Asumir la responsabilidad



Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

Así como en el plebiscito hubo un récord histórico de votantes, en las recientes primarias del domingo hubo una baja ostensible de participación con respecto a las anteriores primarias de alcaldes. Ello, pese a que en esta oportunidad había primarias conjuntas para gobernadores y alcaldes. Todo esto se da en un contexto en que unos y otros dicen hablar a nombre la gente y declaran así, que con sus actos están representando lo que la “gente pidió”, o lo que la “gente expresó claramente en el mensaje del 25 de octubre” o “lo que la gente espera”, etc.

Tal como se anunció con la alta adhesión alcanzada por la alternativa de la Convención Constituyente y pese al alto grado de abstención de las primarias del domingo, hubo varias sorpresas que alertaron a algunas fuerzas políticas: de partida, el votante prefirió buscar nombres y alternativas de cambios o renovación desde distintas perspectivas. Esa sí que es una señal que deben atender los partidos, pues es el comienzo de un proceso que sin duda se irá profundizando aún más en el futuro.

Para las elecciones de constituyentes de abril faltan cinco meses, casi medio año. Sin embargo, los tiempos políticos suelen ser mucho más rápidos, frenéticos y llenos de cambios que pueden modificar escenarios y conductas de los electores. De partida, si se insiste en tratar de interpretar “lo que quiere la gente” de manera antojadiza, las cosas se pueden enrumbar por caminos muy diferentes a lo único que ese 25 de octubre quedó en evidencia: la mayoría ciudadana quiere y busca que la crisis política se encamine por un rumbo institucional y no por el desorden o la violencia.

También parece equivocado y de alta peligrosidad insistir en los discursos populistas, de lo que realmente, en estos momentos, casi nadie se salva. Baste ver que en el tema del retiro del 10%, el propio Presidente de la República anunció que éste estaba a punto de llegar, antes de Navidad. Propósito que, a la luz de lo que está aconteciendo en la Cámara, también puede fracasar.

¿Cómo entender que lo que ayer era nefasto para el Ejecutivo, ahora no lo es si pagan impuestos?, ¿cómo entender que quienes hasta hace poco hablaban en contra del populismo ahora hagan uso de él para ganar simpatías?, ¿cómo sectores de izquierda que blanden las banderas de la consecuencia, pueden ser creíbles si apenas ven el espacio no vacilan en caer en tentaciones populistas con tal de recibir el aplauso de la galería?

Cuando vemos que las protestas han vuelto a las principales ciudades del país y que aunque sean mucho más pequeñas, siguen alentadas por el uso de la violencia y los actos de saqueos, bien vale preguntarse si no ha llegado el momento en que todos los sectores asuman la responsabilidad de sus actos y enrumben sus iniciativas y comportamientos en la perspectiva tanto de la elección de los constituyentes, como de la sana, necesaria y urgente tarea de discutir en torno a la nueva Constitución.

De quienes tienen la posibilidad de influir para que ese proceso se inicie y culmine de la forma que corresponde, depende que las energías se encaminen hacia el Chile más grande, equitativo y acogedor que se necesita.

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