Casting


En El fin del homo sovieticus la Nobel 2015 S. Aleksievich se refiere a la caída de la URSS: sus fundadores habían sido locuaces oradores, sus continuadores, en cambio, mudos burócratas. Estas piezas del engranaje estaban aplastadas por la verticalidad y no supieron dar respuestas creativas a la crisis.

A vuelo de pájaro, en mi época de estudiante en la Chile, supe de al menos medio centenar de jóvenes dirigentes políticos, de izquierda, centro y derecha, que de haber seguido la carrera política habrían sido muy buenos actores (entiendo los había también en otras universidades). Salvo descollantes excepciones, ninguno ha llegado a la cámara. ¿Qué fue de ellos? Fueron seleccionados para otras ocupaciones en el mundo público o privado. ¿Por qué Chile no los ha sabido aprovechar en lo que más los inspira? Esa pregunta deben responderla los encargados del relevo, aquellos que deben salir a la caza del talento. Sin este sano relevo una sociedad siempre acaba por irritarse, tal vez porque se hace demasiado evidente que, como da a entender Platón en La República, los personajes no están en sus auténticos roles sino dispersos por cualquier margen. Siglos antes del cine el casting es muy importante, máxime si toca a los propios actores seleccionar a sus dobles, sus competidores.

Una tendencia muy malsana, especialmente ahí donde no hay libre competencia, es la de seleccionar las piezas del puzle que calcen perfectamente. Ni decir de seleccionar a quienes ni siquiera representan una amenaza. El caso del calce perfecto es perfectamente mediocre porque desde pequeños aprendemos que los zapatos nuevos tienen que apretar antes de aflojar.

(Como profesor, me pasa con los ayudantes. Los serviles no me interesan. Busco a los que me significan un desafío, que me critican, me presentan puntos de vista para los que no tengo una respuesta a la mano, que me obligan a actualizar permanentemente mis conocimientos. Y a mis estudiantes les digo: prohibido estar de acuerdo conmigo, su desempeño consiste en contradecirme. La universidad es un lugar de amigos, no de hermanos. Y aquellos profesores que son políticos frustrados casi siempre buscan hermanos, o eso que se llama correligionarios. Por amigo nada más entienden a cómplices.)

Ahora que Chile despertó seguro todos estos vicios del mal casting irán quedando atrás. Para que Chile siga despierto conviene recordar que alguna vez esos vicios estuvieron entre nosotros, no vaya a ser que Chile vuelva a conciliar el sueño. Si lo hace, su despertar no habrá sido otra cosa que un cambio de postura durante la pesadilla. Para lo mismo, el casting será fundamental. En la elección de convencionales, los votantes tendrán que comportarse como genuinos cazatalentos, saber reconocer, más allá de todo somnífero (léase, pacto, fingida independencia, etc.) el reparto no que calce mejor con sus ideas, sino el de los espíritus íntegros y articulados que le mantengan despierto durante la noche.

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