SRT: las verdaderas fieras sobre el asfalto
Probamos las versiones más radicales que el Grupo <strong>Chrysler</strong> tiene en Chile: el <strong>Jeep Grand Cherokee</strong> y el <strong>Chrysler 300C</strong>, ambos preparados por <strong>SRT</strong>, la división deportiva del fabricante americano.

Son las fieras más radicales que el grupo americano Chrysler tiene en Chile. Ambas fueron desarrolladas por la Street & Racing Technology (SRT) División, las que no sólo trabajan el diseño exterior, sino que también modifican los motores, transmisiones y todos los componentes mecánicos.
La gama SRT nacional está compuesta por el el Jeep Cherokee y el Chrysler 300C, ambos SRT8. El primero fue presentado en el Salón de Santiago de 2006, mientras que el sedán de Chyrsler se unió pocos meses después al portafolio. Y si bien ambos coches tienen el mismo motor de ocho cilindros en V (de ahí lo de SRT8), seis litros y una potencia superior a los 400 caballos, la carrocería y la suspensión es el principal factor que marca diferencias respecto del comportamiento de uno y otro.
Potencia acelerada
Por sí solo, el Chrysler 300C sale del concepto clásico de un sedán tradicional, ya que es grande, muy grande, y además se ve pesado, como si no hubiera nada que fuera capaz de moverlo con soltura.
Sin embargo, la versión SRT8 no tiene nada en común con el estilo del 300C normal, ni con su comportamiento, ni con sus reacciones.
Por el contrario, es una bestia que se mueve con mucha agilidad y responde a cada movimiento del manubrio, sin contar que si uno se descuida al tocar el acelerador, el coche sale disparado.
En ese sentido, el motor responde tal como debe hacerlo una unidad tan poderosa como este V8: cuando se pisa el acelerador se sienten de inmediato los 425 caballos fuerza, e incluso cuesta mucho poder sacar el auto desde parado de manera progresiva. Por el contrario, es más bien brusco, aunque ideal para quienes buscan adrenalina en centésimas de segundo.
A diferencia del Chrysler, el Grand Cherokee SRT8 tiene una salida más pausada, más respetuosa con los pasajeros, quienes no deben aferrarse con tanta fuerza a los asientos para aguantar el embate del acelerador. Es cierto, este motor V8 tiene "sólo" 420 caballos, pero su sonido ruge de mejor manera aquí que en el sedán, dando una sensación de estar sentado frente a un verdadero deportivo.
Pero no sólo el motor cambia en estas versiones. La suspensión está desarrollada de acuerdo con las necesidades que exige el gran propulsor.
La del Grand Cherokee SRT8 sigue siendo la de un sport utility de grandes dimensiones y enfocado en el off-road. Eso sí, está más rebajada como para aguantar la velocidad y es mucho más rígida que en la versión convencional, de hecho, se siente dura cuando pasa sobre un bache.
Pero esta rigidez no es suficiente a la hora de exigirlo en curva y a alta velocidad, donde aparecen los primeros problemas de tener un coche que invita a la conducción extrema, pero que no logra comportarse a la altura debido a las oscilaciones de la carrocería, que impiden gozar y sentirse seguro.
En ocasiones es mejor levantar el pie del acelerador para darle un respiro y así mantener una buena trayectoria en curva. Otra mala idea es comenzar a dar volantazos; definitivamente no es recomendable.
Otra cosa es cómo se siente la suspensión del 300C SRT8. Si bien ambas son independiente, la del Jeep está montada sobre amortiguadores de gas y resortes espirales, mientras que la del sedán está ensamblada sobre resorte helicoidales montada sobre amortiguadores a gas, lo que hace que la diferencia se sienta.
En ciudad es eficiente y puede retener al pesado 300C, pero también es más rígida de lo normal y no puede repetir la misma suavidad que ofrece el modelo convencional. Hay más golpes de los normales, pero es el costo mínimo que tiene un sedán con tanta deportividad.
Ahora, en velocidad y en caminos sinuosos, este modelo se comporta como una fiera que devora curva tras curva. Da una gran sensación de aplomo, de que va pegado al piso, y es muy eficiente mantieniendo la trayectoria sin importar cuánta muñeca se le aplique y con cuánta fuerza pise el pedal. Definitivamente, la suspensión permite que el coche no pierda nunca su posición.
