Rudisha, la zancada perfecta
En una cómoda carrera, el keniata revalidó el título obtenido en 2011. Su mecánica y potencia lo mantienen como un imbatible en la prueba.

La comparación puede sonar fácil y repetitiva, pero no menos cierta: David Rudisha es en los 800 metros planos lo que Usain Bolt es a los 100. El keniata, récord mundial en la distancia (1’40”91), poseedor de cinco de las mejores 10 plusmarcas históricas (le sigue Kipketer con tres), ayer, en el Nido de Pájaros de Beijing, dejó en claro que aún le quedan piernas para rato.
En una carrera lenta, distinta a las que lo hicieron temido, y apoyado por su compatriota Rotich, la Pantera supo callar a todos. A quienes dudaron y lo criticaron, pero también a los boquiabiertos en China y el mundo entero que vieron como en dos vueltas al rekortán seguía tan vigente e imparable como siempre.
Luego de la lesión en la rodilla que le negó defender su corona en Rusia 2013, muchos dijeron que su tiempo había pasado. Este año llegó al Mundial con la cuarta mejor marca, pero poco importó. Hizo y deshizo.
Ya en la semifinal se deshizo del botsuano Nivel Amos, el mismo que quedó segundo tras él en Londres, en una épica carrera.
En las últimas dos vueltas que le faltaban para volver a ser monarca, engañó a todos con una primer lapso casi de paseo (54”15). Era la carrera ideal para los rematadores Adam Kszczot (Polonia) y la revelación Amel Tuka (Bosnia). Sin embargo, aunque quisieron encontrarlo en los últimos 50 metros, una acelerada del plusmarquista ahogó las aspiraciones de todos ellos.
“En Río ganará”
La prueba de los 800 metros representa características especiales, mezclando resistencia anaeróbica y aeróbica. A diferencia de los 400 metros lisos, que exigen un desarrollo muscular mayor, en esta prueba es la técnica de corrida la que juega un rol fundamental.
Es en ese aspecto en el que Rudisha ha destacado. El keniata, además de presentar una impecable técnica, aprovecha su estatura (1,88 metros) y su peso (70 kilos) para desplazarse de manera eficiente y veloz. Sus zancadas alcanzan los 2,5 metros, explotando la longitud de sus piernas y permitiéndole una economía de pasos enorme, siendo capaz de recorrer los 800 metros con tan sólo 320 zancadas, mientras un corredor normal lo haría en 380.
“Es un corredor muy fuerte físicamente, muy potente y además -al ser keniata- tiene la capacidad de adaptarse aeróbicamente a cualquier lado. Es completo”, reconoce el entrenador de atletismo Jorge Grosser.
Pablo Squella, plusmarquista nacional en la distancia (1’45”75, en 1990), que siguió en vivo la carrera de su símil planetario, aseguró que “él es muy eficiente mecánicamente. Corre de forma cómoda, fluida y veloz”.
Además, el mediofondista avisora con seguridad que “si Rudisha no se lesiona, seguro ganará la prueba en los próximos Juegos Olímpicos”.
Esta fue la segunda final más lenta en la historia de los Mundiales, pero para ganarla, Rudisha corrió los últimos 200 metros en 24”34, dos segundos más rápido que en la final olímpica de Londres que lo consagró como astro. Y al parecer, aún le queda para rato.
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