Columna de Gabriela Clivio: La “chispeza” que nos perjudica a todos
Cuando parecía ser más que evidente que la gran mayoría de la población quiere la propiedad, heredabilidad y libre elección para decidir dónde ahorrar sus fondos previsionales, el resultado del plebiscito del 17 de diciembre hizo reaparecer la “chispeza” del gobierno. Desde entonces, la discusión sobre la mejora de las pensiones ha quedado opacada por la “repartija” del 6% de cotización obligatoria adicional que se deberá aportar. Entonces, cuando pensábamos que finalmente se iban a lograr avances en materia de legislación para mejorar las pensiones, la discusión volvió a enredarse. Esta vez, existe además un agravante o algo a lo que no se le asigna importancia por parte de la autoridad, y es que la experiencia internacional muestra que los sistemas de capitalización son más eficientes comparados con un sistema de reparto para generar mejores pensiones.
Por si todo lo anterior fuera poco, se plantea ahora en la reforma alcanzar tasas de reemplazo similares a las que sugiere la OCDE, las que se ubican cerca del 70%. Sin embargo, se parte del diagnóstico de que en Chile la tasa con las pensiones autofinanciadas se ubica en 38%. Dadas estas cifras, pareciera ser que la brecha entre la situación actual y las recomendaciones de la OCDE en materia de tasa de reemplazo es más que importante.
Extrañamente, al igual que lo que sucedió con la reforma tributaria, se mide una brecha entre la situación de Chile y la OCDE a partir de dos mediciones que no están calculadas de la misma manera. Dado todo lo anterior, es válido decir que la brecha en materia de tasas de reemplazo no está bien medida. Esta vez, la razón del error de medición radica en términos simples: la tasa de reemplazo para Chile del 38% de pensión autofinanciada se calcula como el porcentaje que representa la pensión percibida con respecto a la última remuneración, mientras que la tasa de reemplazo de la OCDE se calcula como la pensión percibida sobre la remuneración promedio a lo largo de toda la vida laboral del trabajador. Si tenemos en cuenta que, a lo largo de ella la remuneración va en aumento tanto por los reajustes por inflación como por mayor responsabilidad asumida y/o formaciones adicionales, la tasa de reemplazo de Chile subestima la realidad al considerar un denominador mucho mayor en su cálculo que la remuneración promedio considerada por la OCDE. En los hechos, el mismo David Bravo, quien lideró entre los años 2014 y 2015 la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, aseguró que las tasas de reemplazo en Chile, de considerarse el promedio de las remuneraciones a lo largo de toda la vida (tal como lo hace la OCDE) “se duplican y más”. Todo lo anterior, no considera el impacto de la PGU, que ha sido notorio, y que el gobierno se ha comprometido a subir a $250.000.
Hasta hace poco, era difícil comprender una reforma de pensiones que no mencionaba la tasa de reemplazo que se buscaba alcanzar. Ahora, se quiere cerrar una brecha que no está bien medida, en una economía que no crece y con una informalidad que se ubica cerca del 30%.
Por Gabriela Clivio, economista y académica
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