La columna de Guarello: Los que no salen en la foto

“La Selección se divide entre la Generación Dorada y los que no lo son. Y eso, que en un momento era solo un concepto natural producto del lento recambio de jugadores, se ha transformado en un muro contraproducente, que termina dividiendo al equipo”.



Me equivoqué, lo confieso. A veces uno actúa con precipitación, sin reflexionar, al calor de los hechos inmediatos, sacando conclusiones apresuradas. Y se falla mal. El jueves, cuando el locutor de San Carlos de Apoquindo pidió un minuto de silencio, instintivamente, de guata, dije que era por el querido Raúl Coloma, el más longevo de los arqueros en la historia del fútbol chileno, que defendió los palos de la Roja en 12 ocasiones, incluidos el Sudamericano de 1959 y la famosa gira a Europa de 1960. Falleció esta semana, el 12 de octubre, a los 93 años. Estaba muy lúcido y era un habitual del Municipal de La Florida, donde iba a ver a su querido Audax Italiano. Pero, claro, el minuto de silencio era para las “víctimas del Covid”. Genérico. Robo un párrafo entero de esta columna para hacer un poco de justicia.

Vamos a lo medular. Chile sigue con vida, con respirador mecánico, cuando el viernes pasado estaba desahuciado luego de jugar un partido deplorable en Lima. Le ganó a Paraguay y Venezuela de local, dos equipos que, jugador por jugador, están varios escalones bajo esta Selección. Eran puntos que se podía y debía ganar. Eso no puede sorprender ni entusiasmar. No podía ser que apenas cinco años después de ganar la Copa Centenario, este elenco no fuera capaz de pelear un modesto repechaje. Es el piso para la selección nacional.

Lo que sí es un avance es que la Roja recuperó la potencia goleadora con argumentos que parecían raros hasta hace muy poco: el juego aéreo y la contundencia de un centrodelantero de estilo europeo, fuerte, tácticamente muy bien trabajado, voluntarioso y con el arco entre ceja y ceja. Ben Brereton, el hombre al que nos referimos, debió lidiar en contra de la poca convicción de Martín Lasarte con sus cualidades, el desdén de sus compañeros más experimentados y la obligación de ir al sacrificio, jugando en cualquier lado, a veces, muy lejos del área, donde debe estar y rinde.

Entre el partido de Paraguay y el de Venezuela, Gary Medel subió una sugestiva publicación a su Instagram que obliga a la reflexión. En la foto se veían a todos los sobrevivientes de la Generación Dorada (Isla, Sánchez, Bravo, Medel, Vidal y Aránguiz) junto al enunciado: “Muchos años, muchos partidos (…) Acá seguimos remando todos juntos, más fuertes y unidos que nunca. La selección, nuestra familia, nuestra Roja”.

Captura de la publicación en las redes sociales de Gary Medel, el día previo al duelo ante Venezuela.

La publicación, irreprochable en su contenido y emanada desde la oficina de RRPP de los representantes, tiene un subtexto equívoco: cómo, desde el hincha más desprevenido hasta lo más profundo del camarín, la selección chilena se divide entre la Generación Dorada y los que no lo son. Y eso, que en un momento era solo un concepto natural producto del lento recambio de jugadores, se ha transformado en un muro contraproducente, que termina dividiendo al equipo. Los que llegan y se ganan un lugar en la formación deben, casi por obligación, rendir tributo a los dorados, tanto en sus declaraciones, en las concentraciones, como, demasiadas veces, en la cancha misma. El mismo Erick Pulgar, figura contra Venezuela con sus dos goles de cabeza, en la entrevista a la salida de la cancha hizo referencia, casi como un mantra, a la Generación Dorada.

Es por lo mismo que no debe extrañar la timidez que tienen muchos debutantes en la Selección, donde apenas reciben la pelota, deben buscar a Vidal, Aránguiz o Alexis. A Diego Valdés le costó 17 partidos darse cuenta de que podía jugar lo que sabía. El único que se salió de la norma es Ben Brereton. Nunca vivió ese proceso cultural y cuando debutó en la Copa América mostró sus armas de inmediato. Por algo los históricos quedaron un poco azorados con la energía del chileno-inglés. No estaba en los planes, no era lo que esperaban: un discreto atacante que pasara piola y se diluyera en el camarín. En consecuencia, pasaron varios partidos, diría que recién el jueves contra Venezuela, antes de buscarlo como corresponde.

Ben Brereton, tras una gran carrera y una buena definición, celebra su gol ante Venezuela. FOTO: AGENCIAUNO

En ese triunfo tan importante los hombres claves no estuvieron en la foto de Medel. Y es una buena noticia. Es el momento de dejar la división de “dorados” y “no dorados” como parte del folclore. Ojalá que en la próxima publicación motivacional, salga el plantel completo. Hay que avanzar de una vez por todas.

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