Se reedita Un sueño de pasión, de Lee Strasberg, el mayor fabricante de estrellas de cine

Lee Strasberg, director del Actor's Studio a partir de 1951 y hasta su muerte, tres décadas después, fue posiblemente el más célebre y respetado director norteamericano de teatro, y su libro Un sueño de pasión, donde se narra la historia del Actor's Studio y el legendario Método, vuelve a ser reeditado.
Nacido en la Polonia del imperio austrohúngaro, Strasberg fue parte del caudal migratorio judío que llegó a los Estados Unidos a comienzos del siglo XX. Tenía entonces ocho años y ya en la adolescencia se aficionó a las artes escénicas; en los años 40, junto al futuro director de cine Elia Kazan, ya era uno de los más connotados miembros de Group Theatre.
El Actor's Studio inicialmente no fue otra cosa que una asociación de actores profesionales, fundada en 1947 por Elia Kazan, Robert Lewis y Cheryl Crawford, para que intérpretes profesionales pudiesen desarrollar habilidades en un entorno experimental. Pero Strasberg lo convirtió poco después en una escuela de culto a lo que denomina el Método. Y de culto también a él. En esa verdadera iglesia, Strasberg llegó a ser lo más parecido a un profeta, a un pontífice y a una revelación. Maestro en el arte algo demoníaco de fortalecer o debilitar la autoconfianza de quienes trabajaban con él, Strasberg podía humillar o pulverizar a estrellas consagradas y exaltar hasta el Olimpo a actores sin gran escuela, pero que lo seguían con incondicionalidad.
Inspirador del estilo interpretativo de figuras tan diversas como Montgomery Cliff, James Dean, Jane Fonda, Jack Nicholson, Karl Malden, Rod Steiger, Steve McQueen, Mickey Rourke, Sissy Spacek o Martin Landau, Strasberg desarrolló también una relación profesional de estrecha dependencia con Marilyn Monroe. Para ella, las lecciones del maestro eran un baño de autoestima y un pasaporte al mundo de la alta cultura. Y para él, la dependencia de Marilyn era la prueba final de que incluso la mujer más famosa del planeta era capaz de rendirse a su talento. En varias de las últimas películas que hizo Marilyn estuvo asesorada, casi como un guardaespaldas que no le perdía pisada, por la mujer de Strasberg, y sus servicios eran remunerados; cargo al presupuesto de cada producción.
Puesto que se le daban mejor las relaciones verticales que las de paridad, a Strasberg no le gustaba ser discutido y por lo mismo llegó a ser una figura conflictiva. La estrecha amistad que tuvo en una época con Elia Kazan se fue enfriando tanto por razones políticas (Kazan delató a varias militantes comunistas del PC norteamericano durante la caza de brujas del macarthysmo), como por su imposibilidad de compartir roles protagónicos dentro de una academia que terminó convirtiendo en su propio feudo.
A pesar de haber formado a muchas de las grandes estrellas de Hollywood, Strasberg hizo muy pocos trabajos para el cine, pero tuvo un desempeño inolvidable en El padrino II, en el papel de Hyman Roth (en la foto), un mafioso judío enfermo, agónico incluso, que dice estarse retirando, pero que está preparando un siniestro complot contra Michael Corleone.
FAMA, PRESTIGIO Y TV
Cada año, el Actor´s Studio recibe unas 15 mil solicitudes de admisión de todas partes del mundo. Mediante audiciones, sólo 85 aspirantes se convertirán en miembros. Para pertenecer, deben superar dos audiciones de cinco minutos.
"No te creo", era la peor sentencia que un actor podía recibir en los tiempos en que Lee Strasberg fue director. Así, sin anestesia, el maestro fortalecía o debilitaba, salvaba o condenaba. Todo dependía de si la interpretación lo convencía o no. "Lo lamento, cariño, pero aún no tienes condiciones para sumarte a nosotros", arrojaba Strasberg como un balde de ácido sobre actores nóveles que podían llamarse Paul Newman, Al Pacino, Dustin Hoffmann o Harvey Keitel, entre otros nombres consagrados con posterioridad. Porque alguna vez todos sufrieron la estocada. Pero todos volvieron y perforaron el círculo privilegiado de su magisterio.
Desde hace 53 años, las escenas representadas en el viejo edificio de la calle 44 Oeste de Manhattan son caldo de cultivo para el cine, el teatro y la televisión.
Allí retaron por primera vez a Marlon Brando por esa manía de farfullar como si le hubieran cosido las comisuras de los labios. Pero allí también lo templaron como el intérprete excepcional que llegó a ser.
El Actor's Studio es un laboratorio de interpretación, un gimnasio de entrenamiento escénico basado en el dogma de Konstantin Stanislavsky, el director de teatro y teórico ruso que transformó la actuación del siglo XX. Stanislavsky postuló que los verdaderos actores debían asimilar sus personajes a través de ejercicios mentales. Fastidiado con los que recitaban con exageración y asqueado de lo que consideraba una retórica de emociones cristalizadas que se había vuelto moneda corriente en el teatro comercial, el teórico ruso propuso buscar un realismo sicológico y ofrecer al público "sentimientos verdaderos".
Hoy, el Actor's Studio cuenta con 900 miembros (con "carné de socio" de por vida y sin pagar un centavo) que entrenan su capacidad de transformarse en tal o cual personaje.
El Actor's tiene también otra vida, en la televisión, a través del programa Inside The Actor's Studio, que durante años ha estado transmitiendo Films&Arts. El programa es conducido por James Lipton y podría ser objeto de investigación en las escuelas de periodismo acerca de cómo una entrevista concebida desde la más rendida admiración a sus interlocutores logra, sin embargo, grandes niveles de interés, logrando extraer de los invitados magníficos testimonios y experiencias confesionales.
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