Mujeres, poder y trabajo: el desafío de la inclusión

Gente Mujeres
Andres Perez/ La Tercera


Las últimas semanas hemos conocido buenas y malas noticias para la inclusión de mujeres en el mundo del trabajo. Entre las buenas, cada vez más mujeres están accediendo a puestos de alta responsabilidad en las empresas y organizaciones; incluso se está pensando en varias de ellas para integrar el consejo directivo de la principal asociación gremial de empresas industriales, la Sofofa. Tenemos que reconocer el avance que representa tener a más mujeres como modelos a seguir en los puestos más altos del mundo corporativo, así es que felicito a cada líder que estuvo involucrado en esas decisiones.

La mala noticia es que, según la Encuesta Casen, la mitad de las mujeres no participa aún en el mercado laboral y una de cada cinco de ellas está fuera del mundo laboral por razones de cuidado o quehaceres del hogar. La mayoría de las que sí participan lo hacen en condiciones precarias y con brechas salariales respecto de los hombres que si bien disminuyen de 24,6% a 21,8%, entre 2015 y 2017, aún son muy significativas.

Si bien es importante destacar el avance de las mujeres hacia puestos de poder e influencia en las organizaciones, las empresas y la política, no podemos dejar atrás a la gran mayoría de mujeres que no participan de la vida laboral fuera de sus casas; se requiere un cambio cultural para que las tareas de crianza y cuidado sean compartidas entre hombres y mujeres de manera mucho más decidida.

El desafío del liderazgo en las empresas es contribuir al cambio cultural que se requiere para la inclusión de las que faltan, así como promover -con su ejemplo y sus prácticas- a la comprensión de las distintas necesidades de las mujeres para participar con éxito en el  mundo del trabajo. Incluso, a crear el espacio para que las madres y los padres puedan criar y cuidar los hijos, y compartir las responsabilidades de la vida familiar. Romper el techo de cristal de los espacios donde se toman las decisiones debe suponer la construcción de culturas organizacionales inclusivas, que valoren la diversidad y el aporte de las mujeres en los distintos niveles de la organización.  El caso de negocio es simple: la inclusión y la diversidad genera desempeño más alto y es un ingrediente crítico para la innovación.  Espero que la suma de más mujeres ejecutivas no se convierta sólo en una foto que se incluya en la memoria anual de las organizaciones.

A partir de mi experiencia como ejecutiva en distintas partes del mundo, me sorprendió mucho en mi llegada a Chile la casi exclusiva presencia de hombres en cargos de alta responsabilidad, la poca diversidad que representaban y su tendencia a ver el problema de la inclusión y diversidad mucho más como un problema de mujeres para mujeres. El acceso de más mujeres a los espacios de toma de decisiones en las organizaciones debe suponer una nueva mirada de cada uno de los líderes, como un gran desafío de toda la organización para mejorar el desempeño y permitir una innovación sustentable.

Las organizaciones más exitosas en un mundo cada vez más complejo serán las que sean capaces de responder de manera innovadora a desafíos que requieren diversidad de miradas, pensamiento crítico y capacidad de adaptación. Incluir a los distintos es el paso inicial para construir esa ventaja competitiva.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.