cuidadosamente en un vehículo de doble tracción que haya sido equipado previamente con anticongelantes, combustible de reserva y agua dulce para beber. Nadie dijo que era fácil tratar de tocar el cielo.
Cuando ya se siente la altura en el cuerpo y la aclimatación de los días previos ha cumplido su función, llega el momento de ascender hasta el refugio Tejos, a 5.850 metros, y pasar allí la noche. Una noche ansiosa que se acaba de madrugada, cuando alrededor de las 5 de la mañana llega la hora de salir. La ruta, que está muy bien marcada, conduce lenta y cautelosamente a una lengua de glaciar, algo así como el puente final antes de tocar un cráter cubierto completamente de nieve.
Pero aún falta para la cima que, en realidad, corresponde a un alto torreón rocoso, donde una cuerda de montaña que hace las veces de pasamanos ayuda a llegar a la anhelada cumbre, que sólo se podrá alcanzar cuando ya hayan pasado ocho horas de excursión y estemos cansados, pero impacientes de ver la zona desde el punto más alto posible.
Al regreso, otras cuatro horas hasta alcanzar el refugio de altura con la satisfacción del deber cumplido.
LOS DÍAS POR EL PARQUE
Además de ser el sector perfecto para realizar las caminatas de aclimatación antes de aspirar a la cima, el Parque Nacional Nevado Tres Cruces se convierte en un panorama en sí. En la zona norte de éste se encuentra el salar de Maricunga, el más austral de Chile y, como parte de él, la laguna salobre Santa Rosa, con una abundante avifauna donde el flamenco, verdadero monarca de la zona, merodea constantemente.
Hacia el sector sur del parque, son mayores las elevaciones montañosas y acá está la laguna del Negro Francisco, que ocupa gran parte de este sector y, curiosamente, es de dos colores. En sus alrededores, una fauna compuesta por patos salvajes y flamencos rosados, entre otras aves; además de grupos de guanacos y vicuñas en algunas ocasiones. Acá se dispone de un refugio de unas 10 camas con luz, calefacción y agua caliente; sólo necesita un buen saco de dormir.
PARA CHILENOS Y EXTRANJEROS
Para los andinistas locales, se solicita una autorización entregada por la Intendencia de la Región de Atacama. En el caso de los excursionistas provenientes de otros países, es necesario contar con una autorización dada por la Dirección de Fronteras y Límites del Estado. La temporada ideal para las escaladas es entre los meses de noviembre y marzo.
AVENTURISMO
Desde 2004, la empresa Aventurismo recibió la concesión del Estado para apoyar y prestar servicios logísticos a las expediciones que llegan hasta el lugar. Con equipos de radiocomunicación y elementos de primeros auxilios, cumplen una labor de ayuda y prevención en las laderas del volcán y, asimismo, se preocupan de proteger y cuidar el medio ambiente y el entorno natural del área. Las expediciones deben cancelar una entrada de US$ 50 chilenos y US$ 160 extranjeros, lo cual ayuda a cubrir los gastos relativos al apoyo de las expediciones.
GEOGRAFÍA
El Ojos del Salado forma parte de un selecto número de montañas de gran altitud, que sobrepasan los 6 mil metros sobre el nivel del mar, constituyendo la mayor concentración de altas cumbres en un pequeño territorio como es la Puna de Atacama. Junto a él, otras altas cimas lo acompañan, como el Nevado Tres Cruces, el Nevado Incahuasi, el volcán Copiapó o el cerro Ermitaño.
Los primeros registros de su ubicación y altura aproximada se realizaron a principios del siglo veinte, y solamente durante el año 1937, una potente expedición polaca logró ascender desde sus laderas orientales hasta una de sus cimas.
Actualmente, y con muchas expediciones que visitan el Ojos del Salado cada verano, las alturas de este volcán se han ido acotando a una cifra más exacta: 6.893 msnm., según el Instituto Geográfico Militar.
No lejos del Ojos del Salado se encuentra el paso de San Francisco, que comunica a Argentina con Chile. Según varios estudios históricos, éste habría sido utilizado por la Expedición de Diego de Almagro al llegar a nuestros territorios desde Cusco, la que, soportando fríos y falta de alimentos, finalmente descendió hasta los valles de Copayapu (que en quechua significa lugares verdes), actualmente conocido como Copiapó.
Gastón Oyarzún, es colaborador habitual de la revista Viajes, este destacado guía de montaña y fotógrafo es uno de los más experimentados montañistas de nuestro país. Fue jefe de la primera expedición chilena a los Himalaya y de la primera al Everest en 1983. En este número relató su ascenso al Ojos del Salado, pero también invita a los lectores a conocer el Parque Nacional Tres Cruces, en Atacama.
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