SEÑOR DIRECTOR:

La encuesta Casen, recientemente presentada por el Ministerio de Desarrollo Social, trajo buenas noticias: la pobreza bajó considerablemente retomando el ritmo prepandemia, además de conseguir el valor del índice de Gini más bajo medido por esta encuesta. Sin embargo, la pobreza no nos afecta a todas y todos por igual, continuando la tendencia histórica: son indígenas, personas nacidas fuera del país y mujeres, quienes resultan ser la población más vulnerable.

Si a nivel nacional un 6,5% de la población está bajo la línea de pobreza, un 6,9% de las mujeres se encuentran en esta condición, en comparación con un 6,1% de los hombres. Y si nos adentramos en las condiciones del hogar, la desigualdad y brecha es aún mayor: de los hogares monoparentales un 86,6% se encuentran liderados por mujeres; las jefaturas de hogar con allegamiento en su mayoría son mujeres; y aquellos hogares con hacinamiento alto casi un 60% están encabezados por ellas.

Desde el territorio no nos extraña. De acuerdo a datos del Minvu, en campamentos un 48% de los hogares se encuentra bajo la línea de la pobreza (muy superior a la media nacional), un 19% son hogares monoparentales encabezados en su mayoría por mujeres-madres. Por otro lado, a nivel nacional un 65,8% de las dirigencias son llevadas por mujeres y en aquellos campamentos en los que interviene TECHO representan un 80%. Hoy la desigualdad y la pobreza sigue teniendo rostro de mujer, y la resiliencia también.

Si bien nos encontramos en un escenario alentador, las brechas están lejos de superarse, lo que supone desafíos y oportunidades. Hoy es clave fortalecer las políticas hacia los grupos más vulnerados y aprovechar su capital social para hacer estas políticas sostenibles en el tiempo.

Pía Palacios

Directora Centro de Estudios TECHO Chile