Opinión

El legado del Papa Francisco

El Papa Francisco ha traído un nuevo estilo y enfoque al papado, enfatizando la misericordia, la humildad y poniendo temas que queman a la sociedad actual.

El legado del Papa Francisco

El lunes 21 de abril, murió a los 88 años el Papa Francisco, hecho que como atestigua la prensa internacional conmocionó a Chile y al mundo. Nacido como Jorge Mario Bergoglio en diciembre de 1936 en Buenos Aires, fue elegido Papa 13 de marzo de 2013, convirtiéndose en el primero latinoamericano, el primer papa del hemisferio sur y el primer jesuita en ocupar la catedra de San Pedro.

Nació en el seno de una familia de inmigrantes italianos, y creció en un ambiente modesto y trabajador, que marcó su visión de mundo y su posterior enfoque pastoral. En 1958, ingresó en la Compañía de Jesús, en 1973, fue nombrado provincial de los jesuitas en Argentina, cargo que ocupó durante seis años. En 1998 fue designado arzobispo de Buenos Aires y el 2001, el Papa Juan Pablo II lo elevó al cardenalato.

Tras la renuncia del Papa Benedicto XVI en febrero de 2013, el cónclave eligió a Bergoglio como su sucesor. Al elegir el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís, envió un mensaje claro sobre el tipo de papado que pretendía liderar: uno centrado en la humildad, en los descartados de la sociedad y la integridad de la Iglesia.

Su agenda no sólo incluyó el ámbito eclesial, sino que asumió la universalidad del mensaje cristiano, haciendo propias las más variadas situaciones. Temas como la ecología, la paz mundial, el comercio internacional, la pobreza, el cambio climático, la desigualdad, la inmigración, el diálogo interreligioso. En el ámbito interpersonal, fueron temas suyos la familia, el aborto, la eutanasia, la acogida a familias desunidas, acogida a la diversidad sexual, y denuncia y reparación de los abusos cometidos dentro y fuera de la iglesia, que, en el caso chileno, incluyó la solicitud de renuncia a todos nuestros obispos. Sus palabras y acciones no estuvieron exentas de críticas, ni de manipulaciones estrechas o interesadas. El Papa no vino a traer nuevas doctrinas, ni a cambiar el evangelio de Cristo. Su énfasis estaba puesto en hacer presente la disposición del Dios cristiano para acogernos a todos, todos y todos, como le gustaba repetir. Con Dios, todos tenemos futuro. No vino a borrar la distinción entre bien y mal, pero si a subrayar la posibilidad de cambio y la vocación de la Iglesia de servir desinteresadamente y de arrimar el hombro a todos -todos y todos- en su peregrinar por este mundo. Esa es su misión, y en eso se juega su fidelidad a Cristo.

Otro punto, que le valió críticas fue su acogida a los inmigrantes. Estos son siempre -y ante todo- personas con una dignidad inalienable, y al margen de sus circunstancias, deben ser tratadas como tales. No se trata de minimizar la carga que estas olas migratorias imponen, pero sí de subrayar la capacidad humana para con trabajo y sacrificio ofrecer una vida nueva y mejor. Desde la perspectiva del Papa, estas tareas no se asumen solos, sino con la ayuda de Dios. En efecto, el desencuentro que se observa en algunos comentaristas papales viene de obviar el hecho de que es el Vicario de Cristo en la tierra. Si no se ahonda, o se esquiva este hecho, se obtiene una comprensión parcial de su mensaje. Por último, cabe recordar su amor y trato cercano con los presos, el último eslabón social: durante años concurrió los Jueves Santos a lavar y besar sus pies en señal de afecto y de esperanza, Dios a pesar de todo sigue cerca de ellos.

El Papa Francisco ha traído un nuevo estilo y enfoque al papado, enfatizando la misericordia, la humildad y poniendo temas que queman a la sociedad actual. Temas políticos, globales, pero también temas muy cercanos y personales. Son en definitiva las personas las que hacen la vida. Gracias Papa Francisco por tu ejemplo y entrega a la Iglesia y el mundo.

Por Soledad Alvear, abogada

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