Una buena transmisión
La transmisión automática de cinco velocidades con uso manual que montan ambos modelos está a la altura de las exigencias.
Posee los desarrollos adecuados para permitir los abusos a los que están acostumbrados estos coches, y también para responder bien en las situaciones en las cuales se desea más confort que deportividad, ya que ayuda en todo momento a dosificar la potencia.
En resumen, los dos modelos son poderosos y eficientes, tiene un extraordinario tacto deportivo, como si se estuvieran manejando dos go-karts pero en la carretera, y sin dejar ni tiempo ni espacio para la imaginación del conductor.
En nuestra elección, el Chrysler 300C SRT8 es el que mejor se mueve y el que más se disfruta en todo momento, no sólo por su buena tenida en ruta y deportividad, sino por su gentil comportamiento en ciudad.
El Grand Cherokee SRT8 es más un SUV con grandes capacidades, que tiene motor, neumáticos, transmisión y un aspecto más feroz que un superdeportivo. La suspensión y su altura respecto del piso rompen la armonía, y al final, no es ni un notable todoterreno, como el modelo normal, ni un superdeportivo, como el 300C SRT8.
Equipamiento de primera línea
Puede que un coche sea deportivo, pero no por ello va a ser espartano y poco llamativo a la vista. Con esa filosofía, SRT incorpora en sus modelos lo más granado de su portafolio de equipamiento y de accesorios estéticos, haciendo que las diferencias respecto de las versiones convencionales no sólo están debajo del capó, sino también en el look.
El Grand Cherokee SRT8 tiene líneas agresivas y elegantes, pero es más atlético y de menor altura sobre el suelo. Presenta dos salidas de escape cromadas y grandes llantas de aluminio de 20 pulgadas, mientras que en el interior cuenta con climatizador doble, asientos de cuero eléctricos y calefaccionados. Hay terminaciones en aluminio, palanca de cambios cromada, volante más robusto y relojes estilo racing. Trae un sistema de sonido con lector MP3, caja de seis CD y parlantes Boston Acoustics.
En el Chrysler 300C, la división SRT se la jugó mucho más, con la modificación de ambos parachoques, ahora con aplicaciones del color de la carrocería, y que ayudan a dirigir el flujo de aire. Se agregaron faldones laterales y un alerón de apariencia refinada, pero muy funcional.
En el interior destacan las aplicaciones de gamuza en las butacas, una muy buena sujeción (característica que le falta al Grand Cherokee) y pedalera ajustable, lo que ayuda a tener una posición de manejo óptima. Además, hay aplicaciones de fibra de carbono, que le dan un toque de depotividad.
Ambos modelos vienen con el logo SRT en la parrilla y en el costado, y bordado en los respaldos de los asientos delanteros.
En los frenos, la diferencia está en los cálipers, de color y de grandes dimensiones (así como aceleran, también deben frenar), mientras que las llantas son llamativas y de diseño exclusivo.
La división deportiva del Grupo Chrysler
"Crear tecnología inspirada en las carreras y de libre circulación en carretera es la filosofía del trabajo de la organización SRT", explicó en 2002 Dan Knott, director de Street and Racing Technology, durante la presentación de la división deportiva del grupo norteamericano durante el Salón de Detroit de este año.
La SRT aúna la experiencia en ingeniería de competición del Grupo Chrysler, al equipo de desarrollo del legendario Dodge Viper y a los ingenieros de Recambios de Altas Prestaciones de Mopar, todo para encantar a los fanáticos de los autos deportivos.
Para la división SRT hay cinco claves para el éxito de sus modelos en un mercado que ama la deportividad: motor, conducción y maniobrabilidad, frenos, exterior y equipamiento interior. "De esta forma logramos crear vehículos con las más altas prestaciones", explica.
En sus inicios, fue Dodge la que más provecho sacó de la división, con el Viper y la RAM SRT10. Más tarde se sumarían otros modelos.
Hoy, SRT fabrica siete modelos, cinco de ellos Dodge, con tres motores distintos: SRT4, SRT8 y SRT10.
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