Opinión

La influencia de Turquía en Medio Oriente

DW

Ubicada como frontera entre el continente europeo y el asiático, Turquía encuentra sus límites geográficos en la península de los Balcanes y el mar Negro al norte, en el mar Egeo al oeste, en Oriente Medio al sur, y con el Cáucaso Sur e Irán al este. El control de los estrechos de los Dardanelos y Bósforo, que conectan el Cáucaso con el mar Mediterráneo, fueron causa de enfrentamientos bélicos y su recorrido estuvo hasta el presente en sintonía con los intereses occidentales.

Turquía, que representa el flanco oriental de la OTAN, se ha asociado durante décadas con Estados Unidos y la Unión Europea para contener la influencia rusa en Europa oriental y central, así como en el Cáucaso.

Los recientes desarrollos del conflicto en Siria han resultado en una extraña congruencia de intereses y aparente cooperación entre Ankara y Moscú, pero no hay garantías que esta cooperación se profundice en una relación estratégica duradera.

A su vez, Rusia, con la ayuda de Irán, estableció un proceso no solo para derrotar al Estado Islámico en Siria, sino también de derrotar a todos los grupos rebeldes que luchan contra el gobierno pro-ruso del presidente sirio Bashar al Assad. La situación en Siria ha dejado a los analistas políticos preguntándose si Turquía se está distanciando activamente de sus socios estadounidenses y europeos para adoptar una relación estratégica más cercana con Rusia.

La injerencia turca en el conflicto sirio   

En cuanto a la guerra en Siria, el accionar del gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, con el beneplácito de la OTAN, decidió implicarse directamente. Creó, armó y financió sus propias milicias terroristas. En ese momento sus relaciones con sus socios atlantistas eran excelentes, tanto que a finales de 2015 aviones turcos abatían un bombardero ruso.y Ankara prohibía el paso del gaseoducto ruso hacia Europa.

Turquía ha sido uno de los principales actores e impulsores de la guerra. Ankara siempre apostó por la destrucción del Estado sirio y es por ello que se convirtió en la retaguardia de los grupos terroristas que atacaban Damasco. Sorprendía a cualquier visitante que transitara, en las cercanías de la tres veces santa ciudad de Sanliurfa, la enorme acumulación de pertrechos militares tan cerca de la frontera siria: centenares de vehículos blindados, camionetas civiles aparcadas a docenas dentro de las instalaciones militares del ejército turco. Una acumulación de material muy superior a la que se observaba en áreas históricamente más conflictivas cómo Diyarbakir, capital oficiosa del Kurdistán turco.

Estamos asistiendo a un cambio drástico en las relaciones de poder en Oriente Medio, en que todo cambió cuando la caída del gobierno de Damasco no se produjo y el ejército sirio fue recuperando terreno apoyándose en sus aliados en la zona: Hezbola, Irán, Rusia y China.

Es por ello que el régimen turco es el principal actor con doble juego en la cuestión medio oriental, en particular, con relación a Siria. Todo el mundo sabe que combatientes y suministros para los rebeldes sirios atraviesan sin problemas la frontera entre ambos países.

Pero pareciera ser que después de años de buscar la caída de Assad, Turquía recurrió el año pasado a una estrategia más modesta: prevenir que los grupos kurdos en Siria acumularan demasiados territorios a lo largo de la frontera.

A pesar de los vínculos económicos, la supuesta realineación de Turquía hacia Rusia y China, una clara preferencia que lo pondría en el campo de Eurasia y posiblemente fuera de la OTAN, probablemente no se materialice. Turquía y Rusia tienen prioridades y visiones estratégicas muy diferentes. En el futuro inmediato, Turquía es ambivalente sobre un asalto militar respaldado por Rusia e Irán en la última ciudad de Idlib, controlada por los terroristas, en Siria.

A largo plazo, Turquía tiene poco que ganar con un nuevo gobierno de Assad, que probablemente presentará una postura de resentimiento contra Erdogan, precisamente porque intentó derrocar al gobierno de Assad y reemplazarlo con una alternativa sunita.

Los kurdos, el pueblo de Medio Oriente sin un Estado propio

Desde 2012, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha estado en desacuerdo con los presidentes Barack Obama y Donald Trump, por apoyar activamente a los  kurdos en Siria para derrotar al Estado Islámico. Turquía considera que los rebeldes kurdos en Siria son una rama del insurgente Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que el gobierno turco, así como los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, clasifica como una organización terrorista.

La cuestión kurda es un problema latente para Turquía pues más de 20 millones de kurdos habitan su suelo. Desde 1984 el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK, comenzó una lucha armada con el fin de obtener una autodeterminación política y en 1999 fue atrapado y encarcelado su líder Abdullah "Apo" Öcalan.

Las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo) son consideradas el brazo armado del Partido de la Unión democrática (PYD), la principal agrupación política opositora kurda en Siria. Fueron fundadas en 2003 y tienen una ideología similar a la del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). El gobierno turco considera a las YPG y al PKK "grupos terroristas" que amenazan la seguridad de sus fronteras.

El PKK lucha desde 1984 por la creación de un Estado propio para los kurdos, un pueblo de más de 30 millones de personas que comparten una lengua y cultura milenarias pero que nunca ha tenido un país propio, sino que vive repartido entre Turquía, Siria, Irak e Irán.

Solo una semana antes del anuncio de Trump, el mandatario turco había afirmado que su ejército intervendría en el norte de Siria en cuestión de días con esta milicia kurda como objetivo.

"Comenzaremos la operación para limpiar el este del Éufrates de terroristas separatistas en unos pocos días.", dijo Erdogan en una cumbre del sector de defensa en Ankara, dejando en claro que la zona será siempre problemática.

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