Opinión

Enderezar el rumbo

SEÑOR DIRECTOR

Hace poco nos decían que no teníamos que preocuparnos con las propuestas insensatas que se ven todos los días en la Convención Constitucional porque todavía no se votan en el pleno y probablemente no prosperarán. Para que se aprueben, las propuestas necesitan 2/3 de los votos y si no se alcanza en definitiva -incluso después de correcciones-, entonces no quedarán en la Constitución.

En rigor, la observación es correcta. Sin embargo, sí parece necesario preocuparse ahora y no solo más adelante. ¿Cómo no asustarse si tantas propuestas no tienen un ápice de razonabilidad? ¿Cómo no espantarse si muchas de las propuestas dejarían a un país empobrecido y en un espiral de deterioro social, político y económico? Nacionalizar la minería, salir del Ciadi, sistemas de justicia paralelos, eliminación de los poderes del Estado… El cuco se asoma.

Se puede culpar al trabajo comunicacional o a la resonancia que -por ridículas- obtienen las malas ideas. Lo cierto es que estas ideas son propuestas por personas que están redactando una propuesta de Constitución, y es al menos llamativo que estén sumergidos en una ceguera ideológica e intelectual tan profunda, que no les permita ver la magnitud de los problemas asociados a sus propuestas.

Aunque no se acepten sus propuestas radicales en el borrador que será presentado a la ciudadanía para votar en el plebiscito de salida, es importante considerar que esas mismas personas son las que tienen que decidir sobre el sistema político y la forma en que elegiremos a nuestras autoridades, entre muchos otros temas. Aunque no todos los temas tengan una clara mirada ideológica, cabe preguntarse con qué criterio, con qué preparación, con cuánta sensatez, estos convencionales serán capaces de debatir esos temas tan fundamentales.

Ya embarcados en el proceso, lo mejor es que la Convención tenga éxito. Sin embargo, si los convencionales no son capaces de buscar en esta etapa (y no solo más adelante) ideas de consenso, entonces todo el proceso tiene un alto riesgo de fracasar. La opción del rechazo se ha comentado como nunca y solo puede “agarrar vuelo” si no se endereza el rumbo.

Jorge Fantuzzi Majlis

Socio FK Economics

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