Cine en su casa

Boric-Kast


Por Joaquín Trujillo, Centro de Estudios Públicos

A no ser que se escuche a otros libretistas, los guiones de las películas de extrema acción se escriben así:

Escena 1: Algo está mal, muy mal. Hay corrupción y mucha. El extremo lo hace ver y tiene razón. Es innegable: hasta el sentido común más elemental lo repite.

Escena 2: Como el extremo tuvo el coraje de hacer ver lo que nadie quería saber, una vez su diagnóstico se ha hecho indesmentible, él tiene la receta. Porque hizo ese diagnóstico, supuestamente conoce la solución. Los accesorios de esa solución, casi siempre innecesarios, no se venden por separado.

Escena 3: A fin de imponer tal solución, el extremo debe desembarazarse de las medias tintas, aquellas que le oponen mil detalles. Para eso, el extremo acusará al centro de haber sido parte de la corrupción, lo cual suele tener algo de cierto, y poco a poco lo va demoliendo.

Escena 4: Sobresaltado por el avance del extremo, el extremo opuesto reacciona. Sigue una táctica semejante. Señala con dedo acusador los vicios que el primer extremo mantiene consigo, va haciendo ver sus incoherencias.

Escena 5: De pronto, ya no existe un centro que intermedie, que funja de muro de contención entre ambos extremos. Ahora están el uno contra el otro, sin un mar de bailarines en la pista.

Escena 6: Ambos extremos alegan que el otro es más extremo (Robespierre se decía moderado). Como han destruido el centro, se esforzarán en atraer lo que haya quedado de él. Es más, posarán como tal.

Escena 7: El todo o nada de los extremos vuelve imposible la convivencia, todos y cada uno de los centristas o indiferentes son compelidos a tomar bando. Se trata de un asunto urgente, las diferencias deben posponerse para después de la victoria. No hay grises, solo blancos y negros.

Escena 8: Tras el triunfo de uno de los extremos, ese triunfo no es suficiente. La amenaza del otro extremo sigue viva.

Escena 9: Se imponga o no en la próxima definición el otro extremo, la dinámica ya está instalada. No hay manera de interrumpirla. No hay, por lo demás, corrupción propia que sea factible de autocrítica.

Escena 10: La corrupción inicial ahora es inversión de valores. Ya no se la puede ni siquiera ver. Es ella la única manera de hacer frente al enemigo. Ha pasado de ser inicialmente una anomalía del sistema (que era visible) a la única manera de concebir el sistema (cada vez menos visible).

Reflexión: En nuestro caso, una mayoría del país no se ha sumado a los extremos. Y todavía estos extremos admiten huéspedes del centro. La cosa es que esos huéspedes no sean los mismos que, de tanto aprovecharse de su posición dominante, hicieron de los extremos la única alternativa.

Entretanto, el absoluto negro y blanco de los eslóganes dejará muy poco espacio a los tonos amarillos de la razón. Así pues, en medio de la tempestad de viento, electricidad y agua, solo a ratos la película lucirá en colores. Una película que, dicho sea de paso, han pasado mil veces por televisión abierta.

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